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En tan sólo segundos todo a nuestro alrededor había cambiado.
Namjoon se encerró en la pieza de su madre mientras yo llamaba a la ambulancia, escuchaba golpes y gritos desesperados de parte de él, pero no escuchaba nada de parte de ella. Tan sólo el terrorífico sonido de aquel pitido que sonaba por toda la casa, tan fuerte que se clavaba en tu cabeza.

Apenas terminé la llamada entré por primera vez al cuarto de su madre, repleto de cables y máquinas que se conectaban a su cuerpo, su extremadamente delgado y pálido cuerpo.
Namjoon estaba sobre ella, presionando su pecho repetidamente con fuerza, e intentando a la vez hacerla respirar con un aparato sujeto a su nariz.
Corrí hacia él y lo ayudé con el respirador artificial, no necesitábamos decirnos nada, no había ni un segundo que perder.

Yo bombeaba aire y Namjoon seguía dándole pulsaciones, de vez en cuando se detenía para escuchar su corazón, gritaba su nombre, ponía sus dedos en el cuello de su madre para ver si sentía la sangre correr, volvía a llamarla y empezaba todo otra vez.

Escuché las sirenas de la ambulancia fuera de la casa.
Namjoon se quedó quieto.
Sentí un portazo remecer todo.
Namjoon volvió a escuchar su corazón.
La puerta del dormitorio se abrió.
Namjoon aferró sus manos a su madre.
Los doctores nos apartaron a ambos, palpando, revisando.

Yo miraba como todo pasaba delante mío, era como si el tiempo estuviera acelerado para todo el resto y yo quedara varado en el mismo momento.
Veía la cara descompuesta de Namjoon, como si ya no tuviera alma, estaba inmóvil, con la vista perdida.
Ambos estábamos detenidos en el tiempo, con las mentes totalmente en blanco.

Los doctores movían a su madre, intentando resolver el problema, otros nos hablaron a los dos. ¿Qué estaban diciendo?
Ambos los mirábamos como si fuéramos sólo cuerpos ambulantes.
¿Había algo más que se podía hacer? Tenían que hacer algo.
Escuchaba el murmullo de uno de los doctores que intentaba explicarnos algo.
Pero yo no le podía prestar atención a nada más que a Namjoon. Me sentía devastado, ahogado, de tan sólo mirarlo.

¿Alguna vez se han sentido tan impotentes porque quieren hacer algo pero es imposible? ¿Cómo se supone que debía ayudarlo ahora?
Los doctores que estaban escudriñando por todas partes se detuvieron.
Nos miraron a ambos con algo que decirnos en sus labios pero nosotros ya sabíamos lo que dirían.
Lo sabíamos antes de que ellos llegaran.

Me dejé resbalar por la pared del cuarto, uno de los doctores puso su mano encima del hombro de Namjoon, negando con la cabeza repetidas veces.
Namjoon en ningún momento lo miró.
Él miraba a su madre, con el rostro en blanco, inexpresivo.

- Disculpe... Caballero, ¿Me escucha? - Lo escuché después de quizás diez llamados.

Intenté formular palabras para expresar mi confusión pero me era imposible, solamente pude mirarlo esperando respuestas.

- Tenemos que llevárnosla, ambos deben venir con nosotros para hacer los papeles.

Asentí lentamente con la cabeza, debía hablar con Namjoon, tenía que buscar una manera de sacarlo de su nube de tristeza, no sólo estaba él envuelto en ella, si no que a mí también me afectaba verlo así.
Me acerqué a él con cuidado, sentándome a su lado y tocando ambas mejillas con mis manos para que de a poco pusiera su atención en mí.

- ¿Nammie? - Seguía con su rostro en blanco, pero al menos me miraba fijamente, como un pequeño niño perdido. - Debemos acompañarla, tienes que despedirte de ella adecuadamente.

Tomó mi mano y la bajó uniéndola con la suya sobre sus muslos, bajó su mirada en algo que supuse era la aceptación de mi propuesta.
Sus manos temblaban... No, su cuerpo entero lo hacía, sólo ahora me había dado cuenta de ello, era un temblor constante y sutil.

En el camino no solté su mano, ahora era yo el que debía protegerlo con todas mis fuerzas, si había algo que podía hacer, lo haría, si él me quería y necesitaba a su lado, allí me quedaría.

El cuerpo de su madre fué dejado en la morgue, después del papeleo y el acta de defunción se tardaría un día en ser cremada y que llegara a nuestras manos nuevamente.

Ese día Namjoon apenas dijo unas cuantas palabras.
Después de despedirse de su madre, en su rostro no hubo ningún cambio.
Apenas me dirigía la mirada, pero siempre buscaba mi mano como apoyo.

Pero lo que más extraño me pareció, fue que de sus ojos no corrió ni una sola lágrima.

El Libro De Las Puertas [Namjin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora