Capítulo 5

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La escritora peregrina, como la habían llamado en la estación de Amberes, continuó viviendo en Gante durante los primeros días de marzo. Quizás algún medio argentino se había enterado de su visita y había informado a la prensa. No se sabía tan "famosa", pero el hecho de que la reconocieran la halagó. Alexi también había optado por quedarse en la ciudad esa semana. De igual modo que Verónica recorría libremente el continente sin rumbo fijo, optando unas veces por posar en hoteles y otras en la vía pública. Ya que coincidían en los ratos libres, contorsionista y escritora comenzaron a pasar tiempo juntos. Así fue como se hicieron presentes en cierta puesta en escena de un grupo circense al estilo de Cirque du Soleil. Alexi relató a Verónica que deseaba establecer vínculos con otros artistas de circo pues su sueño era formar parte de Cirque du Soleil.

Cuando conversaban él hacía lo que podía por hacerse entender, hablando mitad español mitad inglés o bien un español muy atravesado, actitud que enternecía a Verónica quien comenzaba a observarlo con atención. Sentada junto a él mientras aguardaban el inicio de la obra intentó mirarle de reojo, pero en ese momento se apagaron las luces y la pantalla se iluminó. Un lienzo blanco se llenó de minerales multicolores que adquirían diversos tornasoles. De igual manera que la pantalla los ojos de ambos se iluminaron, como los de dos niños en un circo. Sin saberlo tanto uno como el otro buscaban lo mismo: inspiración. Y lo hacían transitando el mundo en busca de belleza. En las ciudades que visitaban, en la naturaleza que les rodeaba, en las personas que conocían.

Regresaron de noche hasta la casa que servía de hospedaje a Verónica. Alexi le relató en el camino más acerca de su labor circense, mencionando que "disfrutaba la agonía de los estiramientos" y que "cuanto más dolorosos mejor." Esta confesión provocó una sensación ambigua en ella. Por un lado sintió estremecimiento y rechazo, por otro se encontró atraída. 

Pocos días después Alexi abandonó Gante y se despidió de Verónica dirigiéndose a la más populosa Amberes, a kilómetros de allí. La escritora lo despidió en la estación, evitando demostrar la desilusión de verlo partir. Pero él no se mostró indiferente a su detalle de acompañarlo y desde la puerta cuando subía, le entregó un presente que ella guardó en el bolso. Al llegar a Amberes, nuevamente debido a su prodigiosa flexibilidad Alexi cosechó noto- riedad. Y días más tarde la televisión belga le hizo una entrevista callejera, que Verónica pudo ver desde Gante.


La niebla que subía desde el valle era densa. A menudo la criatura emergía de los bosques para "sensar" la naturaleza de los alrededores. Y esta vez sus narinas percibieron un olor familiar: mariscos. Parecía haber personas acampando a la vera del Hallerbös. Pero en vez de molestarse recordó a su familia, esbozando una sonrisa triste. El interlocutor de su mente se burló de él desencadenando la ira del hombre, que atormentado por tanta contrariedad salió disparado a la velocidad de un rayo para internarse en la espesura.

De todos los refugios arbolados que conocía éste era su preferido. Tenía mucho de bosque de cuento y el hombre hallaba cierto reposo en él que no encontraba en Thormörsk, ni en el Bosque Negro y mucho menos en Bialowieza. –Aquel es un bosque triste comentaba para sí mismo.

La verdad que pocas personas podían resistirse al encanto de Hallerbös. Por ello hoy como tantas veces, había un grupo de turistas a punto de internarse en la arboleda. Tan admirable era el paisaje pensaba la criatura, tan sublime. Y los espiaba desde su escondite. Por primera vez en meses su alma se aquietó, en tanto observaba. Se mantuvo absorto en la contemplación de aquellos humanos por rato largo. El contingente se internó en la arboleda pero él los ignoró, permitiéndoles pasar. Y sucedió que cuando volvía sobre sus pisadas encontró un diario, que parecía abandonado casi a propósito. Entrecerrando los ojos procuró leer. Y de inmediato la bestia irrumpió. Toda la calma que había experimentado por algunos minutos se esfumó. Rugió y clamó en el dialecto extraño que a veces lo asaltaba. Los visitantes del bosque comenzaron a gritar buscando salidas. El hombre bestia fue en pos de ellos y uno a uno los despedazó. Sobre el camino el diario que el hombre encontrara, salpicado con sangre. En él un periodista hablaba acerca del posible origen de la criatura de los bosques y se mofaba de ella asegurando que pronto le darían caza y "no quedaría ni memoria de su nombre" (5).

Con el lazo en el espíritu #ZelAwards2019Where stories live. Discover now