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ELIZABETH

Pero aún con todo lo que pasaba, amaba un poco a Steve es raro decirlo pero me trata como a su hermanita, o una amiga...aunque bueno no me puedo otorgar ese nombramiento.

Por la tarde estamos avanzando mucho en los pendientes con mi jefe y le recuerdo la agenda mientras él trata de no verme y gritarme con los ojos cuando...

—Tiene una cita a las seis con Administración en seguridad quieren revisar la entrada y —su celular suena y de antemano los dos sabemos quién le habl él de inmediato me hace una seña de "espera".

Yo le llamo la "lapa" pero para el registro oficial es la loca/infantil/dependiente/obsesionada alias la novia de mi jefe y no lo deja en paz ni cuando va al baño, pero el nombre con el que nació fue Monik; la detesto.

Digo porque entre todos los nombres posibles al parecer ese era el más "lindo" alguien decidió enseñarle a esa mujer como usar un celular y déjenme decirles que ese alguien no sabía lo que hacía.

—¿Estas aquí? —dice mi jefe aún por teléfono.

Oh no... lo que me faltaba dentro de poco es la reunión con los japoneses y le tenía que decir de lo que era correcto o no frente a ellos a James y por cómo se manejó la vez anterior, de como los traté es como se cerraría este contrato que era el semestral, no quería a esta loca aquí justamente para arruinar todo.

—Ahh sube por supuesto. —dijo mi torpe jefe.

No lo permitas Liz, me dije.

—Señor si me permite tenemos que ensayar su presentación con el grupo japonés. — Pero no sirve de nada sigue escuchándola a ella.

—Ahh entonces te espero. —después me da "la mirada".

—Lo repasaremos después, tal vez más tarde.—me dice con el seño fruncido.

—Pero señor...—pero de nada sirve no me esta ni viéndome, menos escuchándome.

Estaba cansada por el día de hoy, había corrido en tacones por los 20 pisos para la presentación, había ido con David  a pasar horas buscando telas que sólo sirven de muestras y ahora tras lo que solo quiero parar un momento y descansar mis pies por cinco minutos llega esta tipa a arruinarme un día de progresos—Oh no ya le dejo pasar, — pensé de inmediato pero por una vez en la vida vi que tuvo buen juicio pero como no a los 5 minutos ya sabía que esa lapa se lo quedria llevar temprano y al menos por hoy y mañana él tenia que quedarse.

—Salgo de su oficina y de inmediato me siento en mi escritorio junto a Rose, quien sabe como soy y lo que me molesta casi siempre.

Me quité los zapatos un momento y Rose me pregunta:

—¿Rímel?

—Y por el resto de la tarde. —digo mientras me siento más de 5 minutos seguidos, creo que por primera vez en el día.

Rose a la "Lapa" la apodo "Rímel", por las veinte capas que al parecer usa, enserio lo veo pesado.

—Si no ensaya lo de los japoneses...

—Ni lo menciones...—le digo estoy por  soltar un ahhhhhh, cuando:

—Liz ven acá —dice por el interfón.

—Los odio —gesticulo a Rose, me pongo los zapatos y me paro del escritorio.

—Lo sé. —me contesta, así que entro si no hay más remedio y por supuesto tengo que preguntar.

—¿Que se le ofrece?

—Acompaña a Monike a Barnies y comprale lo que quiera, va a necesitar un poco de ayuda.

—¿Pero amor no puedes venir conmigo? quiero tu opiniooooon.—dice ella.

Lo que me faltaba ahora para quitársela de encima me utiliza a mí para sus mandados, estoy harta, ¿quien soy? ¿una marioneta?, porque si dice salta lo hago al parecer, enserio que gano con esto ¿quien soy yo, por que hago esto?

—¡Pero amoooooorr! —sigue rogando ella, mientras me irrita con su voz.

Trato de cerrar los ojos y tragarme el enojo pero la garganta me arde.

—Ya te dije Mon es mejor que me sorprendas con lo que compraste ok.—le dice él simplemente.

—¿Por que no puedes mmmmmm? ¿mmmmmmmmmmm?—pregunta haciendo pucheros, te lo digo tiene tres años mentales, trato de poner buena cara pero no me sale, quiero salir de aquí pero.

—Pero ¿por que mmmmmmm?—sigue preguntando.

—Por que no te comes tu lengua— pienso, pero no, ohh creo que lo dije.

—¿Que dijiste? —preguntan y lo juro se me ocurrieron varias respuestas para salvarme de ello pero...salió la verdad, me volteo y se los digo de frente.

—Dije, ¿porque no se va por el día de hoy? —así sin más toda seria.

—¿Estas hablándome a mi? —dijo parandose del sofá en el que rogaba la tonta con su voz real, James se puso alerta.

—Al parecer es así. —contesté ahí usando un tono para tontos, fue cuando James se paró de la silla y quedo frente a mi.

—¿Amor vas a dejar que me hable así? —cruzó los brazos y claro que puso su cara de no puedo creerlo y su tono chillón, aún así no me retracté.

Ya estaba demasiado cansada, ya había tenido suficiente de todo.

—Sabe que...—no podía parar— no me importa si puede creerlo, ¡me largo! —Hammer me agarró por al brazo y trató de agarrarme pero me zafé y se sorprendió salimos fuera de su oficina y exploté llegue al pasillo ahí fue cuando sentí el jalón en mi brazo de nuevo.

Estaba harta y no me arrepiento de cada palabra que dije:

—¡Espérate ahí! —dijo mi jefe poniendo cara de sorpresa.

Ella se quedó en la oficina y no sé que se apoderó de mi pero no podía parar.

—No me importa, llevo soportando esto tres malditos meses ahh —dije arrebatando de un tirón mi mano de su agarre— y solo como dato esa mujer se ve a kilómetros que solo sale con usted por su dinero además ooodio con todo el corazón su color de uñas la cual se ve que no tiene clase o estilo y sabe que solo estoy harta, odio como le habla como cachorro perdido y odio como se cree que soy su mesera no fui a la universidad para buscar agua de manantial, ¡odio que yo esté más interesada en resolver las cosas que el maldito presidente de la empresa!, ahhh y eso no es todo odio con cada célula de mi cuerpo que siempre tenga un chicle en la boca, ¿que no sabe de lavarse los dientes? Sabe que solo la odio, la odio tanto que no puedo trabajar aquí, si quiere decírselo por mi estaría agradecida.—terminé con mi mejor cara.

—¡Elizabeth ven aca! —dijo James con decisión.

—No, ahh y otra cosa ¡usted no me despide yo me voy! —dije, poniéndole un dedo justo en el corazón.

Se hizo para atrás y se me quedó viendo mientras se cerraba el ascensor.

Era muy tarde, ya había solicitado el asensor y ya había oprimido el botón de lobby, —justo vi que David llegaba detrás de mi con cara de angustia— era tarde ya no volvería y menos para darle el gusto de despedirme frente a su tonta. Dios es mi testigo de que se sintió demasiado bien decir eso y si la hubiera tenido frente a mí no sé si me hubiera podido contener de darle un puñetazo en su operada nariz.

Me fui a casa y dormí de corrido por primera vez en meses apagando mi celular.

ESE DEMONIO ES MI...JEFEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora