Juegos

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-¡Ahh el dragón!- chilló Maria mientras se escondía bajo unas sábanas.

-¡Yo el héroe salvara a la princesa!- grito Alfred lanzándose a la montaña de almohadas y tomando su espada de madera golpeó al "dragón".

Los inocentes niños corrieron y saltaron por la habitación derrotando a cada enemigo imaginario que saliera de su mente. Casi al final de la tarde ambos cayeron derrotados por el cansancio sobre la cama mirándose el uno al otro con diversión.

-Mañana jugamos en el patio- propone Maria arreglando un poco la falda de su vestido.

-¡Si y le pedimos a Arthur que sea el malo!- dice Alfred mirando con atención a la niña.

Ambos siguieron mirándose el uno al otro, el niño acaricio el cabello de su amiga con delicadeza y la morena solo se acercó más a él norteamericano.

-Aún falta algo- susurro la niña con las mejillas rojas.

-¿Que?- pregunto curioso y miro con atención a Maria.

-Un beso, la princesa siempre le da un beso al caballero- Maria no podía estar más rojas y Alfred no se quedaba atrás. Retiro las manos de su cabello y se sentó en la cama.

- S-si - asiente el rubio bajando un poco la cara mientras jugando con sus manos con nerviosismo.

-entonces... - Maria se levantó y lo miro.

-¿entonces que?-

-¿Me vas a besar o no?- se cruzo de brazos e hizo un puchero.

Alfred asintió de forma frenética y trago saliva. Se acercó a la morena y puso sus manos en las mejillas de ella, Maria cerró los ojos a la espera de que Jones uniera sus labios. Alfred la miro un par de segundos admirando aquellos rasgos delicados de la niña, Alfred siguió acercándose con timidez hasta que sus labios tocaron los de Maria. Ambos se quedaron estáticos por varios segundos sintiendo ese extraño contacto que les hacían sentir mariposas en sus estómagos.

-¡Alfred F Jones pequeño monstruo!- casi se caen de culo cuando Antonio apareció por la puerta con una mirada asesina.

-¡Corre Alfred!- chilló la niña y no hizo falta otro grito para que el nombrado saliera corriendo para escapar de los brazos del mayor.

Al final todavía le faltaba vencer a otro enemigo que se interponía entre él y su princesa.

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