Capítulo 20

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Durante todo el fin de semana esas palabras repercutieron en mi cabeza sin dejarme en paz. ¿Por qué debería entregarme a ellos? De todos modos, decidí distraerme y enfocarme con otras cosas.

Pero fue imposible distraerme. Aún me sentía culpable por lo de Bea. Desde su suicidio no supe más nada de ella. Mi madre estaba tan conmovida como yo.

Al volver al colegio, el ambiente estaba tan normal como en otros días. Quizás, la angustia en este lugar ya se hizo costumbre. Las amigas de Bea estaban entretenidas con lo suyo, los profesores comentaban cosas por lo bajo, y yo seguía estando sola, a pesar de que Mich haya vuelto.

Desde ese día no hablamos. Pero hoy, nos tocaba hablar obligadamente. Con nuestra clase iríamos de excursión a visitar la Universidad W&M, una de las más antiguas de Estados Unidos y que estaba muy lejos de Alexandria.

Era un largo trayecto para pasarlo sin hablar. Me gustara o no, en algún momento tendría que hacer las paces con Mich.

Sin embargo, no creo que eso fuera posible. No luego de ver a Mich sentada con otra chica en el autobús. Me había traicionado como compañera de asiento.

Aunque decidí ignorar el hecho de que me quedé sin amigas, y me senté sola. Me puse a dibujar algo en mi cuaderno, pero se me hacía muy difícil hacer algo decente. Eran sólo garabatos sin sentido, tal como mi mente se encontraba en ese momento.

Sólo miraba a la fachada tan antigua de mi colegio. Combinaba con el resto de cosas antiguas que había en este pueblo lleno de secretos, y misterios.

Una persona en particular, me llamó la atención. No era cualquier persona... Era Sehun, quien acababa de subir al autobús.

Hace tanto que no lo veía... Estos días se me hacían interminables, y más con su ausencia. Pero el hecho de que esté aquí, a pesar de que ni me hablara, me reconfortaba igual. Se veía tan deseable como siempre, y aún más con nuestro uniforme de invierno. Él no era como cualquier puberto. Parecía ser mucho más maduro para tener mi edad.

Se sentó en uno de los lugares vacíos, en la parte de adelante. Sacó sus auriculares y empezó a escuchar música. Nunca tuve tanta curiosidad por saber qué escuchaba alguien. Respiré profundo, y tomé la iniciativa.

Me acerqué y sin pedir permiso, me senté a su lado.

Al instante me quedé sin palabras, y quise irme. Pero ya era tarde, él se había dado cuenta de mi atrevimiento, y me miró con cara de pocos amigos.

Si le decía hola, quizás sonaría muy estúpida.

—Hola.

No se me ocurrió otra cosa. Pero en unos momentos, mi mente se llenó de ideas.

—¡Ya terminé la entrevista! ¿Te la paso por e-mail, por un pendrive?

—Yo me encargo.

—Mira que se entrega la semana que viene... —Le advertí. Pero Sehun seguía con lo suyo. Le importaba muy poco lo que yo decía. —Bueno, ya hice lo mío. Me lavo las manos.

Pasó un tiempo, y el autobús ya se encontraba en la ruta. Sería un largo viaje al lado de una estatua.

—¿Puedo saber qué estás escuchando? —Lo miré a los ojos, tratando de romper el hielo. Pero Sehun era inquebrantable. —¿Me vas a responder...o no?

Me sentía ridícula hablándole a alguien que no respondía. Ya era hora de que no me importara lo que opine Sehun. Si total, casi que no habla.

—Gracias por responderme. Por favor no dejes de ser tan amable. —Hablé sarcásticamente. Sonreí fingiendo positividad, para luego tomar uno de sus auriculares y colocarlo en mi oído.

El Chico Pálido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora