La criatura percibió el aire gélido de la madrugada húngara. Hielo y fango. Espinos y setas. Todos elementos infinitamente familiares para él. Interactuando con ellos, los recuerdos de una antigua vida acudieron a su mente: el camino en bicicleta a la escuela, los juegos en la playa con su familia, el agua helada en invierno. Entre tanto, no dejaba de tomar registros. "Bosques. El Bosque de Bialowieza. En los bosques europeos encontré refugio. Entre los bisontes. Que me conocen y han visto de cerca más que muchos humanos."
Con los entes vivos; fieras, aves y setas había podido establecer un vínculo especial. Y en ese vínculo se renovaba cierta inocencia y frescura que alguna vez había tenido. Pero además empezó a comprobar algo, una nueva propiedad de tantas: podía manipular la naturaleza. Podía hablarle y ella respondía.
–En el bosque encontré Pscilocybe sanctorum –le contaba al colibrí –una especie alucinógena de hongos.
–¿Sabes cómo usar las inflexiones de voz para crear ambientes y manipular sentimientos? –intervino la bestia que siempre lo guiaba –Yo te lo puedo enseñar. Es similar al efecto que ejerce un alucinógeno como el que este hongo posee para crear percepciones falsas y confundir –Él ignoró la voz y lo demostró con su actitud corporal, pero la bestia insistió en enseñarle –Allí donde veas vulnerabilidad y dependencia es donde debes dirigirte. –El mensaje iba calando hondo dentro del hombre y esto no pasaba desapercibido para la bestia.
Pero había veces en que la bestia era "buena" con él; afable le cantaba y era capaz de arrullarlo hasta que se quedaba dormido. Esa era la relación que hombre y bestia tenían desde hacía casi diez años.
No lejos de aquel bosque, un contorsionista de circo caminaba alegre y despreocupado por calles europeas. Entretenía en las plazas y transitaba caminos solitarios. A veces se lo veía tomando fotografías y otras adoptando complicadas posturas en la vía pública. Lo había hecho en Gante, Amberes, Riga, Helsinki y Bratislava. Pero le quedaban ciudades por recorrer. Decían que había llegado de Islandia y realizaba demostraciones de su habilidad con contorsiones que impresionaban a muchos. De esta manera fue adquiriendo notoriedad en la vía pública hasta volverse conocido como El contorsionista, a secas.
Era un hombre joven de estatura media a alta, y delgado. Conocía varios idiomas y se comunicaba con cuanta persona quería acercarse a hablarle. Si bien El contorsionista había recorrido la mayor parte del continente, se lo veía más frecuentemente por Europa del Norte. En aquellos sitios había logrado establecer vínculos con otros artistas callejeros. Pero el día que Verónica pisó Europa por primera vez, El contorsionista se encontraba precisamente en Praga.
La capital checa se presentó a los ojos de Verónica como esperaba encontrarla: salida de cuento. Los escenarios decorados con nieve, amplios espacios empedrados para caminar; las torres ge- melas de Tyn y el Puente Charles desde donde podía vislumbrar Vysengrado. La escritora se detenía a cada paso para llenar sus ojos del encanto de Praga. De las gárgolas, las torres puntiagudas y toda la arquitectura de la Ciudad Vieja.
Pudo ubicar un hotel sin haber hecho reservas, a medio camino entre Staré Mesto y Malá Strana (3). Y a continuación salió con ojos ansiosos a contemplar lo nuevo y diverso que tenía para ofrecerle la capital checa. Un lugar cargado de historia y de historias según aseguraba la promoción turística.
Se calzó los auriculares y disfrutó de un paseo por la ciudad escuchando a Enigma. Desde que se propusiera visitar el viejo continente estaba abierta a conocer no sólo lugares sino personas, sabiendo que en ellas podía esconderse la inspiración que buscaba. Por esto recorrió Staré Mesto y Malá Strana con ojos ávidos, convencida de que en algún sitio encontraría a su musa. Así descubrió un grupo de turistas latinos conversando frente a la Iglesia Nuestra Señora de Tyn. Sin conocerlos demasiado, optó por salir con ellos esa misma noche a cierto bar de la Ciudad Nueva. Y en tanto conversaban se dio cuenta que no estaba segura de las nacionalidades de todos, pero tampoco quiso preguntar. Al menos dos eran argentinos dedujo y el resto quizá de países limítrofes, ya que no sonaban "muy centroamericanos".
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Con el lazo en el espíritu #ZelAwards2019
Paranormal"Mi bosque es brumoso y sombrío, pero cuando quiero rujo y puedo disipar la niebla" Palabras del hombre-bestia Algui...