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MARIA PAZ

— Pichi, me vas a acompañar esta noche, ¿verdad? — Preguntó mi hermano insistente mientras la pantalla de su celular se iluminaba reiteradas veces. Asentí porque ya me lo había preguntado en varias oportunidades y yo todavía no había encontrado una excusa. Sonrió ampliamente y tecleó algo antes de comenzar a subir las escaleras mientras mandaba un audio a alguno de sus amigos.

Manuel, mi hermano menor, me había pedido que lo acompañase a un evento con muchas de las personas de su rubro. Ahí lo conocían como Replik, y era, para ellos, una gran promesa en lo suyo. Por mi parte, no estaba muy interiorizada en el tema pero sabía que Manu era muy talentoso e inteligente.

Natalia, mi mejor amiga, vino a merendar y de paso me ayudó a elegir qué ponerme. No quería desentonar y como era algo así como una fiesta opté por ponerme un short, zapatos altos, un top y una chaqueta que le daba el toque al look negro. Cuando estuve lista bajé encontrándome con Manuel tirado en el sillón, a punto de dormirse.

— Tanta fiesta encima ibas a tener, pendejo. — Le dije divertida y él se sobresaltó mientras daba un bostezo. Era solamente dos años menor que yo pero seguía pareciendo un bebé.

— ¡Ya estoy! — Dijo emocionado. Agarró las llaves del auto, algo atolondrado y le avisó a mamá que ya nos íbamos. Nos besó en la frente a ambos y nos dijo que nos cuidáramos. Manuel me entregó las llaves del auto y, todavía exaltado, se subió al asiento de copiloto. Estaba tan ansioso que me daba ternura. Cuando ya estábamos en camino hacia donde me había dicho que era la fiesta, Manuel carraspeó nervioso. — Pichi, te aviso que es una fiesta... y mamá no me dejaba venir si vos no me acompañabas. — Habló con inocencia haciendo que mi enojo disminuyera. No sé por qué me esperaba algo así. Digo, me había dicho que era un evento pero no podía imaginarme un evento de otro tipo más que una fiesta descontrolada por parte de los freestylers amigos de Manuel. Me encogí de hombros en respuesta.

— ¿Me tengo que preocupar por algo? — Pregunté.

— No, no. Son buena gente. — Sonreí. — Si alguno se pasa me avisas así lo ubique. — Me reí. Lo seguía sintiendo tan chiquito que no entendía en qué momento había crecido tanto.

La fiesta era en una casa con patio grande. Había una gran pileta y la gente bailaba alrededor porque todavía hacía frío para meterse, luces de colores y música que sonaba fuerte. Nada fuera de lo normal.

Me arrepentía de no haber traído a alguien conmigo porque al momento de llegar, Manuel desapareció de mi vista. En parte lo entendía. Un bajón ir a una fiesta y estar con tu hermana. Teclee rápido un mensaje a Natalia pasándole la dirección para que viniera y como mi amiga nunca fallaba, me alivió su respuesta diciéndome que en una hora la tenía ahí. Mientras tanto, me dije a mí misma que podría aprovechar la barra gratis. Natalia podría manejar de regreso aunque tampoco tenía pensado tomar tanto. Me acerqué a donde estaban preparando las bebidas y pedí un fernet. Di una vista rápida a todo el ambiente mientras daba el primer trago. Había mucha gente distribuida en diferentes grupos y me costo encontrar a mi hermano pero lo vi reírse junto a un grupo de chicos que parecían más grandes que él.

— Un fernet, por favor, Marito. — Pidió un chico parándose a mi lado. Me miró y sonrió de manera socarrona. Se la devolví con un asentimiento. — La puta madre, que linda sos. — Dijo mirando hacia el frente. No sabía si me lo decía a mí o a la botella de fernet que tenía el barman en la mano pero me miraba de reojo intentando ser disimulado. Solamente me reí. Luego posó su mirada en mí y con toda la seguridad que demostraba se apoyó en su codo y se me quedó mirando. — ¿Nos conocemos?

— No creo. — Respondí encogiéndome de hombros. — Me llamo Paz.

— Un gusto, Paz. Soy Nacho. — Asentí. — Y obviamente no nos conocíamos porque no me habría olvidado de vos.

— Ecko, ¿alguna vez te funcionaron esos chamuyos, loco? — Pronunció una voz detrás nuestro. Ahí estaba Manuel sonriente saludando con un abrazo al chico que tenía al lado. — Veo que ya conociste a mi hermana. — Nacho me miró con los ojos bien abiertos y volvió a sonreír.

— Y vos te acabas de convertir en mi cuñado, Manu. — Mi hermano soltó una fuerte carcajada.

— Soña, papi. — Le dijo y Nacho volvió a reír. Me miró a mí y me guiñó un ojo. Manu se pidió un fernet y antes de irse le dijo a Nacho que tuviera cuidado. Cuando estuvimos solos de nuevo, Nacho volvió a hablar:

— Que cuida resultó ser... Te tenía bien oculta. — Dijo refiriéndose a mi hermano.

— No es tan celoso como parece igual.

— ¿Y me lo decís para que avance con vos? — Preguntó canchero como todo en él. Me reí. — Mira que no me vas a tener que insistir mucho. Pero solo porque sos vos, eh. No creas que soy así con todas.

— Seguro. — Respondí. Él rió y su voz rasposa me hizo prestarle más atención. El tipo se comía el mundo con esa sonrisa.

Entonces miré detrás de él y vi a mi hermano caminando hacia nosotros junto a otro chico. Ese día conocí a Valentín.

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Q tal

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