Capitulo VII

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- ¿Hablaste con el pastor?

- Si

- ¿Cuánto más necesitará?

- Lo doble para la siguiente semana.

Lo primero que pude captar fueron unas cuantas voces que se escuchaban muy ligeramente justo detrás de mi cabeza. Aunque no entendía de que hablaban logre distinguir y asociar algunas frases que, aun hasta ahora, estoy seguro se referían a la iglesia presbiteriana del centro.

Un destello de luz invadía mi pobres ojos que apenas si lograban entreabrirse por el shock del momento, se trataba de una lámpara que colgaba de un techo mohecido y lleno de telarañas, no tuve mucho tiempo para reanimarme cuando una gran cantidad de agua callo sobre mí, estaba helada y desprendía un olor a muerto. No pude hacer nada más que agitarme y gritar como desesperado.

- ¡Despierta vago! – una voz me gritaba.

Parpadee un par de veces solo para darme cuenta que me encontraba maniatado a una silla, en un lugar completamente desconocido a lado de sujetos que nunca en mi vida había visto. El sitio era desagradable, paredes metálicas, manchas de lo que supuse era aceite de motor por todo el lugar y unas cuantas vigas de acero de vanadio que sostenían un precario techo con las suficientes goteras para inundar el lugar en cualquier chubasco. La iluminación era nula, apenas unas lámparas colgando del techo que iluminaban entre otras cosas, chatarra y letreros de carretera. Además del olor a podredumbre, se percibía una ligera brisa a sulfuro o algún químico corrosivo, lo sabía pues al dar unos cuantos jalones al ambiente, la nariz y boca me ardían tanto que no paraba de toser. De fondo, también pude percatarme de algunos sonidos más que peculiares, voces de personas, cristales chocando y un par de pequeñas explosiones seguidas de ruidos de motor.

- ¡Que despiertes! – de nuevo escuchaba una voz detrás de mi cabeza.

- ¿Dónde estoy? ¿Quién es? ¡Suéltenme! - Gritaba.

- ¡shhhh! ¡Basta ya hombre! – Después, sentí un golpe muy fuerte en las manos, que hasta ese momento aún seguían atadas en la parte trasera de la silla.

Un poco adolorido y posterior de unos cuantos gritos de dolor, un par de hombres cuyos rostros he olvidado, se colocaron justo delante de mí, uno de ellos vestía una gabardina color verde fosforescente y tubos de xenón colgando como aretes, era extraño pues aunque daba la impresión, su apariencia de geekboy no parecía encajar del todo con su mala cara, el otro, por su parte desbordaba una personalidad más alocada, si bien ambos daban la facha de drogadictos que trabajaban por una dosis de kronos, el segundo tipo claramente estaba más hundido en la mierda que los propios vagabundos de los andenes en las estaciones de North City, no tenia 5 dientes de la parte delantera y su brazo precario y carcomido se caía a pedazos, había sido parcialmente remplazado por lo que en los suburbios se conocía como "Body Replicant" una aleación metálica de molibdeno y carbono 16 utilizada para remplazar partes musculares y huesos en el cuerpo humano, la maldita comunidad judío-asiática la había introducido en toda República justo después de la gran migración proveniente de la baja económica que había dejado el paso de las revueltas, misma baja que había ocasionado que los consumidores de heroína pincharan sus venas una y otra vez hasta el punto en que necesitaban de estas novedosas medidas, a decir verdad nadie nunca supo si la tecnología de BR había provocado un bien o un mal en la sociedad, de cualquier forma los geekboys que en un principio la usaban con fines estéticos terminaron por necesitarla más de la cuenta.

Ambos sujetos se quedaron parados delante de mí por unos momentos, y con sus esqueléticos cuerpos apenas si lograban cubrir un poco la luz de la lámpara que para ese momento había comenzado a fallar, apagándose y encendiéndose después de algunos segundo segundos.

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