Desde el día en que él se había ido, ella había hecho lo imposible por encontrarlo. Había publicado en los diarios; denunciado a la policía. Y salido ella misma a recorrer calles y playas de la zona, dado que sus padres estaban demasiado devastados para dar un solo paso. Visitó todos los acantilados sabiendo que a él le gustaban esos lugares. Pero no; fue imposible obtener siquiera un rastro suyo. La misma mano que lo impulsaba en la huida, era la que lo protegía de ser encontrado. Los padres del muchacho cayeron en una depresión profunda y menos de un año después Joaquina, su madre, murió, no entendiendo jamás lo que había pasado con su hijo.
Su hermana tampoco entendía. ¿Qué lo había llevado a aquel estado? El de los últimos meses, donde se encerraba llorando y "clamando" como decían en la iglesia. Él, que había amado a Dios, que había disfrutado una comunión íntima con él y se había "gozado en Su presencia". ¿Qué le ocurría? "Dios le está probando"- respondían los religiosos. –"Su llamamiento es demasiado alto, quizás sea el próximo Pablo o el próximo Elías, por ello debe atravesar estos tormentos. Para prepararse". Pero los tormentos no acababan nunca. Y lo peor era cuan insidiosos podían ser. Porque se apartaban momentánea y levemente por algunos días, dejándolo aliviado; pero luego volvían con más fuerza, enloqueciéndolo todavía más. Y la duda, la terrible duda sobre quién era él en realidad socavaba su misma alma. El plan de vida sobre el que había construido su identidad se deshacía como humo. Se miraba en el espejo y tenía miedo de sí mismo, no se reconocía. No reconocía nada de lo que había sido Esteban Van Höller. En vez de ver luz veía tinieblas, en vez de ver a Dios... veía otra cosa.
Sus padres cada día más preocupados pedían consejo a los líderes de la iglesia, pero unos les guiaban en un sentido y otros en el contrario. Pronto empezaron a estar tan confundidos que llegaron a verlo como un extraño. Su hermana en cambio, que siempre había podido "presentirlo" como gemelo, permaneció unida a él mientras pudo. No vivía sus tormentos desde dentro pero podía vislumbrarlos, e incluso a veces sentirlos. Por eso cuando él huyó se encontró tan vacía. La pérdida de Esteban y su misteriosa desaparición del mapa supusieron un desgarramiento muy grande, que la llevaron a replantear toda su fe. Por esto podía ser contada entre las víctimas de la Gran Disolución, del viento ajeno que sopló aquellos días dejando una estela de desconcierto. Y en cuanto empezaron a difundirse los rumores sobre el hombre-bestia, Magnolia supo de inmediato que se trataba de Esteban.
La profetisa, la escritora, nuevamente soñó. Pero ahora era Libuse de Praga hablándoles a los jóvenes del campamento. Y al instante siguiente Jezabel en el Apocalipsis.
Despertó. Sin sobresaltarse pero sí perturbada. Y lo primero que le vino a la mente fue el rostro de Nicolás. De los dos turistas, la verdadera bestia. Quien a pesar de disimularlo evidenciaba una profunda maldad. Esencial y legalmente, el dueño de Alexandru y quien lo llevaba de aquí para allá por Europa. Lo visualizó riendo con falsedad en el café de Praga mientras desayunaban juntos y tuvo una visión, como en los días del "don profético": vio cadenas bajo la mesa, cadenas que ligaban los pies de Eric a los pies de Nicolás.
Todavía en cama y mirando el cielorraso continuaron cayéndole fichas. De manera que aquella vez en Praga habían estado juntos los dos; por primera vez en cuerpos separados. Eric el hom- bre y Nicolás la bestia; según le había explicado con sumo detalle Alexandru más tarde, mientras tomaban infusiones antes de ir a la cama.
Permaneció acostada sin moverse intuyendo que había más. Y sí. Lo había olvidado pero ahora recordaba. No eran tres las pistas, sino cuatro. Faltaba la Biblia. La que ella había encontrado abierta a la cabecera de su cama. La que en el apuro de guardar había confundido con un libro más; y debido a que su memoria no funcionaba bien en el último tiempo había sido fácil dejar de lado.
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Con el lazo en el espíritu #ZelAwards2019
Paranormal"Mi bosque es brumoso y sombrío, pero cuando quiero rujo y puedo disipar la niebla" Palabras del hombre-bestia Algui...