Capítulo 1

24 0 0
                                    

¿Pueden las palabras cobrar vida propia? –escribió una niña a oscuras ni bien despertó

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

¿Pueden las palabras cobrar vida propia? –escribió una niña a oscuras ni bien despertó. Y en cuanto lo hizo recordó a su amigo Estéfano, el músico. Él le había contado de aquellos que nacen con el don musical y son capaces de recibir melodías y acordes que no han escuchado nunca. –Con ellas "fabrican" la música –le había contado él y Verónica se había sentido conmovida. Por cuanto ella vivía una situación similar. Recibía frases; frases y palabras en las cuales no había pensado nunca y que parecían venir desde "afuera". Unas veces caminando por la calle, otras en la escuela, pero sobre todo cuando se acostaba a dormir, las palabras la buscaban. Y en cuanto acudían a ella no podía resistirse a escribirlas fuera la hora que fuese. Por esto siempre guardaba junto a su cama una pluma y su cuaderno de tapas celestes. Porque apreciaba especialmente aquellos mensajes, cuya procedencia desconocía pero entendía que no podía darse el lujo de perder.

Más tarde comenzaron a llegar frases más complejas, más elaboradas. Con apenas once años casi como un oráculo Verónica cumplía en escribirlas aunque en apariencia no tuvieran relación alguna. Porque luego escuchaba más y hallaba los conectores que le daban sentido. En una de estas oportunidades fue que consignó la cita: "En las inmediaciones de la sombra existe un lugar donde la Belleza y la Fe se reúnen a llorar juntas la pérdida de un joven, a quien los fuegos de la Confusión y el Tormento consumieron por completo hasta volver su alma cenizas."

El fenómeno fue evolucionando y la niña comenzó a establecer vínculos. Vínculos de las palabras que recibía con las personas que conocía. Por algún tiempo guardó el secreto, pero llegó el día en que no resistió más y tuvo que contarlo. Acudió a su padre. Él la escuchó con atención tomando muy en serio el testimonio de su hija. Pero no supo bien qué hacer, de modo que la condujo hasta los líderes de la iglesia donde asistían. –Podrías ser una poetisa...–dijeron ellos. –Pero debido a que formas parte del pueblo de Dios y has de poner tus dones a su servicio, lo más probable es que seas profeta. La palabra resonó con eco en su corazón. Fuera una cosa u otra ella siguió siendo fiel en escribir las ideas que recibía, aún sin comprenderlas.

Entre tanto, su adolescencia transcurría de la iglesia a la escuela y de la escuela a la iglesia. En el grupo juvenil comenzaron a bromear respecto a ella apodándola la poetisa-profeta. Así,  entre la aseveración de sus líderes y el bromeo de sus amigos permaneció dudando algún tiempo, hasta que cumplidos los dieciséis acabó por confirmar sus sospechas. Tuvo un sueño, uno que parecía cargado de simbolismos prestos a ser decodificados. Se veía sentada bajo una magnolia a la vera de la ruta. La única luz presente era la del carril donde ella se encontraba y que la acompañaba a lo largo del sueño. En derredor la oscuridad era absoluta y en sus manos sostenía un libro con las páginas en blanco. Luego las imágenes comenzaban a mezclarse, se fusionaban y acababan desdibujando la visión. Lo último que recordaba era tocar la farola pendiente de la magnolia, pero en cuanto lo hacía ésta cambiaba del blanco al negro y allí despertaba.

Con el lazo en el espíritu #ZelAwards2019Where stories live. Discover now