CAPÍTULO 34

243 10 1
                                    

  - ¿Y una vajilla? -Dice Ariana resoplando mientras se deja caer sobre una pequeña butaca de la sección de decoración.

-Según ibas diciéndolo ¿No te iba sonando la idea más estúpida que has tenido en mucho tiempo? -Replico dejando con cuidado un bote de cristal muy mono con un muñeco de nieve. ¿Qué pinta un muñeco de nieve en pleno septiembre? Buena pregunta.

-Es que estoy cansada y no me gusta comprar regalos. -Lloriquea encorvando la espalda para apoyar los codos en las rodillas.

-Acabamos de llegar. -Rodeo una mesa con muchas figuritas de decoración y le lanzo una mirada rápida. -Si fueras más productiva nos iríamos antes.

-Ni siquiera sé por qué estamos en esta planta.

-Porque me has asegurado que a Ana le encantaría algo para su cama.

-Yo me refería a un tío. -Frunzo los labios para no sonreír ante su estupidez y la veo levantarse con otro gruñido. -Un cojín o algo, Miércoles. ¿Por qué miras las figuras? Dan todo el mal rollo.

- ¿Un cojín? Menudo regalo cutre para los dieciocho.

-Es que no sé qué hace cumpliéndolos justo esta semana.

-Ya ves, que mala es Ana. -Ironizo y recorro el pasillo hasta llegar a la estantería llena de cuadros.

-Es que si tuviéramos dinero le regalaríamos un viaje a las Bahamas y punto.

-Hoy te has levantado graciosa.

- ¿Y algo de cocina? Una sartén.

- ¿Por qué querría Ana una sartén?

-Para hacer croquetas. ¡Yo que sé! -Se coloca junto a mí y me quita el marco para poner muchas fotos de las manos. -Esto es culpa de la panda de capullos que teníamos como amigos. Si ahora siguiéramos hablándonos, ellos habrían puesto más dinero y podríamos haberle hecho algo guay.

-No me acordaba de ellos. ¿Eres consciente de que este viernes los veremos?

-Pues últimamente estoy que muerdo, así que no quiero ni que me soplen muy cerca, porque les doy una hos...

Me giro y la agarro por los hombros.

-Vamos a pasarlo bien ¿Vale? Es el cumpleaños de Ana y no vamos a estropeárselo.


Media hora después y sin regalo para nuestra amiga, decidimos irnos a tomar algo para ver si se nos ilumina la imaginación.

Esta semana ha sido extrañamente corta porque no hemos tenido clases. Supongo que los profesores no querían que se nos cayera una viga en la cabeza mientras dábamos los cuentos clásicos. En cuanto a Dylan apenas le dirige la palabra al mundo y mis padres comienzan a hacerme preguntas que tengo que responder para asegurarle que no tiene nada que ver con su madre. Casi no está en casa y eso me preocupa, porque Ariana tampoco quiere hablar sobre la conversación que tuvieron después de la llegada de Marina. Mi amiga evade el tema y no trata de ocultarlo. Después está Christian. Ha desaparecido de la faz de la tierra y comienzo a sentir un mono de él alarmante. Es curioso, porque me bastaría con poder verlo a través de mi ventana, porque tengo claro que no sería capaz de hablar con él ni aunque me esfuerce.

Una parte de mí dice que es lo mejor; que si no voy a ser capaz de mostrarle lo que soy y lo que hice es mejor alejarlo de mi vida; encima está todo lo que le rodea. Christian sigue siendo un misterio para mí y dudo que él quiera dejar de serlo. Al fin y al cabo, ambos estamos haciendo lo mismo y eso solo puede ser una señal de lo imposible que es siquiera replantearse ser...algo.

SÁLVAME DE TIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora