• Capítulo 14 •

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Abrió la puerta de la habitación y dejamos las maletas a un costado de ésta. Entré y cerré la puerta detrás de mí. Solté su mano bruscamente y le dediqué mi peor mirada.

—Juro por mi familia que voy a hacerte la vida imposible —dije antes de meterme más en la habitación. Sentí su risa, demasiado sensual para el momento. Volteé a verlo—. ¿Qué es tan gracioso? —arqueé una ceja. Me sonrió.

—Tú lo eres.

—¡Oh, sí! Qué bien que te haga gracia, porque a mí no —dije de mala gana. Volvió a reír—. No entiendo de qué mierda te ríes.

—Ya te dije, de ti.

—¿Acaso soy un payaso?

—No, que yo sepa los payasos sonríen, tú no.

—De verdad no puedo creer que exista una persona tan desagradable como tú —volví a darme la vuelta, lo sentí acercarse a mí.

—Lo dices porque aún no has estado en la cama conmigo.

—¡Cerdo! —sentencié dándome la vuelta—. Jack, eres un asco —me alejé de él. Sólo sonrió.

—Admite que mueres por sentirme dentro tuyo.

—Vuelve a decir algo que implique sexo y mi nombre en la misma oración, y no vives para contarlo —me metí en lo que parecía ser el baño.

Esa habitación era una locura, pero claramente era para dos personas que estaban felizmente casadas porque yo no disfrutaré de esta habitación estando junto a Jack.

Apoyé mi bolso sobre el lavabo y me miré al espejo. Estaba hecha un desastre. Me lavé la cara, cepillé mis dientes y até mi cabello en una coleta.
Salí del baño y me encontré con Jack tirado sobre la enorme cama, el estaba viendo las noticias. No me dedicó su mirada así que seguí con mi paso hasta mi maleta, pero antes tiré mi bolso al lado de Jack, sobre la cama.

—Dime qué parte del armario usarás —dije secamente.

—La que tú me dejes —dijo sin despegar la mirada del televisor.

Bien, él había comenzado con el jueguito, yo se lo había seguido, y luego los dos nos atacamos, pero yo tenía una nueva idea; Frost, tendrás que dejar tu ropa dentro de la maleta porque espacio no tendrás.
Reí en voz alta sin darme cuenta, Jack volteó a verme extrañado.

—¿Te encuentras bien? —preguntó casi en una risa. Y sí, no te encuentras a una persona risueña sin sentido todos los días

—Muy bien —dije conteniendo una risa. Ciertamente su cara daba gracia. Tenía un brazo extendido sobre la cama y las piernas abiertas, casi que se reía pero no se si era una risa o una mueca que se confundía con una risa—. Además, no preguntes porque no te interesa —agregué. Se puso serio.

—Siempre con tus acotaciones estúpidas —dijo y volteó a ver el televisor de nuevo. Sonreí para mis adentros, me sentía malvada—. Aparte si pregunto es porque me interesa. ¿No crees? —agregó.

—Dios, por favor, haz que cierre la boca —dije casi en un suspiro. Rió—. ¿Por qué ríes por todo? —pregunté doblando una remera.

—Bien, no puedo preguntar porque según tú, no me interesa, y tampoco puedo reír. Dime, ¿Controlarás mi vida?

—Digamos que capaz —dije rodando los ojos. Me miró atento—. Es feo cuando controlan tu vida. ¿Cierto?

—Claro que sí. Uno es uno y hace lo que quiera con su vida.

—Pues repítetelo a ti mismo —dije secamente. Rió—. Yo no puedo controlar tú vida pero tú puedes controlar la mía —dije. Asintió—. Imbécil —volvió a reír.

La Bella y La Bestia (Jelsa) ||Adaptada|| •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora