Trece

48 9 0
                                    

Salgo de mi larga ducha para cambiarme. Me pongo su hoodie y mis usuales jeans con tenis, pues hace frío ya que va a ser de noche y voy a estar al aire frío.

Agarro mi libro, teléfono y llaves y entro en mi carro. La ruta es aproximadamente 15 minutos. El camino es silencioso y lleno de nervios. A pesar de todo desde el primer día he estado nerviosa de llegar a él. Como el primer día que lo conocí. Desde entonces llevo mariposas en el estómago; solo que desde ahora es diferente porque el no me va a responder a mis preguntas.

Me parqueo cerca de su lugar y empiezo a caminar hasta encontrar su nombre.

Está empezando a oscurecer, y se me es un poco más difícil encontrarlo. Estoy nerviosa, digo, ¿quien no estaría nervioso en un lugar como este? Aun así esté acostumbrada. Es mi tiempo con él.

Solo él y yo como era siempre.

Me siento en el césped y lo veo.

-Hola.-Dije con una sonrisa.

Después del segundo año es más fácil no llorar.

"Christopher Frieze; Amado hijo y hermano.
Que en eterna paz descanse
1999-2015."

Estas palabras siempre me devolvían mi saludo.

Empecé a sacar mi libro y una manzana, lo usual. Normalmente traería frutas y un pedazo de queso ya que le encantaba. Pero hoy solo una manzana.

-Ya que no vas a preguntar, por obvias razones, te dire que ha pasado de mi vida desde la ultima vez que te visite. -Digo en voz alta. Tiene que estar aquí, yo se que él me está escuchando.

-Empece mi último año de escuela. ¿Recuerdas en primer año que deseábamos salir de ese infierno lo más pronto posible? ¿También recuerdas que íbamos a mudarnos a Illinois para estudiar en la universidad de Chicago? Tu medicina y yo diplomacia.

Hay un momento de silencio.

-Mis Padres se divorciaron y mi papá se fue a Canada con mis hermanos. Mi madre casi no está en casa. Soy yo sola últimamente. Si te hace sentir mejor ya no tengo peleas tan frecuentemente con ellos como era antes. Como dije, mi madre nunca está en casa y mi padre siempre trabaja.

Otro momento de silencio. No es incomodo. Me distraigo jugando con la pulsera de mi pie, la misma que el tenia. Aquella que compro cuando fuimos a Israel juntos en el 2015. Un año antes de todo.

-Mi vida es una mierda, sigo con depresión y te extraño demasiado Chris. Todo en este momento es una mierda, y me siento culpable. Me siento tan putamente culpable. Por favor perdóname Christopher. Me siento culpable de tu muerte así no fuese mi culpa como tú hermano me dice. Me siento culpable porque pienso que no fui suficiente para ti. Me siento culpable porque pensé que conocí a alguien más, a alguien que pensé que me devolvería alegría a mi corazón, alguien que pensé que podría borrar mi tristeza y hacerme creer que algo bueno va a pasar en mi vida, pero nadie puede hacer eso Chris. Solo tú.

Lágrimas escurren rápidamente por mi cara. Lloro y cada vez más fuerte.

-Solo tú mi ángel. -Repetí. - Yo pensé que había conocido a alguien que te pudiera remplazar, y me siento culpable por eso, porque alguien como tú es imposible de encontrar.

Lloro más. Lloro de frustración, de tristeza, de dolor. Lloro porque pensé que después de la lluvia el sol volvía a salir pero en mi vida no parece aparecer la gran estrella, ni siquiera un arcoíris.

-Ya es tu tercer año allá arriba y todavía no he superado tu muerte Christopher.- Susurro.

-Ayúdame a ser feliz de nuevo. Como cuando estabas junto a mi en carne y hueso. Por favor.

Como siempre, lo vi llegar en su auto rojo. Aquel auto que compro para su décimo sexto  cumpleaños con la ayuda de sus padres.

-Hola princesa. ¿Do you need a ride gorgeous?"

-Idiota. -Ruedo mis ojos y le doy un pequeño beso en los labios.

-Recuerda que hoy pago yo. -Digo recordando nuestra promesa de salir a un restaurante todos los viernes.

-De ninguna manera. Hoy tengo una sorpresa para ti después de Flanigan's, así que tenemos prisa.

-¿Prisa? No tenemos nada que hacer, es viernes.

-Ya veras.

Salí del auto con los ojos vendados por la aparente sorpresa de mi novio. Estaba oscuro de por si y podías escuchar la naturaleza y oler su ambiente.

-Abre.

Lentamente abrí mis ojos para ver velas regadas en el piso haciendo un corazón. Una caja y una toalla.

—¿Que es esto?—Pregunte sorprendida.

—Sientate. -Seguí sus instrucciones. —Abre la primera caja.

—Rosas blancas, tus favoritas. Las compré para demostrar la lealtad entre nosotros. Chocolates para hacerte más feliz; y por último un anillo de compromiso. Eres la persona más importante para mi. La que me salvó de estar en el punto más bajo de mi vida, la que me salvó de estar a punto del suicidio. Mi compañía, la razón de mis sonrisas; mi todo. Te amo y te juro que voy a estar a tu lado por siempre....

Más lágrimas salen.

Te extraño y tengo miedo de volver a amar a alguien porque no quiero que me dejen de la forma que tú me dejaste Christopher.

Jet lag Donde viven las historias. Descúbrelo ahora