C a p í t u l o 1

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Miradas

Midoriya Izuku tenía un extraño presentimiento. Uno no muy bueno.

Si bien, el chico de cabellos esmeraldas podía llegar a ser muy observador, se llevó la sorpresa ese día...

Porque era más bien él quién era observado.

Volteaba hacia un lado, encontrándose con la mirada de muchos de sus compañeros. Volteaba hacia el otro, y era lo mismo. ¿Desde siempre había sido así? No, imposible.

Es decir, en su examen de ingreso y las prácticas sucesivas su propio poder lo había dejado molido en numerosas ocasiones; eso no era secreto para nadie.

Pertenecía a la clase 1-A, famosa por enfrentarse prematuramente al mal del mundo.

Y, para rematar, quedó como un completo psicópata en el festival deportivo de la U.A. Era de esperarse que lo miraran por los pasillos, pero de eso había pasado tiempo ya; suficiente como para haber sobrevivido de las sanguinolentas manos de Stain.

Claro que, junto a otros de compañeros, había quebrantado bastantes normas para salvar a Bakugou Katsuki de las manos de la Liga de Villanos. Pero eso, se supone, era un asunto casi confidencial.

Es decir, que probablemente ya todos lo sabían.

Por lo menos su castigo por la pelea con Kacchan ya había terminado al fin.

Quizás todos estaban demasiado nerviosos por la caída del Símbolo de la Paz.

, debía ser eso.

No obstante, Izuku estaba confundido con esa atención; mucho más cuando todos tenían diversas miradas, que variaban entre puro y cruento perjuicio hasta algo de curiosidad, podría decirse que hasta interés. Comenzaba a asustarse.

¿Acaso ya sabían que su kosei, "one for all", era heredado del mismísimo All Might?

O peor aún...

¡¿Ya todos sabían que estaba enamorado de, nada más y nada menos que, Todoroki Shouto?!

Si era así, definitivamente iba a morir.

Entró al salón 1-A, y se encaminó hacia su asiento tratando de evadir las miradas que cada vez pesaban más sobre él.

Volteó, como ya estaba acostumbrado, buscando la mirada heterocromática de su amigo, que era nada más y nada menos que su platónico. Se sentía algo acosador, pero definitivamente no podría perderse de eso ni aunque a Shigaraki Tomura lo estuviera amenazando.

Sin embargo, antes de llegar a él, una castaña de cara redonda y mejillas sonrosadas se robó toda su atención.

— ¡Deku-kun, buenos días! —saludó su amiga Uraraka con excesiva efusividad.

—H-Hola, Uraraka-san —le devolvió este, azorado, puesto que había sido interrumpido en ese vergonzoso momento.

Justo detrás de ella, la mirada de un cuatro ojos se volvió algo fría, aunque este le saludó con avidez con la mano y movimientos robóticos.

¿Por qué la mirada de Iida estaba tan cargada de odio?

Más vale que no fuera a vengar a su hermano otra vez contra Stain, o algo por el estilo.

Uraraka intentó conversar con su incómodo amigo, bastante nerviosa en su presencia, pero todos sus intentos se fueron al caño cuando un evento casi insólito ocurrió frente a ellos.

—Oye tú, jodido nerd.

— ¿K-Kacchan? —articuló Izuku, confundido. Luego de su pelea, el chico había decidido ignorarlo la mayor parte del tiempo.

—Mañana voy a hablar contigo, Deku inútil, ¿oíste? —gruñó el rubio.

—E-está bien, Kacchan, supongo...

Bueno, ahora sí que estaba más que intrigado; ¿de qué querría hablar el chico? Ya había tenido suficiente con la última pelea, así que esperaba que fuera algo diferente.

Para su desgracia, su extraña conversación captó la mirada de muchos que no estaban ni pendientes, y ser el centro de atención de nuevo no era lo que el pobre pecoso tenía en mente.

Tratando de evitar a todos, se encontró por accidente con la mirada rojiza de Kirishima. A pesar de su sonrisa puntiaguda, nuevamente estaba aquel frío resentimiento en sus pupilas.

¡¿Acaso todos los odiaban ahora?!

Izuku atinó a saludarlo con cortesía, suspirando aliviado al ver entrar a Aizawa con su habitual humor mañanero.

Bueno, eso era mejor que nada.

}•{

De tanto en tanto, Izuku detallaba el apartado que había hecho en su libreta de héroes sobre Todoroki Shouto. Con todo ese ajetreo, ¡se había olvidado por completo de él!

Moría por darse la vuelta y ver su cabello bicolor; quizás eso le diera ánimos para seguir ese día, aún con las filosas miradas sobre él.

Entonces se prepararon para la clase práctica. Las miradas seguían ahí, persiguiendo al pobre Izuku que no podía hacer nada para evitarlo.

Entró a los vestidores, tratando de librarse por un momento de esas persistentes miradas.

¿Qué había hecho mal? ¿De qué forma había lastimado a sus amigos para que estos le vieran así? ¿Era una especie de complot? ¿Y si ese era el kosei de algún nuevo enemigo...?

—Midoriya...

Izuku seguía murmurando en su diarrea verbal, sin darse cuenta de quién lo estaba llamando.

— ¡Midoriya!

El pecoso se sobresaltó, y casi se muere de un infarto al ver quién le estaba llamando. Todoroki Shouto tenía una mirada grave, desinteresada. Pero por alguna razón, evasiva. Sus ojos de ambiguo color le rehuían de forma discreta.

Pero, más importante aún.

¡¿Qué demonios estaba haciendo Todoroki Shouto allí, diciendo su nombre?!

—T-Todoroki-kun... —el pobre casi se atragantó con su vergüenza, y cómo pudo, logró decir—. ¿Q-qué ocurre?

—El entrenamiento está por empezar —avisó el chico, dispuesto a irse de nuevo.

—Ah, vale. Gracias, Todoroki-kun —murmuró Izuku, con una gran sonrisa.

El bicolor era un buen amigo.

¿Y cómo no sonreír si el chico que le gustaba lo había ido a buscar?

—No es nada.

Oh, por los calzoncillos de All Might. ¿Acaso eso era una sonrisa? Imposible. ¿Todoroki, sonriendo? No, no. Eso era como un Bakugou amable; sencillamente, en contra de la naturaleza.

Seguro había visto mal, ¿verdad?

Se esforzó en dar lo mejor de sí aquella clase.

Midoriya Izuku, a pesar de las miradas, no estaba dispuesto a rendirse.

Y menos mal, porque apenas acababa de empezar.

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