Capítulo 8

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¿Fui un poco bruta? Demasiado. Pero juro que no me arrepiento para nada haber roto ese estúpido papel justo en frente de su cara. Él me miraba atónito, sin comprender la situación y con los labios un poco entreabiertos. Nunca se esperó que yo reaccionara así, y peor, que lo insultara de esa forma.

Pero en lugar de sentirme culpable, me siento aliviada. Es como si me hubiera sacado un odio que guardaba hace mucho tiempo. Ya estaba harta de que de la nada estos idiotas aparezcan en mi vida y se burlen en mi cara.

El psicólogo imbécil se me quedó mirando, aun extendiendo su mano vacía. Sentí que aquel momento duró mucho más, pero fue realmente corto. Ni me había dado cuenta de que me fui casi corriendo de su consultorio, cerrando la puerta con tanta brusquedad que hasta la recepcionista me miró asustada.

No pude evitar la mirada desconcertada de mi madre, pero para mi suerte no me reprochó en nada.

—¿Lo insultaste, no? —Preguntó una vez que ambas ya nos subimos al auto. Al parecer aquel idiota le habrá mandado un mensaje, diciéndole todo lo que sucedió dentro de ese consultorio.

—Sí, no pude contenerme. —Fui sincera con mis palabras. A esta altura ya poco me importaba lo que pudieran decir de mí.

—Te felicito. —¿Acaso mi madre estaba orgullosa de lo que había hecho? —Es un hipócrita.

—Guau. —Nunca me esperaba que mi madre pudiera decir eso. Me alegré porque al menos tenía a alguien que estuviera a mi lado. —¿Cómo lo conoces?

—Su padre fue mi psicólogo—Hablaba con pesadez mientras conducía por las frías calles del pueblo. —...y él cuando murió, su hijo tomó el lugar. Pero, nunca me cayeron bien, ni él ni su padre...

—¿Por?

—No lo sé... me da la impresión de que nunca dicen la verdad.

Tal vez por ese motivo mi madre pensaba lo mismo que yo. Me tranquilicé un poco al saber que también tenía un poco de rencor hacia ellos... así que pienso en decirle sobre lo que sucedió con Sehun. Lo del beso, los órganos, sus supuestos hermanos... Pero no. No podía arriesgarme tanto. Sé que soy una mentirosa pero me sentiría más segura si guardaba todo esto para mí sola.

El resto del día viernes se pasó tranquilo, aunque sin novedades de Mich y ni tampoco tuve otra conversación con Bea. Al igual que mi viernes, el fin de semana también fue igual de parecido. Mi vida normal la transcurrí encerrada en mi palacio, que vendría a ser más bien una casa humilde de clase media. Era una casa vieja, la heredamos de mis abuelos, y por suerte contaba con dos pisos. Así que era espaciosa, pero a veces su ambiente lograba ser un poco tétrico. Mucho no me quejaba en dónde vivía, pero siempre anhelé con vivir en un lugar mejor.

Vivir en un pueblo dentro de Virginia, era lo más aburrido del mundo. Alexandria es una pequeña comunidad, por lo que todos nos conocemos y nunca sucede algo tan interesante como para que llame la atención. Excepto la noticia de los adolescentes descuartizados, eso sí que era macabro. Pero, antes de eso... o mejor dicho, antes de que Sehun aparezca en mi vida... todo era monótono.

Me pasaba el tiempo con Mich en el parque, o muchas veces estaba sola en mi pequeña habitación dibujando horas y horas mientras observaba las pequeñas calles desde mi ventana.

Desde que empecé este último año, dejé de hacer lo que me gustaba. Quizás mi vida se volvió más triste, pero la verdad es que ya no tenía muchas ganas de dibujar. Sin embargo, mi perfil de Instagram era mi pequeño rincón en donde compartía mis ''obras'', por así decirlo. No contaba con muchos seguidores, pero para mí eran los suficientes. Tampoco me gustaba que todo el mundo sepa que dibujo anime y caricaturas. Vengo amando el anime desde muy pequeña y hacer dibujos sobre las series y mangas que veía, era uno de mis pasatiempos.

El Chico Pálido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora