once

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Estacioné el auto en el garage de casa y lo apagué para entonces concentrarme en el mensaje que acababa de mandarme Nacho contándome sobre lo que acababa de decirle Delfina, su novia. Teclee una respuesta para él mientras pensaba en qué podía comer y me baje dirigiéndome a la puerta. Escuché voces de hombre y Manuel vino a mi mente. Mis papás habían viajado por trabajo hacía un par de días y, por ende, teníamos la casa sola.

En el sillón, jugando a la play, estaban Mateo, Dani, Valentín y mi hermano. Los cuatro giraron a verme poniéndome algo nerviosa así que les sonreí para ocultarlo.

— Hola, gorda. — Me saludó mi hermano.

— Hola, chicos. — Saludé. Me acerqué y les di un beso uno por uno. Valentín, algo raro para mi gusto, evitó mi mirada y permaneció serio como si estuviera ignorándome. Centré mi atención en Manuel, quien me miraba algo impaciente.

— Vino Bautista. — Dijo de brazos cruzados. — ¿Seguís con ese, gorda? — Me golpeé internamente porque entendí por que había estado llamándome con tanta insistencia. Obviamente quería coger.

— No, Manu, no sigo con él. — Dije rascándome la nuca. Miré a Valentín porque la respuesta iba casi exclusivamente para él.

— Bueno, porque está en tu cuarto. Dijo que habían quedado en verse hoy. — Se encogió de hombros y yo miré hacia la escalera horrorizada. Caminé hacia mi habitación y entré encontrándome con mi ex chico en la cama. Me sonrió divertido.

— ¿Que haces, Bau? — Pregunté lo más calma posible.

— Vine a verte, bebé. Ya te extrañaba. — Lo miré frunciendo el ceño.

— Bauti, no hablamos hace banda. ¿Por qué apareces ahora?

— Pero dijimos que... íbamos a seguir...

— Ya se. — Lo interrumpí. — Pero si no te contesto el teléfono es porque no quiero. No podes aparecerte así en mi casa. ¿Te enteraste que no están mis viejos? ¿Es eso? — Bautista rodó los ojos.

— ¿Andas en otra ya?

— Algo así. — Contesté. — ¿Vos? — Se encogió de hombros. Ya se había enojado y no podía disimularlo. Se paró y salió de la habitación seguido por mi. Cuando bajamos, teníamos cuatro miradas puestas en nosotros. Bautista, de mala gana, saludó en general y se fue de casa. Miré a Manuel, quien intentaba ocultar una sonrisa.

— La próxima avisa así no lo deje pasar.

— No sabía que iba a venir. No hablamos hace bastante y como se enteró que estamos solos apareció sin avisar. — Conté bajo la atenta mirada de los cuatro. Valentín soltó una sonora carcajada y toda la atención pasó hacia él. Por primera vez en el día lo vi sonreír divertido.

— Esos players que te gustan a vos, Paz. ¿Uno más tincho no conseguiste? — Rodé los ojos y me mordí el labio antes de caminar a la cocina en busca de algo que pudiera comer. Sentí los pasos de alguno de los chicos por detrás y supuse que era mi hermano pero fue Valentín apareció en la cocina sin importarle lo que pudieran pensar sus amigos todavía sentados en la sala. Se apoyó en la isla relajado y se dedicó a mirar mis movimientos. Puse pan en la tostadora y me serví un vaso de jugo de naranja que había en la heladera mientras esperaba. — ¿Todo bien, Paz? — Lo miré seria y asentí. Sonrió. — ¿Qué pasa? El enojado debería ser yo porque llego y al rato toca el timbre tu ex novio y se va a esperarte a tu cuarto.

— No me hagas reclamos. Primero, no es mi ex novio porque nunca fue mi novio. — Valentín se cruzó de hombros y sonrió negando. — Segundo, ¿cual es el problema? ¿Por qué deberías enojarte? — Ataqué presionándolo. Simplemente se encogió de hombros.

— Tenes razón, no debería importarme. — Dijo sin más. Hizo el intento de salir de la cocina pero lo agarre del brazo para detenerlo. Me miró juguetón y se acercó a mi sin dudarlo. Un de sus manos viajó a mi cintura pegándome a su cuerpo y la otra acomodó los mechones de pelo que había en mi cara. — No debería importarme pero me importa.

Lo miré detenidamente mientras rodeaba su cuello con mis brazos. No me contuve y uní nuestros labios como ya habíamos hecho otras veces. El sonido de la tostadora nos interrumpió y di un salto algo avergonzada como si nada hubiera pasado. Lo miré de reojo y lo vi sonreír.

— ¿No estás más con él, Paz? — Preguntó.

— No, Valen. — Dije. Se acercó a mi nuevamente y apoyó su frente en la mía cerrando los ojos después de soltar un suspiro.

— ¿Qué me hiciste, María Paz? — Sonreí. Valentín abrió los ojos mientras con sus dedos hacia círculos en mi cintura causándome escalofríos. — Te mando mensajes en pedo, me pongo celoso de Ecko o de cualquier wachin, dejo a los pibes por venir a hablar con vos... sin decir que tus besos me vuelven loco.

No supe que decir. Me quede en la misma posición, sonriendo como estupida sin poder dejar de mirarlo a los ojos. Nos interrumpió el grito de mi hermano llamándolo. Y entonces, Valentín salió de la cocina sin más dejándome con el corazón casi en la boca.

Salí después de comer mis tostadas con queso y de tomarme un café. Los chicos seguían jugando a la play así que camine hacia la escalera para ir a mi habitación.

— ¿No jugas, Paz? — La voz de Mateo me detuvo. Me giré a verlos, que pendejo hermoso, así que sonreí y negué. — Dale, veni, te enseño. — Valentín lo miró y luego a mí, entonces empecé a caminar hacia ellos.

Me senté al lado de Mateo, quien tenía el joystick en su mano. Del otro lado, Dani miraba esperando para jugar un partido. Valentín estaba mirando su celular mientras daba un sorbo a la botella de cerveza y mi hermano estaba muy concentrado en la bolsa de papas fritas. Mateo me explicaba cosas mientras jugaba, aunque a mí no me interesaba mucho lo que veía.

— A ver, nene, dale, deja a los mayores y aprende. — Dijo Valentín pidiendo el joystick una vez que terminó el partido. Mateo lo miró de mala gana y se lo entregó. Su reacción me causó ternura así que le sacudí el pelo despacio haciendo que me sonriera. Le sacó la lengua burlisto a Valentín y este último rodó los ojos.

— Dale bola, Paz. ¿No ves que se muere por vos? — Habló Dani y me costó entender a quien se refería. Valentín miró a Mateo y mi hermano soltó una fuerte carcajada.

— Seguí soñando, Trueno. Es muy grande para vos.

— Soy maduro, Paz. — Solté una fuerte carcajada y volví a acariciarle el pelo. — Te reís una vez más y te chapo. — Hice una mueca de sorpresa y Valentín le pegó en la nuca no muy fuerte.

— Callate, atrevido. — Habló Manuel haciendo reír a todos. — Pajero, es mi hermana.

— ¿Y que tiene? Podemos ser cuñados, amigo.

— ¿A vos que te parece, Wos? — Le dijo mi hermano a Valentín mirándolo con picardía. Yo me reía de la situación hasta que Valentín habló.

— Sé que te parte el corazón pero Paz ya no está disponible, bro.

— Me lo parte, me lo parte. — Dijo Mateo imitando el meme haciéndome reír con fuerza. Después se puso serio y me miró. —Ah, ¿entonces es posta que salís con Ecko?

¿Qué?

⭐️⭐️
Buenaaaas, qué tal les va?

arte | wosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora