Capitulo 15

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Cayó la noche, las 10 para ser exactos y luego de conversar con Alexandra, Alice se dirigía a la casa de Ana.

Ya estando en la esquina paró y se acordó las palabras de la mujer de cabello corto.

Es una mujer casada, tiene su hogar y tú te quedas en una chica la cual le gusta. Vas a salir lastimada

Y sabía que tenía razón, ella solo era la persona que le quitaba las calenturas, pero joder si le gustaba.

Con eso en mente, volvió a caminar y ya comenzaba a verla en sentada en el andén mirando su celular.

Sus cabellos rubios se veían tan lindos bajó la lámpara que había en la calle.

Vestida de pantalón azul y una musculosa blanca. Cómo siempre le quitaba el aliento.

Pero debía ser fuerte, tenía que acordarse de todo.

Se sentó a su lado en silencio y ella volteó a verla.

—Hola bonita— le sonrió y luego la abrazó con alegría.

Alice sonrió nada más, sin decir nada.

—Entremos— dijo la rubia levantándose y llendo a la puerta.

La menor hizo caso y luego de entrar carro la puerta tras suya.

Se dió la vuelva y Ana estaba parada al frente suyo y rápido le robó un beso que no esperaba.

La rubia se separó y le mostró una sonrisa mientras que Alice la miraba sin entender.

Todavía seguía ofendida, pero todo se trata de perdonar y olvidar ¿No es así?

Suspiró por aquel beso porqué no ponía negar que le había gustado.

La rubia cogió su mano y la guío hasta el sofá rojo.

—¿Cómo estás?— Le dijo la rubia.

—Estoy bien ¿Que tal tu día?

—Algo ocupado, ya sabes ¿Que estuviste haciendo en todo el día?

Alice suspiró... Esto no iba por un buen camino.

—Nada importante, ya sabés— la miró— Ana yo... Sé que es incómodo hablar de esto, pero ¿Que fué todo eso?

El rostro de la rubia se puso serio y luego suspiró ¿Por qué sentía esto tan difícil?

—Alice... Sé que tú y yo no tenemos nada enserio. Tú puedes estar con cualquiera, solo que...

La chica la miró y rodó los ojos.

—Ana, ya lo sé. No me tienes que recordar eso— interrumpió hablando fríamente— Se perfectamente que no tenemos nada estable. Que tienes esposo y yo soy solo un maldito juego para tí— dijo con algo de dolor— Pero Ana, yo no soy así... Dios ¡Me encantas! Nunca me había sentido tan viva desde que estoy contigo, no estaría con nadie más que no fueras tú, ahora.

La mayor la miró con los ojos abiertos. No creía que Alice le dijera algo por ese estilo.

—Alice, yo...— dijo Ana débilmente.

—Ana, se perfectamente que me veo como una niña. Alguien inocente, seria y sé que no esperaste nunca que tú y yo terminaríamos así ahora. Nunca me había pasado esto, todo lo que he vivido contigo es nuevo— la chica tomó aire tratando de controlarse— Siento muchas cosas por tí, Ana y cómo te he dicho. Discúlpame por esto.

La jefe de mi madreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora