Dolor

2 0 0
                                    

Entonces llego un día en el que dije: hasta aquí.
Uno de tantos...

Llevaba una semana de bajón. Una semana en la que volvía a sentirme mal y utilizada, sentía que nadie iba a quererme nunca y que era culpa mía, pese a que yo me consideraba la novia ideal.

Nunca imaginé sentir nada por Rodrigo, al menos no me imaginé llorar por él. No estaba enamorada, sólo me gustaba mucho, en todos los sentidos.

Tengo un "problema", y es que cuando me pongo muy muy triste, mi mano izquierda me duele. ¿Sabéis ese dicho de 'me duele el corazón'? Pues bueno, eso es cierto, pero no me duele el corazón como tal.

Existen unas terminaciones nerviosas que son las que recorren el brazo izquierdo (lo que el corazón pilla más cerca) y es lo que empieza a adormecerse o a doler cuando va a darte un infarto, porque están muy contactados.

Cada vez que me dolía el corazón, cuando un amor me hacía daño, cuando temía que se acabase todo, cuando tenía miedo de que me estuviesen engañando, cuando discutíamos... La mano me pinchaba.

Sentía una presión insoportable que cada vez era más fuerte y se extendía a los dedos. Las yemas de mis dedos se volvían adoloridas casi cómo si tocases hielo y no pudieses calentarlas.

A veces lloraba más por el dolor que por el motivo de la tristeza, pero pensaba en otras cosas o intentaba calmarme porque no quería saber qué pasaría si seguía dejando que me doliese cada vez más.

Empecé a descubrir este dolor cuando estuve saliendo con aquel chico tan tóxico.

Aquella semana en la que estuve rallada por Rodrigo, aguantando las lágrimas, fue la semana en la que me di cuenta de que me estaba pasando otra vez. Cada vez que las aguantaba, mi mano me dolía.

Un día estaba sola en mi cuarto. Empecé a pensar y a imaginar, y empecé a llorar. Me dolía mucho la mano, sabía que lo que sentía por él era mucho más de lo que me pensaba y quise parar eso.

Él me habló, pero le ignoré, pasaba de responderle.

ChloéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora