Dai se encontraba en una habitación oscura en cuyo centro había una gran cama matrimonial de cobertor negro, sábanas blancas y almohadas de ambos colores. Supo reconocer de inmediato que aquella imagen no era más que un recuerdo entre sueños, el cual la atormentaba profundamente desde hacía un tiempo: el recuerdo de aquella vez en la que su pareja de ese entonces había conseguido lo que quería de ella a base de engaños y fuerza física. Y no había actuado solo. Sus muñecas encadenadas a la cama, cuatro grandes manos recorriendo su cuerpo y una frase que jamás podría olvidar: "Nadie va a escucharte si pides ayuda. Mientras menos te resistas, más te gustará" y tenía razón, porque a pesar de que su moral le impedía pensar que aquellos actos eran correctos, una vez que dejó de forcejear, esa cantidad excesiva de dedos tocando su piel comenzaron a sentirse bien. Le avergonzaba aceptarlo, pero aquello que le hicieron esa noche no le disgustó del todo. Al contrario: le gustó y la culpa la carcomía hasta su presente.Despertó sobresaltada y con las lágrimas a punto de caer por sus mejillas, Mingi estaba a su lado, dormido como un adorable ángel. Acarició su mejilla y besó sus párpados suavemente, cosa que lo hizo despertar.
—Hm... Dai...
—Hola —acariciaba sus mejillas con los pulgares.
—¿Pasa algo?
—No... sólo que te quiero.
—¿Estás segura? Tienes los ojos brillosos.
—Recordé cosas que no quería recordar, pero... te tengo a ti.
Mingi sonrió lo más que su estado de adormecimiento le permitía, rodeó su cintura con los brazos y miró sus ojos con dulzura. Dai besó su frente y mimó sus mejillas y patillas, intentando imprimir en su mente cada parte de su fisonomía. Apoyó un oído en su pecho y oyó los latidos de su corazón, que sonaban calmos y constantes, acompañados por el subibaja de su tórax.
—Gracias, Mingi...
—¿Por qué?
—Por existir.
Una corta risa escapó de su garganta y acarició su cabello suavemente, cerró los ojos esperando dormirse nuevamente, Dai hizo lo mismo. Era una noche bastante fría, por lo que dormir abrazados era una gran forma de regular sus temperaturas corporales, aunque su última preocupación era el clima.
Dai había propuesto visitar a Seonghwa, pues el cabello de Mingi estaba más largo de lo que le gustaría y sus raíces oscuras. Algo indeciso, acabó por aceptar ir esa misma tarde, pasando por los callejones habituales, en los que varios Ragers se juntaban para charlar o pelear con Vapelongers.
—Olvidé preguntarte... —dijo él.
—¿Qué cosa?
—¿A qué grupo de Rage perteneces?
—Oh... —rió— Oscilo entre High Clowd, el equipo de Hongjoong y Hwanansae, el de Seonghwa, pero nunca me interesó estar marcada. Rage es un juego de marcar territorios y realmente no hay ninguno que quiera defender excepto el que mis amigos necesiten, y dos de mis mejores amigos son líderes de grupos distintos, así que los ayudo de vez en cuando con eso de las peleas... Así que técnicamente pertenezco a dos grupos de Rage sin pertenecer en realidad.
—Y uno de Vapelong —corrigió.
—Exacto.
A la distancia, divisaron la peluquería de Seonghwa, en cuya puerta se encontraba el propio jefe de Hwanansae con una mujer bajo cada brazo, rodeado de aún más muchachas que miraban a las afortunadas con envidia asesina.
—¡Seonghwa! —Dai lo llamó con entusiasmo y al ver la sonrisa del mencionado al verla, sus fans cambiaron totalmente el objetivo de la mirada de envidia asesina.
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I CAN FIX HIM [Song Mingi] +18
FanfictionUn juego de realidad virtual ilegal debido a su alta peligrosidad, Vapelong, crea grupos y pandillas en las calles de Seúl en el año 2140. Una de estas pandillas, Angel Giraffe, es liderada por Song Mingi, uno de los mejores jugadores de Vapelong qu...