Epilogue

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En el pasto había una niña de aproximadamente seis años, estaba recostada boca abajo con los codos en el suelo mientras miraba a los peces de aquel lago cristalino.

Llevaba puesto un vestido rosa pastel junto a unas zapatillas color crema, su lacio cabello azabache estaba recogido en una media coleta y sus ojos cafés tenían una chispa de curiosidad.

No era un día particularmente especial, pero aún así la pequeña se encontraba extremadamente feliz puesto que en su escuela los habían llevado al parque que tanto le gustaba, todos se encontraban a varios metros de distancia jugando y aunque la diversión que prometían aquellos niños era tentadora ella había decidió quedarse en la orilla del lago mientras analizaba a los peces.

"Chiara, es hora de volver al salon" Se escucho el grito de la maestra, la pequeña pudo haberla ignorado pero sabía que no iba a servir de nada así que se levantó del suelo, ni siquiera se molesto en sacudirse el vestido.

Empezó a caminar junto a todos los demás, había bastante ruido ya que a los infantes no les paraba la boca, las ramas del suelo rompiéndose conforme avanzaban eran como la música de fondo, ella no hablaba mucho pero de vez cuando soltaba una que otra risa al escuchar los malos e infantiles chistes de sus compañeros.

Al llegar todos entraron a el salon de clases el cual era una construcción de madera blanca con bancas simples, tenía un aire fresco y cómodo que les parecía perfecto para los niños, luego de entrar todos se situaron en sus debidos asientos.

Eran alrededor de las doce de la tarde, el sol estaba radiante y el aire del verano era perceptible. Todos simplemente esperaban a que sonaran las campanas indicando la salida para luego esperar en el patio por sus madres.

Y así fue, al cabo de unos minutos las campanas sonaron y todos se levantaron de sus sillas para salir hacia el patio el cual tenía una cerca blanca para evitar que los niños se escaparan. La pequeña Chiara tomó su mochila y se dispuso a salir junto a todos los demás. Una vez en el patio volvió a sentarse en el pasto mientras trataba de encontrar el rostro de su madre.

"Chiara, llegaron por ti" Se escuchó la voz de la maestra y la niña se levantó, camino con calma hacia la maestra despidiéndose.

Tomó la mano de su mamá y ambas empezaron a caminar, el camino a su casa no estaba lejos pero tampoco quedaba muy cerca, les costaba alrededor de quince minutos llegar a pie pero no era nada del otro mundo, ademas el paisaje por el que cruzaban era bastante bonito.

"¿Que tal te ha ido?" Pregunto su madre dándole una rápida mirada a Chiara.

"Nos han llevado al parque, me la pase viendo a los peces, quizá si los memorizo podría dibujarlos mejor"

La mujer sonrió al escuchar las palabras de su hija, ella sabía que la niña tenía una gran pasión por el arte a pesar de corta edad, sus sentimientos y sus ideas siempre eran plasmadas en papel y trazos lo cual le parecía excelente.

"Bueno entonces llegando, después de comer me dibujas como eran los peces"

La niña sonrió mientras asentía.

Al llegar a la casa la mujer abrió la puerta, Chiara se le atravesó mientras corría escaleras arriba hacia su habitación para ir por su cuadernillo y sus lápices.

La madre se dispuso a servir la comida que no era más que pescado con espinacas, algo simple pero saludable, estaba consiente que a su hija no le gustaba pero no le quedaba de otra más que obligarla a comer. Una vez servida la comida llamó a su hija quien bajó unos minutos después, comió a regañadientes mientras dibujaba.

"He hecho esto para ti" Exclamó la menor mostrándole el dibujo a su madre.

Los trazos eran uniformes y descuidados, pero no le prestó atención a eso, si no que se concentró en lo que el dibujo representaba. Eran ellas dos afuera de lo que parecía ser una casa, ambas tenían vestidos rosas y estaban rodeadas de flores y mariposas, antes de poder seguir observando el dibujo tocaron la puerta.

"Vuelvo en un segundo, acábate las espinacas"

Camino hasta la puerta principal, donde yacía  el cartero, le dio un saludo amable para luego retirarse, era una carta de la escuela de Chiara, la tomó entre sus manos y volvió a la cocina una vez ahí leyó el frente del empaque.

PARA: CORALIE DEVIKA

DE: LA ESCUELA FIORE LE FOSSE

Decidió no abrirla en ese momento, prefirió seguir comiendo junto a su hija y disfrutar de ese breve momento.

Aún recordaba con claridad el día que había decidió adoptarla, habido sido hace tres años cuando Coralie tenía treinta años recién cumplidos y Chiara apenas tenía tres. Había sido un día normal, una de sus amigas la había acompañado al orfanato donde quedó encantada con la pequeña niña de cabello azabache y grandes ojos cafés. Desde ese entonces habían sido ellas dos solas contra el mundo.

Para ese entonces Coralie trabajaba haciendo vestidos y tenía la suficiente estabilidad económica para mantener a la pequeña Chiara, no podían darse muchos lujos pero tenían una buena y tranquila vida.

Cuando ambas terminaron de comer lavaron los trastes para luego subir a la planta alta, el plan de ese día era solamente terminar de leer el nuevo libro que Carolie le había conseguido a su hija, así que sin perder más tiempo fueron hacia la estancia, la mayor de sento en el sofá mientras que la pequeña se costó boca arriba con su cabeza recargada en las piernas de su madre.

Carolie, una madre soltera, una trabajadora, valiente e independiente, con un aire ligero y una actitud amable pero fuerte a quien le gustaba correr y nadar junto a su hija.

Carolie, la que a pesar de no ser la más bonita o la más inteligente había logrado formar una vida llena de alegría y emociones.

Carolie quien era una sobreviviente en secreto.

Carolie Devika quien en algún momento de su vida solía ser llamada también Verónica Vogue.

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𝐁𝐄𝐀𝐔𝐓𝐘 𝐃𝐄𝐏𝐑𝐄𝐒𝐒𝐈𝐎𝐍,     gilbert blythe Donde viven las historias. Descúbrelo ahora