CAPÍTULO 57

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¿Qué demonios le ha pasado?

Me levanto de golpe, un poco inestable, confundida y contrariada por despertarme de esta manera y por encontrarme, además, con su cara. Con su cara destrozada, mejor dicho.

-Dios mío. -El gemido se queda a medio camino en mi garganta, ahogándome. - ¿Qué te ha pasado?

- ¿Cómo has venido? -Mira hacia atrás como si buscara a alguien, pero yo ignoro su pregunta y me centro en sus heridas. - ¿Mia? -Insiste con la mirada cuando no le respondo.

-Christian... tu cara... -Digo en voz tan baja que no estoy segura de que me haya escuchado. -Por Dios, ¿quién te ha hecho esto? -Las imparables ganas de llorar me empujan a acercar mi mano para acariciar con las yemas de mis dedos su mejilla. Pero el odio hacia quien le haya hecho esto supera con creces a cualquier emoción cuando gira la cara con una mueca de dolor y vergüenza.

Le han dado una paliza y su cara es la prueba de ello. Tiene un moratón en el ojo y otro que tira a verde en el pómulo; su labio está roto y continúa hinchado, aunque la pelea no ha sido hoy, lo sé porque probablemente todos esos hematomas estuvieron muchísimo peor el día que ocurrió.

-Estoy bien, no tienes que preocuparte. -Me da la espalda para abrir la puerta. -Vamos dentro, empieza a hacer frío.

Y es verdad, al menos lo tenía antes de ver que algún hijo de puta le ha dado una paliza a Christian... a mi Christian.

No entro hasta que desactiva la alarma y enciende las luces, pero cuando lo hago, cuando cruzo la puerta, me lo encuentro sentado en el sofá, con la cabeza echada hacia atrás y los ojos cerrados.

-No deberías de haber venido. -Suelta y la emoción con la que he venido comienza a deshacerse a mis pies.

- ¿No quieres que esté aquí?

-No te equivoques. -Levanta la cabeza y me mira hasta que consigue que me sienta diminuta. -Que estés aquí es lo mejor que me ha pasado en las últimas semanas, Mia; lo que no quería es que me vieras así.

<<Bueno, eso tiene sentido...creo>>

- ¿Por qué no has venido a mi casa? -Me acerco con timidez y me siento en el brazo del sofá, manteniéndome a una distancia prudente. -Te las podría haber limpiado.

Quizás no es buena idea poner de nuevo todas las cartas sobre la mesa, pero no voy a negar que quería verlo, aunque hubiera sido para curarle las heridas.

-Estoy en proceso de conquistarte, corazón; ir a que me cures las heridas no sería avanzar demasiado.

Su sonrisa me obliga a devolvérsela y tengo que reprimir el impulso de lanzarme a besarlo.

-Christian, tú ya me has conquistado hace tiempo. -Murmuro con pesar.

-Y creo que eso no te gusta. -Dice con un hilo de voz.

-Claro que me gusta, solo necesito algo que me demuestre que ha merecido la pena.

-Estás demasiado lejos, Julieta, ven aquí. Tengo frío.

Un cosquilleo se expande por todo mi estómago hasta que desciende por mi vientre y las piernas. Me levanto haciendo caso omiso a la voz de mi conciencia y me acerco para sentarme junto a él.

- ¿Quién te ha hecho esto? -Pregunto sin ser capaz de mirarlo con tanta fijeza como con la que él me mira a mí.

-Primero quiero saber por qué has venido y cómo.

-He venido en taxi.

-Estabas dormida. -Frunce el ceño y mira el reloj de su teléfono. - ¿A qué hora has llegado?

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