ÚLTIMO Capítulo 36

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Anoche me fui sin prisa y sin calma. A nadie le interesó correr detrás de mí, impidiéndome que me vaya. Tan sólo me dejaron ir, e incluso un auto me esperaba en la puerta.

Todo el grupo de Zhang se había ido, y pude observar a todos los hermanos de Sehun convertidos en ancianos.

Aquel elegante automóvil me dejó en el centro del pueblo, al lado de un cine que frecuentaba siempre. Solía ser una calle bastante ocupada, pero ese día estaba desierta. Empecé a caminar con un poco de cautela.

Se avecinaba una tormenta enorme, el cielo nublado. Si no llegaba a mi casa pronto, sería víctima de la tormenta. Me apuré antes de que la lluvia me ataque.

Luego de un tiempo, el sol se asomó entre las nubes, indicando que pronto vendría un mejor clima. Caminé hasta mi casa, y cuando por fin llegué, solté un gran suspiro de alivio. Qué bien se sentía volver a mi hogar.

Llegué por el frente y todo estaba silencioso. Intenté entrar...pero mi llave ya no abría la puerta. ¿Será que mi madre habrá cambiado la cerradura cuando yo no estaba? De igual modo, sentí un ruido en el patio trasero. De inmediato me largué a investigar.

Allí estaba mi mamá, sacando la ropa del jardín desesperada. Sonreí de emoción al verla, en un gesto tan cotidiano. Cuando estaba por llover, mi madre siempre me pedía a gritos que la ayude a sacar la ropa rápido. Y ahora, verla en solitario haciéndolo, me provocaba una ruptura en el corazón. Pensé lo que cuánto me extrañaría, luego de meses sin verme.

No esperé más tiempo, y fui corriendo hacia donde estaba ella. Me metí al jardín, y sin pronunciar ninguna palabra, abracé a mi mamá. La había extrañado tanto...

—No te conozco. —dijo mi madre, apartando mis brazos. Luego, me miró confundida. —Creo que te equivocaste de persona.

Sonrió amablemente y volvió a hacer lo de antes, pero esta vez, incómoda ante mi presencia. No sé si estaba hablando en serio, o sólo jugaba conmigo.

—¿Mamá? Soy Lizeth, tu hija. —volví a acercarme, pero ella se mostraba fría e indiferente. ¿Cómo puede ser que no me reconozca?

—Mi hija se llama Elizabeth, y ahora está en su cuarto. —dijo con una voz más molesta. Piensa que estoy bromeando. —Dime si necesitas que llame a alguien, ¿sí?

En un minuto, el mundo se me viene abajo. Pierdo las esperanzas y ya no veo futuro, sólo un pasado que me pesa demasiado y que me atrapa en una telaraña de recuerdos, que me van hundiendo lentamente en un pozo oscuro. Demasiado oscuro para encontrar una salida.

—No me hagas esto. —dije con la voz rota. El nudo en mi garganta se hacía más tenso.

—En serio, no te conozco. Nunca te he visto. —fingió otra sonrisa. Me sentí fuera de lugar.

Un par de lágrimas amenazaban con salir. Pero las impedí. En lugar de eso, apreté los puños y sin que me importara lo que mi madre piense, fui corriendo hacia mi habitación.

Subí las escaleras rápidamente, escuchando los pasos de mi madre detrás de mí. Abrí la puerta de una patada y allí pude confirmarlo. Una intrusa se había apoderado de mi identidad.

Una chica lejos de parecerse a mí—ella rubia y yo castaña—, me miró sorprendida cuando entré a mí habitación. La muy caradura estaba escuchando música en mi celular, y leyendo mis libros que dejé pendientes para leer. ¿Encima que me reemplazan, vienen a poner una versión más barata de mí?

—¿Quién eres?—preguntó confundida, y asustada. La iba a sacar de los pelos.

—¿Quién eres tú? Debería preguntarte.—me acerqué hasta mi cama con agresividad, y saqué el libro de entre sus manos. Lo tiré a quién sabe dónde. —Vete de mi casa y devuélveme a mi madre.

El Chico Pálido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora