❷. 𝓛𝓪𝓼 𝓽𝓮𝓳𝓮𝓭𝓸𝓻𝓪𝓼 𝓭𝓮 𝓭𝓮𝓼𝓽𝓲𝓷𝓸𝓼

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¿Qué delito podía cometer un ángel?

Jungkook observaba al chico de cabellos dorados, cuestionándose qué cosa tan horrible podría haber hecho aquel muchacho para merecer una mutilación tan brutal.

No entendía muy bien el funcionamiento biológico de un ángel, pero estaba seguro de que si fuera un humano ya habría muerto desangrado.

Lo único que pudo hacer fue limpiar las heridas y vendar la espalda de... ¿Taehyung? Sí, sí, era Taehyung.

Ahora, el ángel estaba sentado en la ventana, con una taza de té caliente entre sus manos y vestido con la ridícula ropa que la madre de Jungkook le envíaba todos los inviernos. Sin embargo, la ropa que a él le quedaba tan ridícula, le sentaba malditamente bien a Taehyung.

Estaba seguro de que cualquier cosa le sentaría bien a Taehyung.

-¿Puedo preguntar? -Jungkook se acercó a la ventana y se sentó en el suelo junto al rubio con cautela -¿Puedo preguntar qué has hecho?

Taehyung miró fijamente su taza y volvió a beber, el té caliente cayendo por su garganta, aminorando el dolor. Se volvió hacia el castaño para clavar sus intensos ojos zules en él.

Veintiún años atrás, Seokjin había decidido encargarle al ángel la misión de velar por la vida de aquel joven hasta que el cosmos decidiera el fin de sus días.

Sin embargo, el fin de sus días había decidido llegar demasiado pronto.

Taehyung se había entrometido en el trabajo más sagrado que existía en los cielos, había enfandado a las Moiras y, lo que era aún peor, se había revelado contra el mismo universo.

-Cambié el destino -susurró el rubio, sintiendo que su gargarnta empezaba a mejorar.

Jungkook observó el perfil del ángel, que había vuelto a fijar su mirada en la taza de té.

-¿Y eso es tan grave? ¿A caso no cambiamos nuestro destino constantemente? -cuestionó el castaño inclinando su cabeza para ver mejor la expresión del otro chico.

Taehyung sonrió de medio lado, la tristeza y el odio invadiendo su mirada.

-Los humanos no controláis vuestro destino, os empeñáis en creer eso para sentir que no estáis a merced de ningún ser superior, para sentiros seguros -volvió a beber de su taza -. Pero solo sois marionetas en manos de las Moiras.

El castaño se sentó en la ventana, justo enfrente de Taehyung y puso sus manos sobre las manos del ángel, provocando que este levantara la vista hacia él con sorpresa.

-Tus manos siguen frías -murmuró el chico y frotó sus manos sobre las del rubio para darle calor. Taehyung volvió a sentir aquella calidez tan agradable en su pecho, ¿cómo podía ser algo malo aquello? -. Enonces... espera, ¿qué son Moiras?

-Tejedoras de destinos, se dedican a controlar el hilo de la vida de cada mortal guiadas por las indicaciones del cosmos -Taehyung suspiro frunciendo el ceño -. Me entrometí en su trabajo, cambié el destino de un mortal y me despojaron de mis alas. Fin.

Jungkook detuvo las caricias sobre las manos de Taehyung.

-¿Cambiaste el destino de un mortal? -el rubio asintió sin mirarle - ¿Por qué?

Porque me enamoré.

-Porque no merecía ese destino -susurró intentando ignorar el dolor en su corazón.

Sabía que había hecho algo horrible, y que se merecía aquel castigo.

Pero no se arrepentía. Maldita sea, nunca se arrepentiría de aquello.
Por su parte, Jungkook continuó acariciando las manos de Taehyung, aún sabiendo que habían entrado en calor hace rato.
Si aquel chico de verdad era un ángel, si de verdad había caído del cielo, cabía la posibilidad de que Jimin estuviera en un lugar mejor, tal vez su Jimin se había convertido en un ángel.
Sonrió ante aquella idea, provocando que el rubio le mirara interrogante.
-¿Sabes a dónde vamos los humanos después de morir? -preguntó el castaño de repente.
Taehyung hizon una mueca. ¿Por qué no le sorprendía que sacara ese tema?
-No puedo hablar de eso con un mortal.
-Pero tú ya has caído, me has hablado de las Moiras, ¿por qué no de la muerte?
Taehyung se llevó la taza de té a los labios para darse cuenta con pesar de que estaba completamente vacía.
Jungkook suspiró.
-Trae, te haré otro té -dijo, llevándose la taza.
El ángel abrazó sus rodillas y observó a través de la ventana. Había empezado a nevar.
El dolor y la culpabilidad estaban oprimiendo su corazón, ¿de verdad podía aceptar la amabilidad de aquel chico después de lo que había hecho? ¿Sabiendo cuál era su misión después?
No debía, pero, ¿cómo podía alejarse de aquella calidez? ¿Cómo podría dejar de adorar aquellos ojos que parecían haber robado todas las estrellas del firmamento?
Estaba siendo egoísta, pero ahora era un ángel caído, ¿no? Podía permitirse ser egoísta, aunque fuera por un corto período de tiempo.
-Ah, ten cuidado, está muy caliente -advirtió Jungkook volviendo a dejar la taza humeante entre sus manos.
El castaño se sentó de nuevo en la ventana y miró de reojo al ángel.
-¿Te apetece cenar ramen? No sé cocinar, pero puedo pedir en el restaurante de aquí abajo, hacen el mejor ramen de la ciudad.
Taehyung sonrió para Jungkook, lo que el castaño tomó como una respuesta afirmativa.
En cuanto el chico desapareció por la puerta para ir a pedir la cena, Taehyung volvió a clavar sus ojos en el paisaje tras la ventana.
¿Qué demonios era el ramen?

손상된 [sonsangdoen] (Taekook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora