열네

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Los ojos de Dai estaban fijos en el techo, Yunho sobre ella. Dentro de ella más bien. Wooyoung se encontraba a un lado observando la escena con una mano bajo el pantalón, de vez en cuando acariciando el cabello de Dai o intercambiando miradas con el de pelo negro.

Dai se había vuelto insensible ante los actos de aquellos dos, de vez en cuando luchaba pero la mayor parte del tiempo dejaba a un lado su esperanza para evitar más problemas. Yunho se negaba a darle de beber si había luchado en el encuentro anterior, por lo que fue casi inevitable acostumbrarse a la fuerza. Por supuesto que sentía, estaba físicamente agotada y mentalmente destrozada, enfadada, impotente, decepcionada de sí misma al ser incapaz de negarse o huir. No había divisado ninguna salida posible.

—¿Por qué ya no dices nada, Dai? —Yunho acarició su mejilla, mirando directamente a sus ojos sin brillo.

—Sólo quiere molestarnos —intervino Wooyoung.

—No es cierto, mi Dai es un encanto... —esta vez mimó sus labios— Eres como una muñequita —abrazó el inmóvil cuerpo y respiró su cuello—. Una muñequita con aroma a sandía.

—Los dejaré solos —evidentemente disconforme con la situación, Wooyoung abandonó el cuarto.

Besó repetidas veces aquella suave piel y, tras quitarse la camisa, seguía frotándose cariñosamente contra ella. Dai se sentía totalmente sola y desamparada, tenía una inmensa necesidad de contacto humano fuera del ámbito sexual. Aunque fuera la persona que más odiaba, él era el único capaz de ofrecerle ese afecto, un insano, extraño y falso afecto, pero eran los cariños que necesitaba: hizo presión sobre la nuca y espalda de Yunho, creando un férreo abrazo, y rompió en llanto.

Pensaba en Mingi e intentaba situar su imagen sobre la de Yunho.

—Dai... —murmuró. Poco a poco, terminó encima de ella— Eres tan adorable... —bajó una de sus manos pero fue detenido, levantó la vista y se encontró con dos ojos rojos y húmedos.

—No quiero... —su voz estaba quebrada— Ya fue demasiado por hoy... estoy cansada.

—No hay problema —sonrió melosamente—. Tienes razón, debes descansar por lo menos un día o dos. Me he estado excediendo... pero ya tendremos bastante tiempo para hacerlo.

—Gracias...

Yunho besó sus labios con ternura y se alejó definitivamente de la cama.

—¿Quieres ir a bañarte? —Dai asintió— Ven, te ayudo.

Arrimó su hombro, socorriendo a la dolorida muchacha para que pudiera caminar. No estaba herida, sino agotada y sus piernas no daban para más. También la observó mientras se aseaba, más por morbo que por protección, y deslizó la toalla por su cuerpo para posteriormente vestirla.


***


Hongjoong miraba atentamente los hologramas de Mingi inclinado con los codos sobre el respaldo del sofá a la vez que el menor intentaba encontrar la dirección de aquellos dos para ubicarla en el mapa y poder ir sin problemas. Vio de reojo el ensimismado rostro y no pudo evitar sorprenderse al ver que casi no parpadeaba. También vio sus piercings y pensó en lo mucho que habrían dolido, además de lo bien que se veían en él, sintiéndose culpable por pensar que alguien de su mismo sexo era atractivo.

—¿Se te perdió algo? —esta vez las avellanas de Mingi se clavaron en él sin siquiera girar la cabeza.

—No —titubeó—. Lo siento, sólo me parece genial cómo usas los dedos —pensó un momento lo que acababa de decir y recapacitó enseguida—. ¡No en ese sentido! Me gustan las mujeres, sí. Eh...

I CAN FIX HIM [Song Mingi] +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora