Ayer te escuché en silencio...
Sé que te sorprendí
tanto como vos a mí...
Tus palabras, tu tono
y la peor de tus confesiones
quitaron,
no sólo las palabras de mi boca
sino también la alegría de mi alma...
Tu tono sereno,
tu mirada vacía,
tus manos nerviosas,
tu voz tan distinta...
Tus ganas de irte
queriendo quedarte,
tus ganas de verte
y no encontrarte...
Tu amor tan confeso,
tu angustia,
tus miedos,
y tantas preguntas
que no formulaste...
Te vi tan distinto,
te escuché sin creer,
te miré...
Sí, te miré,
pero no te encontré...
Y rodaron tus lágrimas
y no pude abrazarte,
imposible moverme,
mucho menos pensar...
Tantas sensaciones
recorrieron mi cuerpo,
tanta desazón en mi corazón,
y de pronto la culpa
quiso hacer nido,
pero me sacudí muy fuerte
y se fue rauda
tal como había venido...
Nos miramos a los ojos...
Yo vi miedos, angustias,
preguntas, esperanza,
y mucho amor...
Y él vio en los míos,
determinación...