ELIZABETH
David tenía la ventaja de ser amigo de James, pero yo no lo era así que al pararme y preparar café y sopa caliente me escuchó y cayo del sofá cama, fue muy gracioso solo me reí.
—Ten cuidado, buenos días.—dije al ver que se ponía de pie.
—Lo siento, buenos dias.—dijo algo desconcertado.
—No lo sientas, ven a desayunar.—lo invité, al fin se sentó en el banquillo de la cocina y sin ver que era le dio una cucharada.
—Mmmmmm esta rico —dijo probando la sopa.
—¿De verdad creías que cocinaba mal?—pregunté.
—No... para nada pero....mmmm mejor sigo comiendo.—se veía apenado pero yo no sabía por que.
—Tengo que pasar hoy por los resultados de las pruebas a Mood.
—Voy contigo—dijo de inmediato.
—David tal vez deberías verte al espejo primero—busco su reflejo, lo encontró en mi microondas y se asustó.
—Ahhh ¿que me pasó?
—Sake un monton de sake,—no sé por que pero me pareció gracioso.
—Lo curioso es que tu estes tan fresca, ¿que no te hizo nada la resaca? me termino esto y voy a casa a bañarme...—pero lo interrumpi.
—Si quieres báñate aquí, hay café que acabo de hacer y también tengo ropa que te puedo prestar, —me vio con cara de "ropa de quien" le señalé la ropa—pontela de todas formas es ropa de la empresa, estarás usando la marca, eran muestras.
—Gracias.—dijo dándole otra cucharada.
—Me tengo que ir.—dije viendo la hora.
—Así me dejas solo en tu casa.
—Mmmmm si, cierra al salir y te veo en la oficina José y la limusina me están esperando.
Por la mañana salí por varios encargos de mi jefe del infierno, pero al menos todos eran con respecto al trabajo, contacté con varios publicistas y los insté para que mencionaran artículos de la empresa en sus periódicos o revistas, al llegar y saludar a Rose lo que no me esperaba eran las rosas que había en mi escritorio.
Con una nota escrita solo tenía el número 300 y su inicial una S.
Me sorprendí tan sólo al ver la tarjeta, el número me hablaba de menos de un año, me estaba quedando sin tiempo.
—Hey chica ¿Quién te las envió? —me interrumpió Rose de repente al verme leer la tarjeta.
—A solo mi, un... chico.
—No te creo, ¿tuviste una cita? —dijo acercándose a mi escritorio.
—Vamos, es sólo alguien con quién salí el otro día.—dije sin más.
—Detalles, ahora —dijo Rose demandando y acercándose justo a mi lado.
De pronto James Hammer salió de su oficina y dio un portazo con el que las dos brincamos por la sorpresa.
—Señor Hammer—dijimos las dos.
—¿Ya está mi informe Hardy? —me dijo, era la primera vez que me llamaba por mi apellido, me sorprendí.
En todo en lo que podía pensar era "que forma de decir buenos días, por favor".
—Solo lo tengo que recoger de Diseño.—dije acerca del reporte.
—Lo quiero cuando vuelva de desayunar.
—Si señor.
Después se fue a tomar el ascensor presionando el botón como si lo odiara, nos le quedamos viendo hasta que bajó.
Esa fue su primera reacción como el demonio que era antes.
—Te cuento después —le dije a Rose.
—¿Por que? —dijo decepcionándose y con cara de puchero.
La veo y pienso, ¿podría hacer yo así esa cara? Bueno creo que nunca lo hacía, ni nunca se la haría a nadie.
—Porque creo que si no tiene ese informe se le saldrán los ojos. —contesto.
—De acuerdo, pero ¿y tus flores?
—Solo déjalas junto a mi escritorio, —dije alejándome de allí.
—Huelen bien—dijo ella.
—Te las puedes quedar. —dije yo poniéndome en marcha a Diseño aun sabiendo que era muy temprano, después de todo solo importaba el número no las flores.
Así que 300 días.
En Diseño tuve que hacer tiempo y esperar pues aún no estaba listo el informe,(como yo lo sabía) pensando en ello seriamente, mi jefe nunca habló de lo que paso en el hospital no sabía cómo era posible que estuviera de vuelta enojado conmigo dándome miradas que matan, yo era la que merecía estar enojada. Pero su cara de sorpresa al decirle Idiota, esa nunca la iba a olvidar y al pensar en ello siempre me hacía sonreír.
Esa misma noche al despejarme de todo y y ya por ponerme la pijama, de la nada me mandó un mensaje:
*QUIERO POLLO Y CERVEZA, AHORA.
Sonreí por alguna estúpida y desconocida razón.
Cuando llegué con el pollo y cerveza a su casa ni me lo agradeció o insultó. Eran las tres de la madrugada pero aún así dijo:
—Ya comiste cierto, por que... ¿quieres? te comparto.—Había algo diferente en su mirada.
—Ahh si bueno —pues no supe que más decir así que me senté a su lado.
Estaba en la piscina en bata y comiendo una pierna de pollo frita, por alguna razón me dio risa y pensé en una foto esa si me gustaría verla en alguna pagina amarillista.
El notó que me reía y dijo:
—¿De que te ries? —dijo desprevenido y con pollo en la boca.
—De nada ¿No pensarás en nadar a esta hora verdad? —respondí, al sólo decirlo pensé que lo traté de tú.
—Pues podría pero no, ¿que? ¿te preocupas?
—Para nada.—dije.
De la nada dejó el pollo y se me acercó a dónde estaba sentada (a esta altura podía verme creo cada pestaña) yo no me hice para atrás, luego su dedo me tocó levemente los labios dandome un cosquilleo, él no dijo nada y hubo un momento entre nosotros, uno, dos y tres segundos, nos quedamos inmoviles.
De repente vio mis labios, tragó saliva y se acercó.
Ahi fué cuando me paré dispuesta a irme.
—Buenas noches señor, me voy.
Me daba la vuelta hacia la salida, cuando me llamo de nuevo:
—¡Liz! —gritó mientras me lanzaba algo, lo atrapé en el aire y vi que era un ala de pollo frita.
—Ahhhhhhh—dije con sorpresa al atraparla.
—Buenas noches—dijo mientras se reía.
Al llegar al auto estaba enojada, este idiota aventándome pollo como una bola de baseball, debia regresar a casa y no tenía donde poner la dichosa ala de pollo, estúpido e idiota Hammer sólo tomé un taxi al salir así que me pareció buena idea poner el ala frita arriba de mi bolso en el transcurso de vuelta.
Al llegar a casa vi al gato de mi rentataria rondando por la ventana tomé el pollo y se la ofrecí, saltó por la barda y tomo mi obsequio, vaya regalos que daba James Hammer. El gato de mi vecina se puso justo al lado de mi puerta a comerse el ala de pollo.
En ello me llega un mensaje:
*No te tardes tanto para la próxima.
Ahhh ya es el mismo tonto de siempre.
***
A la mañana siguiente al salir por la puerta ya no había señales de la única cosa que me había dado James Hammer, ese idiota...

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ESE DEMONIO ES MI...JEFE
Romance-El día que no cumplas lo que te pida, yo mismo te despediré. -No pasará-dije con mi mejor cara de póker, como si yo fuera feliz de repartir cosas como flores a las cuatro de la madrugada ¿Quién soy papa Noel? ¿el hada de los ramos? ya después al sa...