Capítulo 3

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La mirada de aquel chico se oscurecía cada vez más, y por ende, el miedo recorría mis venas. Tragué en seco.

Casi que por instinto, lo primero que se me ocurrió fue escapar lo más pronto posible.

Llegué al living con el corazón en la boca, y las miradas de todos se posaron en mí, en un absoluto silencio. Haciendo como si no hubiera visto nada, me senté en el lugar que estaba antes y simulé tranquilidad, aunque dentro de mí sucedía todo lo contrario a la tranquilidad.

Estoy en peligro. O mejor dicho, estamos en peligro. Tanto Bea, Mich y yo estamos en las manos de dos psicópatas, Sehun y el chico que acaba de venir. ¿Y si esos órganos los sacó de otras compañeros? ¿Y por eso hay poca gente este año? ¿Si el hecho de que Sehun nos invitase a su casa, fue para matarnos?

Mierda, mierda, mierda. Mi mente no podía andar como si no pasó nada. Tenemos que escapar.

Lo primero que se me ocurre, como modo de escape, es tomar mi celular que por suerte no quedaba lejos de donde yo estaba. Haciéndome la distraída, agarré mi celular para mandarle un mensaje a Mich. Sé que ella estaba en frente de mí, pero bajo ninguna circunstancia podía permitir que Sehun se enterara de mi plan.

Mich, hay órganos en la heladera de Sehun.

Mi amiga levanta la mirada y me mira incrédula, como si me hubiera fumado algo.

Qué???

No es mentira. Estamos en peligro

Qué hacemos???

Tú harás de cuenta que nos tenemos que ir a nuestro curso de inglés

Y Bea???

Dile que también tiene que ir con nosotras

Tenemos que irnos lo más pronto

Ok

Recé para dentro mío que mi amiga haya entendido mi plan. Siento que unas piernas largas se acercan hacia donde estoy, y cuando levanto la mirada, me encuentro con la del chico. Mierda, estuvo mirándome todo este tiempo.

Me llama la atención de que en su mano sostiene un vaso de agua.

— Toma, sé que tienes sed. — Es la primera vez que lo escucho hablar, y su voz es tan grave que me hace estremecer. ¿Cómo mierda supo que yo quería tomar agua? Dios, que miedo.

— No...no, gracias igual. — Lo único que llego a decir de la forma más nerviosa y tímida posible. Además, ¿Cómo iba a aceptar esa agua? Con las cosas que vi en la heladera no quisiera pisar nunca más el departamento de Sehun.

Mierda, aquel hombre que me encontré en la cocina, sí que era intimidante. Sentía que, de alguna forma, su mirada me atravesaba el alma. Él no responde, sino que se toma el agua que antes me había ofrecido.

— Eh... tenemos que irnos. — ¡Gracias Mich nos salvaste! Parece que sí creyó mis mensajes. — Te... tenemos que irnos a nuestro curso de inglés...

— ¿Curso de inglés? — Mierda Bea, no la cagues por favor.

— Sí, tenemos que ir las tres porque nos hacen un descuento por ser el primer día. — Hablé antes de que ellos dos sospecharan de nosotras. Sé que era una excusa barata, pero fue lo primero que se me ocurrió.

Vi cómo Mich pellizcó a Bea de manera en que se diera cuenta de que estamos tramando algo.

— ¡Adiós, Sehun! Nosotras terminaremos el trabajo, no te preocupes. — No pude creer que fui yo quien dijo eso. Pero cuando se trataba de una situación alarmante, mis nervios se hacían tan presentes a tal punto de cometer cualquier cosa. Incluso si se trata de llamar por su nombre a un posible asesino.

El Chico Pálido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora