❸. 𝓤𝓷 𝓪𝓵𝓶𝓪 𝓹𝓮𝓻𝓭𝓲𝓭𝓪

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En un callejón oscuro, entre las sombras de la noche y el frío de la muerte, un joven de cabellos plateados y esperanzas rotas vio como lo único que le anclaba al mundo corría lejos de él.
-Me has olvidado -susurró aún sabiendo que él ya no podía oírle.
Una figura se acercó a él y posó sus finos dedos sobre su hombro.
El hombre de rasgos felinos acercó sus finos labios al oído del chico que se estremeció al sentir el frío aliento en su piel.
-Su ángel veló por su alma y él se olvidó de ti -susurró, sus palabras cargadas de veneno.
El chico de cabellos plateados se tragó sus lágrimas y se aferró a la mano del hombre, prométiendose en cuerpo y alma a aquel que había cuidado de él desde que su corazón había dejado de latir.
-¿Tú no me olvidarás?
El hombre dejó un beso en el cuello del chico.
-Conoces mis promesas, Jiminnie.

••••••

Sus párpados pesaban.
Nunca había sentido aquello.
Después de que Jungkook se levantara del suelo y entrara en casa, se habían quedado sentados en el sofá, el castaño apoyando la cabeza en el hombro de Taehyung mientras éste le dedicaba suaves caricias en el cabello.
Se sentía tan bien con aquel chico prácticamente ronroneando como un gato entre sus brazos.
Entonces había llegado aquella extraña sensación de pesadez en sus párpados.
No entendía aquello, pero su cuerpo empezó a pesar también.
Un profundo terror le inundó cuando sus ojos se cerraron de golpe, dejándole en la oscuridad más absoluta.
Fue en aquel momento cuando comenzó a viajar.
Imágenes empezaron a formarse frente a él, y los recuerdos le golpearon.
Se vio a si mismo, con sus alas todavía surgiendo de su espalda, acercándose a la guarida de las Moiras para consultar el destino de su protegido.
Una de ellas, la de cabello azabache, había sonreído para él, felicitándole ya que nunca había visto a un guardián que se tomara tantas molestias.
La mujer cerró los ojos para conectar con el cosmos y, después de unos segundos, los abrió con expresión seria.
-Nada -murmuró y se giró hacia una de sus hermanas.
La otra mujer de cabellera dorada y la piel cubierta por completo por pecas frunció los labios.
-Es una señal -habló la rubia -. Es hora de cortar.
La morena le miró apenada.
-Lo lamento querido, parece que tu protegido terminó con su destino en este mundo -habló con serenidad.
Serenidad que contrastaba de forma curiosa con la ansiedad que sentía ahora Taehyung.
Iba a morir.
Iban a terminar con la existencia de Jungkook.
De su Jungkook.
No podía ser.
Salió corriendo de la guarida de las Moiras y buscó a Seokjin.
Encontró al rubio entre pilas de libros y manuscritos antiguos.
-¡Jin! ¡JIN! -exclamó Taehyung cuando llegó a su lado, cayendo de rodillas junto a él.
Su respiración era frenética y sus alas se desplegaban y cerraban de forma automática a causa de la ansiedad.
-Te he dicho que no me llames así y mucho menos tan alto, alguien podría oírte -murmuró el chico de cabellos dorados y ojos cafés.
-Jin... -murmuró Taehyung - Va a morir... Van a cortar su hilo... ¿Q-que hago?
Seokjin le observó, el dolor se reflejó en sus oscuros ojos durante una milésima de segundo antes de que apartara la mirada.
-Nada -respondió sin más.
Taehyung se aferró a sus ropas con desesperación.
-¿Nada? J-jin... Soy su guardián, a-algo podré hacer... Yo...
El otro rubio se giró bruscamente hacia él y le tomó por los hombros.
-Te lo dije Taehyung, te dije que no te encariñaras con él, que sentir esas cosas era cosa de mortales. Te lo dije Taehyung... -le soltó y volvió a sus libros - Es el deseo del cosmos, ya nada se puede hacer.
Aquella fue la primera vez en su extensa existencia en la que Taehyung sintió aquel dolor en su pecho, como si le quemaran el corazón.
No iba a perder a Jungkook.
Tuvo la sensación de caer, su corazón se aceleró y sus ojos se abrieron de golpe.
Cayó sobre una superficie dura y gruñó ante el dolor en sus rodillas y su cabeza.
Se tumbó boca arriba, asustado, y vio la gran estantería llena de fotos... Él ya conocía aquella estantería, ¿cierto?
Aquello se confirmó cuando vio la cabellera castaña asomar por el borde del sofá y acto seguido un par de grandes ojos oscuros le miraron con diversión.
-¿Estás bien? -el rubio sólo le miró, deleitandose con los dulces rasgos del chico por el que había sacrificado toda su existencia. Y no se arrepentía, maldita sea - ¿Has tenido una pesadilla? -insistió.
Taehyung frunció el ceño.
-¿Pesadilla?
Jungkook sonrió.
-Sí, un mal sueño.
El ángel frunció aún más el ceño.
-¿Sueño?
El castaño rió de forma sonora, haciendo que el corazón de Taehyung vibrase. ¿Qué era aquel sonido?
-¿Nunca habías soñado?
El rubio agitó la cabeza negando. Luego se incorporó para volver a sentarse junto al chico.
-Nunca me había pasado esto -murmuró mirando la palma de sus manos.
-¿Nunca te habías caído de un sofá?
Taehyung rodó los ojos.
-Nunca... Había hecho eso... Cerrar los ojos y... ¿Soñar?
Se giró para ver al castaño que había abierto sus ojos de par en par.
-¿Nunca habías dormido? -preguntó sorprendido - ¿Los ángeles no duermen?
Taehyung negó aún con el ceño fruncido. Jungkook enredó sus dedos en las doradas hebras del ángel provocando que este se relajara al instante.
Apoyó la cabeza contra el respaldo del sofá y suspiró sonoramente. Podría quedarse así toda la eternidad.
Pero ya no era eterno.
Volvió a escuchar la voz de Seokjin en su cabeza.
«Eso es cosa de mortales»
Pero él ahora era mortal... Tal vez podría quedarse. Quedarse con Jungkook, tal vez no toda la eternidad, pero sí toda una vida.
Quedarse con Jungkook...
Como si su subconsciente se burlara de él la imagen del chico de cabello azabache que aparecía en muchas de las fotos que había en la gran estantería del salón apareció en su cabeza, arruinando todas sus fantasías.
El corazón de Jungkook ya pertenecía a otra persona.
Notó como el castaño se movía a su lado.
-¿Tae?
El ángel abrió los ojos fe par en pal cuando notó que su corazón daba un vuelco. ¿Tae? Tae sonaba perfecto en labios del mortal.
Nunca habían acortado su nombre, y mucho menos lo habían pronunciado con tanta dulzura.
Clavó su mirada en Jungkook.
-¿Sí?
-¿Tienes hambre? Ayer no nos comimos el ramen -dijo el chico sin dejar de deslizar sus dedos por los cabellos de Taehyung.
¿Cómo te voy a negar nada si sigues haciendo eso? -gruñó para sus adentros mientras asentía hacia el castaño.
De todas formas, aún no sabía que era el ramen.
Jungkook sonrió con la emoción de un niño pequeño mientras se levantaba para preparar la comida, provocando un pequeño quejido por parte del ángel al retirar los dedos de sus cabellos.

손상된 [sonsangdoen] (Taekook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora