• Capítulo 36 •

390 33 12
                                    

Terminé de maquillarme y corrí escaleras abajo. Jack, junto con Aurora, reían a carcajadas.

—Me llamas si necesitas algo —le dijo. Ella asintió—. Ha sido un placer tenerte aquí en casa, primita —sonrió con simpatía. Aurora le devolvió el gesto.

—Lo sé, Jack, para todos es un placer tenerme en sus casas —rió, Jack se unió a la risa—. Nos vemos el día de la boda —sonrió.

—Claro que sí —le dijo él, con la misma sonrisa.

—Nos vemos, Elsa —dijo casi en un grito al verme bajar, escalón por escalón.

—Nos vemos, Aurora le sonreí y la estreché en mis brazos—. Nuevamente, disculpa por las acusaciones y gracias por divertirme esta mañana cuando no pude pegar un solo ojo —ella rió—. Es en serio, espero verte luego de la boda, también.

—¡Oh, claro! Dalo por hecho, linda —sonrió—. Te debo una disculpa y también... —nos separamos y ella acomodó su cabello—. He sido una estúpida, debí presentarme antes de que sacaras esas conclusiones —rió nerviosa. Le sonreí al igual que Jack lo hacía.

—Nos vemos en tres días, Aurora —le dijo Jack. Ella golpeó el hombro del chico y se montó en el taxi.

El vehículo encendió su motor y pronto comenzó a andar por la calle. Jack tomó su celular y tecleó algo. Yo, por mi parte, acomodé mi falda y luego lo miré.

—¿Nos vamos?

—Claro —sonreí.

—¿No llevas bolso? —preguntó.

—No, no tengo nada que llevar ahí —reí. Torció los ojos y rió.

—Ya, vamos —me dio un leve empujón por la cintura.

Juntos, subimos al auto y nos abrochamos los cinturones. Jack encendió el motor y en menos de diez segundos ya habíamos comenzado a andar hacia la empresa.

—¿Pongo música? —preguntó. Asentí y el encendió la radio.

—¿Jack? —pregunté con curiosidad.

—Dime...

—¿Por qué me has dicho que no teníamos habitación de huéspedes?

—Porque se me ha ocurrido —rió.

—Oh, tu ocurrencia ha sido genial —dije irónica mientras causaba su risa.

—De todos modos, no he conseguido lo que quería —dijo y volteó a la siguiente calle.

—No lo obtendrás, nunca Jack, nunca.

—Cómo digas —rió—. Pero te has quedado a dormir dos noches junto a mí.

—Pero porque tenía miedo —me excusé.

—Sí, claro —dio rienda suelta a una carcajada—. ¿Y no se te ha ocurrido inspeccionar un poco más la casa?

—Ciertamente, no.

—Bueno, pues, ese, ha sido tu error —aparcó el auto mientras hablaba.

—Ya cállate —me desabroché el cinturón de seguridad y bajé.

—Toma mi mano, Elsa —dijo corriendo tras de mi.

—No.

—Vamos, ¡hey!, recuerda lo que hemos hablado.

—¡Agh!, está bien, ven y tómame la mano —me quedé quieta y el pasó por mi lado, llevándome junto con él.

—Eres muy liviana —soltó con una risilla.

—Y tú, eres muy imbécil —dije. Besó mi mejilla.

La Bella y La Bestia (Jelsa) ||Adaptada|| •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora