Venganza

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Por alguna razón no podía reprimir lo que estaba sintiendo en su corazón...angustia... era una preocupación que se le calaba por sus huesos sin permiso alguno, y aunque sabia que Sesshomaru era fuerte tenia un presentimiento que le decía que algo no estaba bien. ¿Le habría sucedido algo? Kami ¿Por que ante aquel pensamiento la ansiedad de saber como estaría aumentaba más? Desde que él había salido al encuentro con aquel Youkai se encontraba inquieta, hubo algo en la mirada de él que le hizo pensar por unos instantes que no se sentía feliz por el dichoso enfrentamiento que tanto había esperado y ella misma tampoco lo estaba, lo confesaba, porque sabia que Kami-sama de alguna manera le daría la oportunidad que tanto había esperado, y solo así elegiría su propio destino.

El gruñido de Ah-Un llegando al castillo la despertó de sus íntimos pensamientos, desde que Sesshomaru se había ido había decidido quedarse en el jardín esperando por él en contra de su conciencia que le repitió muchas veces que a ella no debería importarle en realidad lo que le sucediera y aunque tenia en parte razón, su cuerpo no obedeció y la obligo a quedarse allí para verlo llegar ahora en la misma condición cuando peleo con Inuyasha por la espada de su padre Inu Taisho: parte de las mangas de su ahori estaban llena de sangre, su propia sangre según pudo detallar aunque él le estaba dando la espalda cuando bajo del lomo del dragón de dos cabezas, también vio como las garras de sus manos estaban bastantes largas pintadas con aquel liquido rojo, podía oírlo respirar con dificultad y gruñir al mismo tiempo.

-Amo-se escucho a Rin exclamar a la distancia y Kagome pudo ver en el rostro de la pequeña, Mizuki y hasta el mismo Yaken preocupación mezclada con cierto temor; quiso saber el porque pero no tuvo que esperar mucho tiempo para hallar la respuesta cuando él inesperadamente se voltio a verla.

Sus ojos ámbar habían desaparecido, ahora estaban del mismo color que las manchas que colgaban de su ahori: rojos, los colmillos no eran tan protuberantes como cuando Inuyasha se trasformaba en un completo Youkai pero si eran algo notorios, aun así a Kagome no le importo, no se fijo en las facciones amenazantes que ahora marcaban su rostro, solo decidió verlo a los ojos, si, tal como le dijo Rin eran lo únicos que le decían la verdad.

Sesshomaru volvió a gruñir como animal dispuesto atacar a su presa, a diferencia de su medio hermano su sentido de la razón no se perdía por completo, aunque la sed de muerte aumentaba mas su sangre Youkai y esta misma le instaba hacer lo que supuestamente él no había podido lograr en sus cinco sentidos. Camino lentamente y con dificultad, su orgullo estaba herido en todos los sentidos, solo Inuyasha había logrado causarle heridas que al final en su interior no despreciaba porque sabia que el tenia por lo menos la mitad de la sangre de su clan, pero todo eso había cambiado desde que decidió cumplir con la petición de él aquel día antes de morir, y desde allí nada volvió a hacer lo mismo por culpa de ella...ella que no reflejaba miedo en este momento aun cuando estaba a mitad de su transformación, ella que lo miraba con compasión ...maldición... el no necesitaba eso, no quería que sus ojos le reflejaran ningún sentimiento

-aléjate, vete- parecía gritarle a través de los grotescos sonidos que producía su garganta pero Kagome seguía ahí de pie sin moverse, esperando a que él llegara- maldición-repitió como eco en su mente cuando clavo sus garras en los hombros de ella con fuerza, la miro para ver su expresión pero ella continuaba viéndolo extrañamente. Esa mirada que ya no compartía totalmente odio hacia él.

-¿Esta es la única manera en la que puedes ser libre?-le pregunto Kagome y lo vio fruncir el rostro-¿Solo en este estado puedes expresar tus sentimientos Sesshomaru?-no pudo evitar sorprenderse que ella pronunciara su nombre ante su presencia, era la primera vez y la calma que sintió ante el tono de su voz apaciguo su sangre Youkai trayéndolo a la normalidad para luego caer exhausto al suelo perdiendo el conocimiento.

El pecado de amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora