CAPÍTULO 16

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Podría sacar mi súper-orgullo y mandarlo a freír espárrago; echarle de mi habitación poniendo la simple razón de que la última vez que nos vimos él se comportó como un verdadero capullo por no decir algo peor; podría darle en toda su bonita cara con mi decisión de que nunca más volveré a dirigirle la palabra y que me mantendré lo más lejos posible de su persona. Podría hacer tantas cosas, pero solo me basta con ver su cara para darme cuenta de que todo este rollo del perro y el gato comienza a cansarme, que si él sigue saltándose a mi habitación es porque yo se lo he permitido.

Tengo que sujetarme para no zarandearlo para que me cuente qué demonios le ha pasado, incluso en la oscuridad, que sería absoluta si no fuera por la luz de mi lámpara, puedo ver lo mal que parece sentirse. Está pálido y una capa fina de sudor le empapa la frente; ignoro que tiene una de sus manos encima de mi rodilla porque solo puedo observar cómo le tiemblan al igual que todo el cuerpo y si me fijo más puedo percibir el moratón que se le está formando en el pómulo izquierdo.

- ¿Qué problemita? Y lo que es más importante, ¿por qué siento que ese problemita tiene las dimensiones de un camión?

No sé cómo explicar lo que siento cuando veo cómo se muerde el labio inferior y cierra los ojos con fuerza al moverse para sentarse mejor sobre la cama.

-Christian, ¿Qué pasa?

-No te escandalices, parece más de lo que en realidad es.

- ¡Vamos, me estás poniendo de los nervios! -Bajo la voz porque lo último que quiero es despertar a mis padres.

Christian se echa hacia atrás apoyando todo su peso en un codo y con la otra se levanta un poco la camiseta. Lo oigo resoplar y por poco muero cuando veo la mancha que se expande por todo su vientre. Enciendo la luz para comprobar si he visto mal, pero no, para mi desgracia lo que ensucia la camiseta blanca que tanto me gusta y casi toda su barriga es sangre.

<<Sangre. Sangre. Sangre. Sangre. Sangre.>>

Me mareo al instante hasta que reacciono llevándome las manos a la boca para ahogar un grito.

-Dios mío. -Susurro acercándome un poco a él, queriéndole tocar, pero termino por no hacerlo para no tensar más las cosas. - ¿Qué te ha pasado? ¿Quién te ha hecho eso?

-Eso da igual, solo...

- ¡No da igual!

-No grites, vas a despertar a tus padres.

-Christian hay mucha... sangre. -El nudo que presiona en mi garganta hace que quiera vomitar o desmayarme, lo que venga primero.

-Vamos, Julieta, dime que no eres aprensiva, no podría ayudarte si te desmayas.

-Pero...no puedo hacer nada. Necesitas un médico y puntos, y...

La mano con la que ha levantado su camiseta me rodea la nuca y me acerca a él, interrumpiendo mi discurso. Aguanto la respiración y no me aparto, aunque el olor metálico inunde mis fosas nasales, es entonces cuando me doy cuenta de que sus nudillos también están heridos. ¿Qué has hecho, Christian?

-Escúchame, no necesito médicos ni puntos, es una herida superficial. Solo necesito que me la limpies, nada más.

- ¿Pero por qué piensas que soy tu enfermera? ¿No tienes amigos que te ayuden en estas situaciones? -Intento sonar enfadada, pero mi voz le confirma que voy a curarle como la otra vez.

-Por favor, si no fuera importante no vendría.

-Solo dime cómo te has hecho la herida.

Duda unos segundos, pero termina confesándomelo.

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