capitulo 9 no todos los recuerdo son malos

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‘’porque los humanos muy poco recordamos y muy rápido olvidamos, la vida no puede ser triste todos los día, pero puede, transformarse en un sueño solo un día. ’’

Con el tiempo se olvida, sobre todo cuando tienes en tu vida a una persona para amar, una persona para abrasar y sonreír, una persona con quien estar y compartir todos los días ese calor, que uno siente al ser seguro.

Ya transcurriendo dos años y medio, Daniel y yo vivíamos juntos, no lo teníamos todo, pero si lo suficiente para vivir, la casa de él, había sido vendida a un gran precio y vivíamos en mi casa, la escuela, la había terminado y trabajaba en un restaurant por las noches, Daniel, dejo de estudiar y se hizo mecánico, al parecer a él le asentaba muy bien ese trabajo y su ganancia era buena.

Era una noche de navidad, luego del trabajo, la noche se hizo nuestra, y enseguida, en mis  manos llego lo más esperado que me pudo parar. Daniel me había regalado un cachorro, era hermoso, juguetón y algo flaco.

-lo recogí de la calle y pensé en traértelo a ti, bueno, no podemos tener hijos, pero si un cachorro- dijo Daniel ocultando algo detrás de él.

-gracias, es hermoso. Dime, ¿qué traes que ocultas tanto en tu espalda?- dije siendo sarcástico, pues  el ramo de flores que ocultaba en su espalda era muy grande y lo podía notar fácilmente.

-adivina, a que no lo sabes- sonrió.

-un elefante, tonto, lo veo desde aquí- sonreí a carcajadas mientras el trataba de comprobar que fuera cierto lo que yo decía.

-toma, son rosas rojas, la mujer que me las dio dijo que se las diera a la persona que amo-

-el rojo es de amantes- bromee.

-entonces me equivoque, las tuyas son las rosas- trato de burlarme, y hizo que lo mire de erre ojo. –Bromeo, bromeo, son para ti, ahora sabrás que mi color favorito es el rojo-

Los dos sonreímos como nunca lo habíamos hecho.

Había pasado alrededor de cuatro años de nuestro noviazgo, no teníamos exactamente la cuenta de cuánto, y durante esos cuatros años, no habíamos hecho el amor, el me había preguntado una sola vez y le dije que me esperara,  el siendo una persona realmente confiable, me espero. Ciertamente, confió tanto en él como para creer que él nunca me engañaría y me esperaría.

-¿Qué nombre le pondrás a nuestro hijo?- Daniel pregunto con una sonrisa extraña.

-¿nuestro hijo?-

-sí, nuestro hijo, el perrito, luego veremos cómo se comporta y tendremos más, pero por ahora será el primero-

-bueno, pero es un buen padre, paciente y nada celoso, ¿me oíste? –

-lo prometo, y tu se una buena madre y confiable, sobre todo, no vayas a matar al nuestro hijo si rompe algo, a ti que eres ordenado- seguía burlándose de mí. –Bueno, elije el nombre-

-Albert, Fred, Samuel, manchas, o… no se me ocurre otro, es difícil, ¿Cuál te gusta más?-

-no, a mi tampoco se me ocurre, míralo bien, y saca un nombre que sea de su cualidad- los dos entretenidos con el perrito lo miramos atento para ver que hacía, y no se nos ocurría nada, el perro estaba tan quieto como para nombrarlo perezoso.

-lo tengo, mira, su pelaje es negro y es muestro niño, nombrémoslo, Black kid- dijo Daniel pegando un pequeño salto de su asiento.

-¿niño negro en ingles? Suena algo racista, ¿Por qué no dark? En vez de negro, oscuro, suena a siniestro a… no sé, nómbralo como quieras-

-dark (oscuro) me gusta como suena, pero también será kid, porque es nuestro niño, se llamara dark kid-

-dark kid, está bien, me gusta, ven dark kid- llame al perrito, quien no tardo en saber que ese es el nombre que elegimos.

-bien, ya tenemos un nombre para nuestro hijo, ahora, ¿Qué aremos?- Daniel parecía aburrirse.

-no lo sé, ágamos algo juntos- me miro como si no esperara esa palabra de mi y un completo silencio se agobio de la sala haciéndome ponerme algo nervioso. –Ágamos, la cena, no comí y estoy hambriento-

-sí, gran idea- no tardamos en cocinar un delicioso platillo de carne que luego comimos y nos encontrábamos solos y aburridos otra vez. -ya cenamos, y no tenemos nada que hacer, otra vez- dijo con voz suave y mirándome de erre ojo nuevamente.

-miremos una película- casi nunca estábamos juntos, era muy poco el tiempo que teníamos para nosotros solos y no podía acostumbrarme a que el me viera con esa mirada que a veces hace para mi, esa cara de deseos, no sé el porqué pero me hacia poner nervioso y siempre evitaba esa mirada ocupándolo con otras cosas, pero el error, es tratar de evitarlo con una película. Pues había llegado el momento mas romántico de la película en donde la pareja hacia el amor y pasaban esa escena. Lo que hizo que me sonrojara y lo mirara yo a Daniel con aquella cara que tanto esquivaba de él.

-¿q-que sucede? ¿Por qué tienes esa cara en tu rostro?- Daniel comenzó a mirarme nervioso.

-no es nada, voltee mi cara pero luego volví a mirarlo inconscientemente y Daniel me miro fijo una vez más, pero esta vez, la mirada era la misma para ambos.

En silencio, se escuchaba como nuestro corazón lentamente se sincronizaba, como nuestro amor se envolvía en nosotros y nos hacia exasperarnos de placer y mucho amor, entregando nuestro cuerpo, a nuestra voluntad.

‘’ en mi memoria solo tenía recuerdo de lo injusta que fue la vida, pero jamás el lado bueno de lo que he vivid.  La inmortalidad, que sentí en ese momento, olvidando, todo lo que me molestaba, lo que me olvidaba, y entonces me di cuenta, que los humanos, o quizás seres vivo, estamos hechos para olvida.  Si algún día, desaparecería yo de este universo, me olvidarían fácilmente, porque después de todo, no fui nadie, ni nada para cambiarlo.

La nieve cada vez más me cubre y hace que me duerma, no quiero dormirme, o si no, no podre volver a recordar estos recuerdos vividos en el ayer, como este, feliz y tranquilo. Hace que mi cuerpo sienta paz. Pero aun, no puedo dormirme, tengo mucho para recordar, quizás algún recuerdo, derrita esta nieve, quizás, en algún recuerdo, me permita seguí soñando para no desaparecer ni extinguirme. ’’

bajo el cielo azul (yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora