Verónica Vogue rompe la burbuja de perfección en que vivía cuando llega a Avonlea.
Obligada a cambiar su vida por completo y a dejar los lujos atrás, descubre todos los sentimientos que nunca había dejado salir y por fin empieza a entender lo que si...
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LA SEMANA EMPEZABA FRÍA, pues empezaba noviembre, había caído poca nieve pero nada del otro mundo, Verónica por su parte ya estaba en la casa de los Barry, se estaba alistando para ir la escuela, cuando revisaba su mochila vio la hoja de los nombres, la desdobló y pensó en cómo los iba a invitar.
Hablaría personalmente con cada uno, no había un orden que seguir, iba a decírselos conforme se presentarán las ocasiones que ella crearía, un paseo, una salida o mientas comen.
"¿Ya estas lista Verónica?" Preguntó Diana a través de la puerta, Verónica la abrió y ambas bajaron las escaleras listas para irse a la escuela ya que era un poco tarde.
...
"Tillie" Veronica llamo la atención de la chica.
"¿Si?"
"¿Quieres venir a una pijamada el sábado en mi casa?" Soltó relajada pues Tillie era una buena amiga y sabia que no se negaría.
"¿Tu casa la de Charlestown?" La emoción era notoria en su voz.
"Si, nos iríamos sábado muy temprano y regresamos el domingo en la noche"
"Si, es decir, no creo que sea un problema para mis padres"
"Genial, nos la pasaremos de maravilla"
Invitada número uno, solo quedaban cuatro, la chica tenía planeado decirle a Diana antes de dormir ese mismo día, cuando antes mejor. A la hora del receso la chica salió por su leche al río cuando le hablaron.
"Verónica" la voz del único chico que le hablaba a Verónica de hizo presente.
"Gilbert, ¿que se te ofrece?" Soltó la chica amable lo cual desconcertó un poco al chico.
"Nada, solo pasaba a saludarte" sonrió sin mostrar sus dientes.
"Gilbert" El Chico la miro expectante, "¿te gustaría ir a un café el miércoles saliendo de la escuela?" Si bien el castaño ya estaba un poco sorprendido esa pregunta lo saco de sus casillas, no sabia que hacer, según el tenía entendido el chico era el que invitaba a la chica, no al revés.
"Si, claro" contestó y aún sabiendo que lo podía arruinar su curiosidad era más grande, "¿Por que tan de repente tan...?" Las palabras se disolvieron sin saber que decir
"¿Amable?"
"Iba a decir diferente pero si"
"Estoy de buen humor, eso es todo" la chica sonrió y Gilbert imito su gesto sin pensarlo.
