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Sus piernas temblaron de tal modo que si no se hubiera sostenido, ahora estaría en el piso. Vio como su madre tardó unos segundos en levantarse, ella había dudado, pero al final se levantó y lo sostuvo entre sus brazos.
Lo ayudó a sentarse en el suelo, no sin antes poner una pequeña almohada que estaba tirada cerca para que este se sentara. Su corazón se encogió al ver que su pequeño estaba teniendo un ataque de pánico.

— Tom, bebé, Mirame, mirame a los ojos, concentrate en mi voz — trató de hablarle con voz suave y relajada, pero se sentia nerviosa, tenia miedo de que le pasara algo malo a su hijo —. Mami esta aquí, no pasa nada.

Tom comenzaba a temblar por los nervios, de verdad estaba asustado. Se estaba imaginando todo lo que aquella mujer pudo decirle a su madre y tenia miedo. Miedo de que ella sepa lo que hizo. De que ya no lo quiera más por eso. De que lo rechace. Podría aceptar todo, menos que su madre ya no lo quiera ver más.

Cerró sus ojos de golpe y se contrajo dolorosamente, apretó sus dientes, pero eso no evitó que un grito de dolor escapara de su boca. Sentía punzadas muy fuertes dentro de su estómago, cada una más fuerte que la otra.

— ¡Tom! ¡Calmate! — le gritó ella, se estaba desesperando, su hijo estaba sufriendo y en la casa no había nadie, solo estaba Tessa que ahora se escuchaba atrás de la puerta rasguñando la para pasar. Comenzó a llorar con desesperación al ver como el pantalón gris de su hijo se iba mojando con un espeso líquido.

Él apretó con fuerza el agarre de manos con su mamá y soltó un grito bastante fuerte que fue remplazado por sollozos. Eran demasiadas emociones juntos y podía sentir aquel liquido en su parte trasera, bajando por sus piernas y traspasando la ropa que traía puesta. Sus ojos permanecían cerrados desde que comenzó la primera punzada.

Tenia miedo, y le dolía.

¿Qué Tom está qué..?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora