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mpazvainstein

💟💬↗️
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mpazvainstein esta noche, vamos a perder el norte

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bautidelguy 🖤😍

manuelvainstein que linda gorda
↪️mpazvainstein gordito t amo❤️

memiripari de que perrrera te escapaste? cachorraaaaa
↪️mpazvainstein JAJAJA EMILIA 💛

natiparolo deja algo para el resto
↪️mpazvainstein bueno mira quien habla

lucianorivarola 😍😍
↪️mpazvainstein bebé 💛💛

joacobonino buena trompita

cotisanmarino haceme un pendejo

replikbebito hola chapemos

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eckoyg comenzó a seguirte. 1h

wos.ds3 comenzó a seguirte. 1h

(...)

Acababa de subir una foto toda producida cuando en realidad mi estado era deplorable. Me reí de mi misma mientras prendía el televisor y me acomodaba en la cama. No me había sacado el pijama en todo el día y tenía el pelo recogido en una colita muy desprolija que decía que no me peinaba hace días. Era domingo. Y el día ameritaba maratón de Netflix y comida chatarra para ahogar penas. Ya tenía el vaso de Coca preparado y los Doritos listos cuando vi las notificaciones de Instagram. Los amigos de mi hermano que ahora sabían de mi existencia me habían empezado a seguir y no tenían problema en ponerle like a mis fotos más viejas. Ignacio en especial.

Me enojé al acordarme de mi pelea con Bautista, el chico con el que salía, y quien acababa de comentarme un corazón como si todo entre nosotros fuera puro amor. Hipócrita. Si no me relajaba iba a empezar a llorar. Otra vez. Y ya eran demasiados llantos para el domingo.

Puse el capítulo siguiente de mi serie y me acomodé mientras pensaba en un montón de cosas menos en que Rollo estaba a punto de traicionar a Ragnar de nuevo. Cuando me di cuenta que no era el momento de ver vikingos que me hacían acordar a mi ex chico, opté por cambiar de planes.

Escuché que la puerta de entrada se abría y supe que Manuel había vuelto a casa. Los domingos eran un ritual para él porque casi siempre eran dedicados al freestyle. Mientras que mis papás salían a almorzar o a merendar con sus amigos los chetos de Nordelta.

Después de unos minutos, Manu tocó mi puerta y cuando le dije que pasara apareció sonriente y se tiró en la cama robándome los Doritos.

— ¿Todo bien, gorda? — Me preguntó.

— Pelee con Bauti. — Solté en un suspiro.

— Al fin dejaste a ese tincho horrible. — Contestó. Le tiré con un almohadón y él se rió. — ¡Pero es verdad, Pichi! ¿Qué carajo hizo ahora?

— Se enojó porque Luciano me comentó una foto y flasho que estamos juntos, no entiende el concepto de amistad. Después me dijo que por que fui a esa fiesta anoche en vez de salir con él y por qué no lo invité en vez de a Nati.

— Que intenso. Y que boludo. Mejor tenerlo lejos a ese, Paz. Mira lo que te reclama... No te pongas mal. Quiero creer que podes estar con alguien mejor que él. No tan descerebrado. — Me reí mientras tragaba el nudo en la garganta que acaba de formarse. — No llores, tonta. A ver, te invito a hacer algo esta noche así no te sientas tan sola.

— ¿Algo como que? — Pregunté.

— Los pibes se juntan hoy. Algo tranqui.

— ¿Tranqui, seguro? — Él rió asintiendo.

— No seas ortiva...

— Pero mañana es lunes.

— Volvemos temprano. — Contestó.

No sé cómo es que termine yendo un domingo a la noche a la casa de un amigo de mi hermano menor cuando al otro día tenía facultad a la mañana. Yo no era muy amiga de las fiestas, menos los domingos a la noche y menos si eso implicaba dormir pocas horas y, posiblemente, faltar a la facultad. No solía hacer esas locuras porque yo era, más bien, lo que se dice responsable.

En la casa de Dani, según me dijo Manu, estaban los de siempre y unos cuantos más. Que se yo a quienes se refería. Saludamos en general y ellos no me prestaron demasiada atención, cosa que me alivió bastante. Estaban todos alrededor de una mesa ratona, amontonados en los sillones de una sala de estar muy bien amoblada. Estaban viendo videos de YouTube por lo que se reían de todo mientras yo observaba las botellas de alcohol desordenadas en la mesa. Mi toc me decía que tenía que, por lo menos, acomodar los vasos pero mi sentido común me avisaba que si hacía eso todos iban a tildarme de insoportable. No se equivocarían.

Entonces, cuando solamente podía pensar en que el desorden me molestaba mucho, él entró por la puerta. Caminaba con tanta onda que parecía que lo hacía en cámara lenta. El chico podía volarle el bocho a cualquiera con solamente mirarlo. Dios, a quien mas podía quedarle bien ese piercing en la ceja. Después de saludar a sus amigos, buscó con la mirada un lugar donde sentarse y cuando me encontró mirándolo, sonrió. Camino directo hacia mí. Yo estaba en un sillón individual y no había más lugar para él ahí. Sin embargo, llegó y con la seriedad que lo caracterizaba, me habló:

— ¿Me puedo sentar acá? — Apuntó hacia mis pies. Me quedé recalculando pero asentí medio embobada. Él sonrió y se sentó en el piso, usando de respaldo mis piernas pero sin incomodarme demasiado.

A veces se integraba en la charla o se reía de algo que decían. Después se preparó un fernet y mientras lo hacía se dio vuelta a mirarme.

— ¿Queres? — Me ofreció.

— No, gracias.

— Está rico. — Dijo después de dar un sorbo. — Y no me digas que no tomas porque el viernes te vi. — Sonreí ampliamente.

— No tomo hoy porque mañana tengo clases. — Asintió. No era muy expresivo en realidad.

Vimos una película y en algunas ocasiones lo vi girar su cabeza con disimulo y mirarme. Los chicos me habían caído bien. Eran divertidos y evitando el hecho de que se drogaban demasiado para mi gusto, podrían ser de mi agrado. Me habían incluido en sus charlas y me habían hecho sentir cómoda. Entonces le agradecí a mi hermano la invitación cuando ya estábamos yéndonos a casa.