CAPÍTULO 46

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- ¿Sabíais que se cree que Leopoldo I le regalaba cincuenta caballos a Margarita de Austria cada navidad? ¡Se prometieron cuando ella solo tenía cinco años! -Digo interrumpiendo una conversación aburrida sobre... ¿Qué era? Ah, sobre el viaje de fin de curso del año pasado, creo.

Cinco pares de ojos caen sobre mí y sonrío antes de llevarme el cuarto o el quinto vaso a la boca.

- ¿Ya estás borracha? -Ana aparta la mirada de su teléfono y se me queda mirado. ¿Por qué me mira tanto? Me mira mucho. La que si me mira es Vanesa. Demasiado diría yo. ¿Qué quiere? A lo mejor que le dé un botellazo en la cara. - ¿Eh?

¿Qué me había preguntado? Ah sí.

- ¡Por supuesto que no! ¿Por qué dices eso? -Me río ante la expresión contenida de Sonia y le tiro una gominola a la cabeza, pero termino colándosela en el escote. Ups.

-Porque cuando estás borracha hablas de historia.

- ¡Eso es mentira! -Me defiendo llevándome la mano al corazón. Estoy sudando. ¿No hace mucho calor aquí?

-Ella siempre habla de historia. -Añade Ariana.

-Eso es verdad. -Coincido.

-Pero cuando estás borracha más.

- ¡Noooo! -Levanto los brazos para dar veracidad a mi respuesta, pero creo que consigo todo lo contrario. -Hablar de historia es genial y vosotros solo habláis de cosas aburridas.

-Está borracha. -Termina concluyendo, Sonia y Ana asiente.

-Que putas pesadas. Que estoy bien. -Vuelvo a beber de mi vaso y me doy cuenta de que está vacío. Se lo doy al chico guapo que está detrás de la barra para que me lo llene y me vuelvo a centrar en pesada uno y pesada dos. - ¡A ver si sabíais esto! Napoleón les tenía pánico a los gatos y decía una frase que mola mucho, que, por cierto, se la tengo que decir a una persona para que se la tatúe. Iría muy bien con su estilo de niñato creído. -Y lo busco con la mirada, pero Christian está demasiado ocupado en la otra punta con los chicos desde que hemos llegado hace dos o tres horas.

-Estás hablando de Christian ¿Verdad? -Miro a Vanesa que sonríe como si no supiera que quiero levantarme de la banqueta y agarrarla del pelo.

-No lo nombres. -Murmuro, pero no me escucha nadie.

-Dios, me he acostado con él unas cuantas veces y creo que no he echado un polvo mejor en mi vida. - ¡Y se ríe la muy zorra! Agarro un puñado de gominolas y no me lo pienso antes de tirárselo a la altura del pecho, y antes de que pueda reaccionar le tiro una aceituna que le da en toda la frente. ¡Qué te jodan! - ¿¡Qué haces!?

<<Vaya, que grito tan ridículo...>>

Ariana hace un ruidito con la garganta al aguantarse la risa.

-Ups, vaya.

-Mia, creo que deberías de dejar de beber ya. -Me susurra Ana y cuando la miro veo que de verdad piensa que estoy borracha.

- ¡Que estoy bien, tía! -Le sonrío con el regusto amargo del recuerdo de lo que ha dicho Putanesa y me agarro a su brazo. -No te vuelvas a ir a Francia, que te quiero mucho y te he echado de menos.

<< ¡¡¡Putanesa!!! Me muero de la risa. Puta más Vanesa. Joder, que ingeniosa soy>>.

- ¿Bailamos? -Le pregunto tirando de su mano y de la de Sonia antes de mirar a Ariana. - ¡Vamos a bailar! Me apetece mover el culo hasta abajo.

-Tu Ron con naranja, guapa. -El camarero me da mi vaso y le devuelvo abiertamente la sonrisa.

-Gracias, guapo.

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