Chloé

Rodrigo

Joder con Rodri, cómo me llevaba de la cabeza. Idas y venidas, ocupando meses y meses de mi vida.

Mi nueva amiga, Sandra, con la que compartía la mayor parte del tiempo desde que empecé el nuevo curso, tenía que estar enterada de toda mi vida, porque sí.

Y le hablé de él.

Le conté que hacía casi un año que nos conocíamos, y que aún no le había mencionado porque no le daba importancia, no después de hablarme una vez o dos cada dos semanas.

En realidad, a toda la gente a la que le había hablado de él le gustaba. Y ella no iba a ser menos.

Le definía como el chico perfecto, el príncipe que siempre quise.
Caballeroso, atento, romántico, bueno, respetuoso, inteligente, divertido... Y me di cuenta gracias a ella y gracias a cómo le explicaba quién era él, de que realmente me gustaba, y que me había gustado todo ese tiempo, aunque no me daba cuenta o no quería hacerlo.

Pensaba en él constantemente, ya no me importaba perder el orgullo y hablarle, porque lo necesitaba. A veces me daba igual enviarle un mensaje, que tuviéramos una conversación de 5 minutos y hasta los 2 días no volviese a decirme nada.

Intentaba recuperarle, pero no había manera.

Ya no sabía si subir fotos sexys, si publicar imágenes eróticas o citas románticas de libros.

No sabía si hablarle como si nada o si hablarle de que tenia ganas de él, porque aunque eso no me gustaba, estaba dispuesta a todo.