Verónica Vogue rompe la burbuja de perfección en que vivía cuando llega a Avonlea.
Obligada a cambiar su vida por completo y a dejar los lujos atrás, descubre todos los sentimientos que nunca había dejado salir y por fin empieza a entender lo que si...
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LA MAÑANA HABÍA LLEGADO a la casa de los Barry, dando así el inicio de la semana. Veronica dio un suspiro, quito las cobijas y se dispuso a cambiarse para ir a la escuela. Ya habían pasado un par de semanas desde la pijamada y todo el asunto de Percelle se iba olvidando poco a poco. Por otro lado Gilbert no había ido a clases debido al estado de su padre, de igual manera Verónica lo visitaba ocasionalmente, aunque no habían hablado de lo ocurrido en la pijamada. A ninguno de los chicos les incomodaba en absoluto, los dos estaban demasiado ocupados en sus propios asuntos para darle importancia.
Veronica se puso su vestido morado con puntos blancos junto con un abrigo cafe, tomó su cabello en una cola de caballo y salió a la cocina para desayunar junto a Diana y Minnie May, Eliza les había preparado pan con mermelada junto con un vaso de leche el cual no tardaron más de cinco minutos en ingerir. Después de eso se dispusieron a ir a clases. Al llegar Verónica busco con la mirada a Tillie, quien para su mala suerte aún no llegaba, aún así no tenía más opción que ir a sentarse. La verdad aunque no lo admitiera en voz alta era que Verónica echaba de menos a Gilbert en clase, pero aún así guardaba sus pensamientos como lo hacía la mayoría de las veces. Después de todo Verónica era una Vogue, expertos en guardar secretos.
"Buenos días" Saludo Verónica a Tillie con naturalidad cuando la vio sentarse enseguida de ella, ese día no era especial para la chica de cabello rizado, era simplemente un día más o un día menos en otro caso.
"¿Aún no lo sabes verdad?" Pregunto Tillie poniendo una mano en el hombro de Verónica a quien le dieron escalofríos, el tono de su amiga era tan inusual, tan deprimente.
"¿Saber que?" Pregunto la chica confundida, su mente se bloqueo dejando a Verónica sin pensamientos, sabía que la noticia iba a ser mala pero no tenía ni las más remota de que era.
"Anne me ha avisado que el padre de Gilbert ha fallecido hoy por la mañana, no hace mucho he de suponer" Las palabras que salieron de la boca de Tillie le pusieron los vellos de punta, el pobre de su amigo había perdido a su padre. Gilbert era un huérfano ahora.
"¿Te inventas una excusa para el profesor?" Verónica le pregunto a Tillie mientras tomaba su mochila, Tillie asintió y Veronica salió del salón de clases lo más rápido que podía.
Había nieve, el invierno había llegado y ella apenas lo notaba de verdad pues al querer moverse con rapidez la nieve de sus zapatos se lo impedía, sentía una fuerte presión en el pecho, su cabeza le causaba una molestia, el dolor que sentía era mayor a un simple mareo. Pero siguió, en este momento solo quería ver Gilbert, quería darle un abrazo y decirle que nunca lo iba soltar, quería hacerle sentir que no estaba solo, hacerle saber que ella estaba para el, por que Verónica sabía lo que se sentía estar completamente sola. Camino a través del bosque por minutos infinitos hasta por fin poder visualizar la casa del chico, la casa que se veía reluciente en verano ahora se veía apagada en el invierno y no necesariamente por el cambio de la temperatura.
