cuatro

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Natalia había llegado hace un par de horas a casa con la intención de convencerme de salir. No le costó mucho porque yo no sabía decir que no. Aunque, en realidad, tal vez si tenía un poco de ganas de salir a divertirme con mis amigas sin pensar en que Bautista estuviera, probablemente, enojado conmigo. Las cosas con él seguían raras. Después de haberle dicho que no quería seguir con nuestro intento de relación, nos habíamos visto para coger un par de veces. Sin decirnos demasiado y sin compromiso. Y eso no me molestaba en absoluto. Mientras Nati se bañaba llegaron Memi y Coti. Siempre habíamos sido las cuatro. Nos conocíamos desde jardín de infantes y, entre idas y vueltas, siempre terminamos solo las cuatro.

— Te va a encantar esta fiesta, Pichi. Es justo para vos. — Me dijo Coti mientras se maquillaba frente al espejo. Yo estaba tirada en la cama, meditando la canción que sonaba. Thank u, next de Ariana, se había convertido en mi nuevo himno. Después empezó a sonar un reggaetón porque Memi dijo que teníamos que activar la previa.

— Veni, Maripi, así te ponga un poco de glitter. — Me llamó Nati desde la puerta del baño. Me dirigí hacia ella y me senté en la tapa del inodoro mientras mi amiga hacía lo suyo.

Al rato estuvimos las cuatro listas. Fiel a mi estilo, me vestí de monocromo. Mis amigas, en cambio, eran un arcoíris. Tal vez el único punto en común de nuestros outfits era la cantidad exagerada de brillos, glitter y maquillaje.

— ¡La Bresh nos espera, bebé! — Gritó Memi cuando nos subimos al taxi y las tres asentimos sonrientes. Coti era la única que ya había ido a una de esas fiestas y según lo que nos dijo no nos íbamos a arrepentir.

La fiesta Bresh era un ambiente atípico para mí y, sin embargo, me encantaba. La música era variada y con mis amigas bailamos desde cuarteto a pop. Ya había perdido la cuenta de todos los vasos de fernet que había tomado cuando divisé en una esquina a Valentín. Y al Duki. Si bien yo no era una gran fanática, todo el mundo conocía al Duki. Coti pegó un grito de emoción al encontrar lo que yo estaba mirando y las cuatro reímos.

Un rato después, alguien tocó mi hombro y al girar me sorprendí al ver a Valentín sonriente. Tenía los ojos caídos, como si estuviera cansado. O drogado. Tenía un cigarro en la mano y la sonrisa intacta. Me dio un beso en la mejilla y le correspondí el gesto. No dijo nada. Me ofreció de su faso pero negué.

— Cierto que sos una chica buena. — Dijo. Me encogí de hombros e hice el intento de volver a mi ronda, aunque la mano de Valentín me lo impidió. — ¿Bailamos? — Asentí. Tenía bastante alcohol en sangre y estaba mucho más divertida que lo normal.

Me sorprendió que él se quedara el resto de la noche conmigo. Bailando y riéndonos de nada. Tal vez me sorprendía porque él era lo más cercano a un famoso. A ver, estaba con Duki. Y muchos de los que yo llamaba casi famosos lo saludaban.

Ya faltaban 10 minutos para que todo terminara. Y yo seguía sin soltar la mano de Valentín. Algo en él me parecía hipnótico. Mis amigas aparecieron frente a mí y miraron sonrientes nuestras manos entrelazadas. Nati, quien ya lo conocía de la fiesta a la que mi hermano me había invitado, lo saludó eufórica. 

— ¿Nos vamos, Pichi? — Me preguntó. Asentí.

— ¿Les cabe un after? — Habló Valentín. Memi y Coti se miraron entre sí sonrientes pero fue Nati quien respondió un sí exagerado. Valen asintió y giró su mirada como buscando a alguien. Se detuvo en un grupo de chicos parados en una escalera.

Un par de minutos después estábamos yendo a la casa de Valentín para seguir de fiesta. Primero compramos comida. El bajón se acercaba y las hamburguesas no podían faltar.

Coti había pegado onda con un amigo de Valentín. Era un rubio divino así que no me sorprendió ver que subieran juntos buscando una habitación. Las chicas y los tres amigos de Valentín que habían quedado, salieron al patio y se sentaron al borde de la pileta. Entonces, cuando estuve por salir para hacer lo mismo, Valentín me detuvo.

— Paz, ¿te puedo hacer una pregunta? — Me preguntó ya muy cerca de mi cara. Nuestros cuerpos estaban casi pegados. Posicionó su mano en mi cintura y con la otra sostenía mi mano. Lo observé de cerca. Tenía unos ojos hermosos aunque siempre parecía cansado. Me gustaba su estructura ósea, con su mandíbula marcada y su nariz algo grande. Me detuve especialmente en el piercing en su ceja. Era la segunda vez que pensaba en lo bien que le quedaba algo que a mi parecer era muy turro. Él sonrió y mojó sus labios. Sentía como todo el ambiente empezaba a ponerse intenso.

— Pregunte, señor. — Conteste divertida.

— Me olvide... — Dijo. Solté una carcajada y él aprovechó para sostener mi cara y unir nuestros labios. Ese beso. Podía volverme loca sin dudarlo. Se separó un segundo y todavía con los ojos cerrados sonrió. Esta vez lo besé yo. Valentín se sentó en el sillón y me posicionó sobre él. Empezó a dejar besos en mi cuello haciéndome estremecer. Después una notificación de Instagram retumbó en el silencio de la sala, en donde solo se escuchaba nuestras respiraciones agitadas. Definitivamente tenía que silenciar esas notificaciones. Ambos miramos hacia mi celular que se encontraba en la mesa ratona. Lo agarré para ponerlo en silencio y cuando desbloquee vi como Valentín miraba el mensaje que acababa de llegar y fruncía el ceño.

Nacho. Otra vez Nacho.

⭐️⭐️
se prendió

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