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- ¿Qué?! ¡Éso no era...! - ¿Quién se creía que era este imbécil? ¡Eso no era lo que habíamos acordado por teléfono!

- Yo soy la dueña del lugar.

Su voz se escuchó retumbar por todas las paredes y sus tacones hacían eco en la recepción.
Ya no me quedaba nada más que hacer que rezar a quién sea por mi vida y por el perdón de mis pecados y cosas demases... que tal vez eran demasiadas. Estaba seguro que le diría absolutamente todo a la dueña y mi vida acabaría aquí, o en un calabozo y sin brazos ni piernas.

- Hola, soy Kim Namjoon... Quisiera trabajar aquí.

Abrí los ojos como platos, ¿Todo esto era real? ¿No estaba drogado? ¿O soñando?

- Bien... ¿Podrías soltar a mi hijo primero? - La dueña lo miraba con el ceño fruncido y con una actitud dominante que usaba cuando tenía que demandar cosas.

El idiota me miró por unos segundos y me soltó de su agarre dejándome a su lado. Yo no tenía idea de qué decir, mi mente aún no procesaba todo lo que estaba pasando.

- Lo siento señora. - Hizo una pequeña reverencia y se aclaró la garganta. - Yo quería pedirle...

- Primero que nada, no me digas señora, soy Madam. Segundo, ¿Por qué crees que yo querría tener a alguien como tú aquí?

- Lo siento, Madam. - Se corrigió un poco nervioso y volvió a respirar profundo y su mirada cambió por completo, se veía decidido a obtener lo que quería. - Si yo trabajara aquí tendría la posibilidad de atender más clientes, mientras más clientes más dinero conseguirá. Créame soy un experto en lo que hago y acepto todo tipo de contratante, mucha gente sabe de mí, por lo que este lugar sería el doble de conocido si yo estuviera aquí.

Era lo más estúpido que había escuchado en la vida, ¿Creía que con eso se ganaría la confianza de la dueña?

- Esta bien. - ¿¡Estaba hablando en serio!? - Pero tendrás que probar si eres tan bueno como dices.

- Seokjin puede ser la prueba. - ¡¿Qué?! ¡Esto no puede estar pasando! Ahora me había convertido yo en la rata de laboratorio.

Ambos se dieron la mano como si estuvieran cerrando un trato y yo estaba en medio tratando de despertar de una pesadilla.
La dueña desapareció por donde había venido y el idiota tomó mi brazo para adentrarnos en la casa.

- ¡¿Qué crees que estás haciendo?! - Con mi otro brazo intenté empujarlo para que me soltara pero era demasiado fuerte... y musculoso.

- ¿Dónde está tu cuarto?

- Soy yo el que debería estar haciendo las preguntas aquí. - Quería bombardearlo de preguntas y reclamar cada una de las cosas que había hecho pero no podía hacerlo en el pasillo.

Ahora era yo el que lo estaba arrastrando hasta mi habitación mientras la furia se acumulaba en mi garganta.
Azoté la puerta y lo empujé contra ella. Era más bajo que él pero la diferencia no me iba a detener.

- Teníamos un trato, tú solamente debías preguntar por mi e iríamos a mi cuarto, ¿Por qué mierda debías meter a Madam entre medio de todo esto? ¡Ahora mi plan se arruinó por tu culpa!

- ¿De qué estás hablando? Me habías llamado para tener sexo y eso es lo que haremos ahora. No esperaba que fuera en un prostíbulo así que aproveché para formar parte de él, salimos todos ganando, ¿No es así?

Juro que me dieron ganas de aplastarle la cabeza como un insecto. Era exactamente igual a una mosca, estúpido y agobiante.

- ¡No! ¡No era esto lo que yo quería, no sabes nada! - Estiré mi brazo para agarrar una almohada y se la estampé en la cara.
Me tiré sobre la cama y agarré la otra almohada para taparme la cara con ella.

- Oye... Si es por lo de tu mamá, lo siento, no lo sabía.

- Ella no es mi madre. - Espeté fríamente, sentí mi lengua ardiendo al decir aquellas palabras llenas de furia. - A ella solo le gusta llamarnos "sus hijos" ... Yo no tengo madre.

El Libro De Las Puertas [Namjin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora