Advertencia: en este capítulo no habrá UsaVene
____________-¡Rusell!- regaño el anciano al pequeño niño que lo arrastraba por la calle- Deja de hacer eso - pidió el anciano pero el niño no se detuvo.
-Señor Fredricksen tenemos que apurarnos- la manos regordetas del niños apretaron las del mayor mientras pasaba con rapidez a las personas a su lado. El mareado anciano siguió regañando al mayor asta que se detuvo repentinamente- Aquí es- hablo con firmeza y sonrió con orgullo dirigiendo una mirada significativa a Carl.
-¿De que... - no pudo terminar por la alta música que escucho a sus espaldas, un tipo de música que el jamás había escuchado.
Volteo por completo su cuerpo y se encontró con algo que lo dejó intrigado.
La pequeñas Venecia.
Pintadas de amarillo, azul y rojo, palmeras a los lados y algo tras de ellas que lo dejo aun más extrañado.
-Cataratas paraíso- susurro mientras se acercaba a la puerta del local.
-Es un restaurante venezolano- explicó Rusell- Venezuela significa pequeña Venecia por eso el nombre-
-Que bien huele- deleitó su nariz con el aroma del lugar mientras se sentaba en una de las mesas cercanas a los grandes ventanales.
-Mi papá nos trajo aquí anoche, el pidió algo llamado patacones... - empezó a hablar como loro sin siquiera detenerse a respirar, Carl fingió escucharlo mirando con atención el lugar.
No solamente tenían fotos de cataratas paraíso también de montañas maquilladas de nieve, playas de arena blanca y aguas como cristal, una ciudad protegida por una imponente montaña, un largo puente con un atardecer detrás y un pueblo de construcción estilo alemán. ¿Todo eso podía encontrarse en un solo país?.
-Hermoso, ¿verdad?- hablo la calmada voz de una mujer, volteo a mirarla un tanto cohibido por haber sido descubierto mirando las fotos.
-Emmm si- respondió con rapidez y fijo su atención en el menú.
-¿Es la primera vez que vienen?- vuelve a hablar con seguridad.
-Yo vine anoche pero esta el la primera vez del señor Fredricksen- aviso el menor y la muchacha río un otro poco.
-Claro, ¿les puedo recomendar algo?- ambos se miraron un par de segundos y asintieron- les traeré un pisca andina con unas arepas rellenas de queso- aviso la sonriente mecerá.
-No se que sea pero suena delicioso- comenta risueño Rusell y Carl asiente no muy convencido.
Unos minutos después la comida ya estaba puesta sobre la mesa y Rusell la devoraba a toda potencia. Carl comía tranquilamente mirando a su alrededor.
- Si la cosa está fea- oyó que hablaban tras de él unas personas cuyo acento le decía que no eran estadounidenses.
-Dios ampare a la gente que sigue ahí- hablo otro con mucho dolor.
-Nuestro hogar se a convertido en un infierno- comento otra voz con rabia.
-Espero que todo se resuelva para volver- dijo soñador uno.
- No hermano, yo no vuelvo pa' ese infierno que es Venezuela- Carl se consterno ante aquellas palabras, ¿Venezuela un infierno? ¿Eso es posible?.
-A disculpen ¿Me podrían explicar de que hablas?- le pregunto al que estaba seguro que había dicho el último comentario.
-¿Que acaso no ve noticias? Esta plagadas sobre nuestro país- dijo el hastiado venezolano por todo ese asunto.
-Emmm no mucha- dijo un tanto avergonzado por meterse en una conversación ajena. Uno de los hombres con temperamento más sereno le dio una sonrisa dulce al anciano y se preparó para hablar.
-Lo que pasa es que nuestro gobierno es completamente corrupto y a echo que la nación caiga en un declive en todos los sentidos, ya no es un lugar donde uno pueda vivir con dignidad, nos han llevado a la completa quiebra- su tono fue quebradizo y triste, Carl se sintió mal.
-Es una lastima, es un país muy bello- dijo recordando su hilarante aventura.
-¿Lo a visitado?- pregunto con curiosidad una mujer que se acercó a ellos. Cuando Carl la miro quedó deslumbrado por la latina que le sonreía de manera traviesa.
-Si, una vez-dijo, sentía como si la hubiese visto antes- ¿La conozco señorita?- ella río y le guiño un ojo, se sentó junto a ellos.
-Ammm claro que si- volteo a mirar a los hombres que la miraban con rostros de admiración-Hola, muchachos- se acomodo y miro al niño- hola querido te quiero dar algo- la mujer metió las manos en su bolso y removió algunas cosas, tanto Carl como Rusell parecieron confundidos. Cuando la morena sacó una pluma que se parecía demasiado a las de Kevin.
-Oh ¡Como la consiguió!- se la quito de las manos y se distrajo viéndola-¡Gracias!-
-Él me la dio- dice con complicidad y se levantó del asiento pero antes de irse el anciano sujeto su mano.
-¿Esta bien?- pregunto con preocupación.
-Gracias a ustedes estará bien- dijo Maria creyendo que hablaban del animal.
-Hablo de ustedes- ella abrió los ojos con sorpresa pero pronto regreso a su compostura.
-Claro, estaré muy bien-