1.- Yo no soy supersticioso, da mala suerte.

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Las pesadillas nunca me han asustado.

He tenido pesadillas desde que era un niño, pero esos malos sueños no me asustan como he escuchado a otros decir hasta el punto de ya no querer dormir por no tener pesadillas. Yo duermo sin problemas aunque las tenga, claro que me despierto y claro que son muy feas pero no me hacen perder el sueño como a la mayoría de los nigromantes. Quizá porque mi mamá siempre venia cuando despertaba gritando, antes de que entendiera que es lo que pasaba, y me cantaba, y me decía que no era real, que todo eso solo existía en un mundo muy lejano donde no podían alcanzarme nunca y que no tenía que preocuparme si a veces yo podía verlo porque no iban a dañarme. Y ella seguía cantando, y yo volvía a dormir, todo eso antes de que yo les dejara de temer, antes de que ella muriera.

Antes he dicho que desde que era un niño, eso no fue hace mucho tiempo.

— Morrigan— mi gata está sobre mí, su pelo me ha despertado de la pesadilla que tenía— ¿Qué haces? Déjame dormir— no olvide darle comida hoy, eso sí estoy seguro. Tampoco quiere salir porque hay una caja de arena aquí, no necesita salir, además hace frio. ¿Hadrien se hará cargo de ella cuando yo muera también? Quizá sea mejor pedírselo a Ione porque Hadrien no tendrá mucho tiempo para cuidarla si va a seguir con los planes para crear más nigromantes— oye, me duele. Morrigan...— ella me sigue clavando las uñas, y no deja que la agarre— ¿A dónde quieres ir?— abro la puerta y ella sale.

Realmente es tonto temer de las pesadillas, porque no es real. Hay cosas que asustan más cuando estás despierto. Además, siempre me pasan cosas malas, a mí y a los que me rodean. Vamos, sé que hay humanos con mala suerte, pero yo estoy a otro nivel al punto que en lugar de quejarme ya me divierte todo lo que pasa.

Morrigan corre hasta el fondo del pasillo, a la habitación de Hadrien. Morrigan no se detiene y entra, de seguro Hadrien va a reñirme por no tenerla encerrada. Pero no escucho nada, la puerta está un poco abierta, y dentro no hay nadie. Yo aun no puedo sentir a los demás como lo haría un mago o un brujo más experimentado pero la habitación ordenada me da una mala sensación. Hadrien me regañaría por decirle eso y no expresarme correctamente, pero es cierto. Parece que esta habitación está abandonada. Morrigan está sobre la cama, y cuando entro por ella veo el papel sobre el mueble.

No sé cómo lo sé, pero sé lo que es antes de acercarme.

No es una carta, y apenas entiendo lo que pone allí. La puerta se abre con fuerza, pero no es Hadrien quien entra.

— ¿Dónde está?

— No lo sé. Se ha ido— Kiran siempre me pareció extraño. He conocido personas extrañas en mis viajes con Hadrien pero ninguna como Kiran. No sé cómo es que mi maestro conoce a alguien como él, yo no sé si confió o no en Kiran, sé que es fuerte pero no ha hecho nada para detenernos, dice ser bueno, pero está dispuesto a romper sus reglas para ayudarnos ¿Eso lo hace una buena persona o una mala persona? Eso es lo que está mal con él, todos son buenos o malos, blanco o negro. No había conocido alguien que pudiera ser ambos. Me mira con dolor, como si hubiera entendido algo muy tarde, solo le extiendo el papel— dejo esto aquí.

Morrigan se frota en mis piernas, y la levanto.

— hey, niño.

— Hassim— él me agrada, y de verdad lamento mucho haber destruido su tienda. Camino hasta la puerta, donde esta él.

— Así que al final si ha encontrado la respuesta que buscaba ¿No dejo algo más?— sujeto a Morrigan con un solo brazo y le extiendo la mano con el anillo en la palma.

— estaba sobre el mueblo y esa hoja— él me mira antes de tomar el anillo, luego se le queda mirando un largo rato antes de que desaparezca.

— la mayoría de las personas se lo hubieran puesto y no lo hubieran entregado ¿Acaso sabes lo que acabas de hacer? Pudiste pedir que te llevara a cualquier lado, que trajera a cualquier persona aquí. Todo.

Crónicas de un aprendiz de nigromante (Crónicas #4)Where stories live. Discover now