Capítulo 32

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Me enamoré de un asesino en potencia. De alguien que no tiene piedad, ni guarda un mínimo de compasión por los demás.

Me arrastró por el largo pasillo del hospital, hasta que vinieron otros enfermeros y me sedaron.

Eso fue lo último que recuerdo. Pobre Ara...Mi única amiga estaba muerta.

Me duelen todos los huesos. Me siento tan contracturada que apenas puedo mover el cuello. ¿Por cuánto tiempo me habrán dormido?

Despierto con los ojos doloridos. Las sábanas de seda y el exquisito perfume francés, me dicen que estoy en una habitación. En una muy grande, y elegante...aquella en la que Sehun podría tranquilamente dormir. Paredes de color bordó y dorado. Definitivamente era suya.
Hablando de ese hijo de puta. ¿Dónde estará en este preciso momento? Siento que hace mucho tiempo que no lo veo. Recorro la habitación en su búsqueda, pero estoy sola.

Me gustaría investigar más a fondo. Pero primero, tengo que hacer pipí.

Hay dos grandes puertas de color negro. Imposible diferenciarlas. No sé cuál será la del baño, pero me arriesgo por la primera. De inmediato, una deliciosa fragancia me hace olvidar el mundo. Las paredes de color vino tinto, los trajes de gala guardados, los zapatos de lujo expuestos, todo me hacía pensar en una sola cosa. Me había metido dentro del guardarropas de Sehun.

¿Debería irme? Digo...es algo privado. Pero mi curiosidad son más que las ganas de ir al baño. De un momento a otro, me encuentro recorriendo la gran habitación. Parece un parque de diversiones lujoso y lleno de ropa. ¿Acaso Sehun se compró la tienda de Louis Vuitton y la puso en su casa? No sólo me impresiona esa marca, sino que también hay bolsas de Gucci, Prada, Christian Dior...

¿Y si me robo algo y lo vendo?

Con vender un solo pañuelo de Gucci, ya podría pagar mi universidad entera. ¿Y esos zapatos? Seguro valen más que el salario de mi madre. Mientras estaba viendo qué podía robar, me encuentro con el gran espejo y me da asco ver mi figura. Aún sigo con la bata del hospital, y mis brazos se encuentran llenos de moretones. Me siento demasiado incómoda entre tanto lujo.

De pronto unas risas escandalosas me erizan la piel. Dos personas estaban viniendo en dirección al cuarto de Sehun. Específicamente, un hombre y una mujer.

—Necesitas probarte esto.—Es la fastidiosa voz de la perra de Kim. Ella venía riéndose con Sehun. Pude identificar su presencia a kilómetros.

—Pero Donghae está esperando. —respondió él.

—Que espere lo que sea.

Dios, diosito. Iban a entrar al closet. ¿Cómo desaparezco de aquí en menos de 1 segundo? Debía pensar rápido.

Kim abrió la puerta, y pude ver, a través de la ropa, que Sehun sonreía como un tonto enamorado. Los celos me carcomían una vez más. A pesar de mi bronca...deseé que no se dieran cuenta que yo estaba escondida justo detrás de los trajes de gala, hecha un bollito.

—Creo que ese blazer quedará perfecto con este pantalón. —Dijo Kim seductoramente. Sehun se quedó observándola cerca del espejo. Mientras que ella, fue en busca del pantalón. Y ese maldito pantalón estaba justo en mi escondite.

Dejé de respirar por un par de segundos, y cerré fuertemente los ojos. Sentí sus pasos cerca, sus manos recorriendo todos los trajes, cuyas puntas rozaban mi nariz. Menos mal que fue rápida y tomó un pantalón que estaba en la otra punta del sector. Por un pelín, me atrapaba. Pude respirar.

—Te quedará genial.—volví a espiar, y vi que ella le cedió el pantalón a Sehun, junto con una bolsa de Louis Vuitton, en donde quizás esté su regalo. Tal vez...¿Sehun se iba a probar la ropa en frente de ella? —...¿me prometes que lo vas a usar?

El Chico Pálido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora