• Capítulo 49 •

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Asió mi mano y me hizo dar una vuelta para luego envolverme en sus brazos. Besó mi mejilla y susurró a mi oído:

—¿Crees que deberíamos volver?

—Si por mí fuera, me quedaría aquí toda la vida —respondí y besé sus labios. Sonrió—. ¿Un rato más?

—Tus deseos son ordenes, princesa —besó mis labios cortamente.

(...)

El sol se iba escondiendo, dejando el lugar casi sin luz. Los últimos rayos de sol destellaban sobre el agua del lago, Jackson y yo paseábamos por las orillas del lugar, tomados de la mano. Las hierbas a nuestros pies, daban la sensación de caminar por el cielo. Era totalmente suave y con poca altura.

Los hermosos ojos de Jack se veían de un color más claro al sol, el azul de allí era contorneada con un pequeño delineado negro, luego lo blanco del resto de su ojo tenían un ligero brillo y su sonrisa lo acompañaba. La perfecta hilera de dientes enmarcada por unos rosados labios. La tez completamente pálida no se encontraba ninguna imperfección. Su cabello blanco que podría confundir a cualquiera como un anciano, pero que inclusive, no se veía mal. Su perfume tan varonil, su apariencia, era totalmente perfecto y también, completamente mío.

—¿En qué piensas? —preguntó intrigado.

Le dediqué una ligera sonrisa y respondí:

—En ti.

—¿En mí? —preguntó extrañado y rió—. ¿Qué piensas de mí?

—Que eres perfecto —confesé sin más. Sonrió—. Jack, esta mañana dijiste que ibas a contarme tu historia.

—Ya la sabes —respondió—. ¿Por qué piensas que soy perfecto?

—Es que lo eres —respondí a la ligera—. No me cambies de tema. Cuéntame.

—Elsa, tú has cambiado de tema primero —respondió. Estaba en lo cierto—. Yo sigo con el tema que hemos comenzado.

—Está bien —respondí y observé mis pies antes de alzar la mirada hacia sus ojos—. Pensaba que de verdad eres perfecto, en todo sentido.

—¿Qué te hace creer eso?

—Todo, Jack —respondí. Rió.

—¿Crees que soy perfecto aún así sabiendo que te hice la vida imposible por dos meses?

—Jack, me enamoré de esa actitud —respondí. Me sonrió extrañado—. Tu forma de ignorarme me parecía tan atractiva.

—Oh Dios, estás tan loca —rió. Acompañé su risa con la mía.

—¿Qué es lo que más te gusta de mí? —pregunté. Alzó los ojos al cielo y luego fijo su vista en mí.

—Todo.

—¿Algo en particular?

—Eres tan inocente —respondió sonriendo—. Eres mi debilidad, Elsa.

—Pensé que tu debilidad era Emma —nos detuvimos—. Ella es tu punto débil.

—Es mi hermana, tú eres mi esposa.

—Explícame.

—Tú eres la mujer con la que compartiré el resto de mi vida y ella es la niña que más amo sobre la tierra, pero, cuando crezca va a formar una familia y yo ya no seré el hombre perfecto que ella cree que soy. Seré reemplazado por su marido.

—¿A qué te refieres?

—No me mires de esa manera —me tomó por la cintura y se pegó a mí—. Ella es la niña que más amo, tú eres la mujer que más amo.

La Bella y La Bestia (Jelsa) ||Adaptada|| •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora