Un rayo de sol se coló por la cortina dándonos la bienvenida a nuevo día. Jackson se estiró sobre la cama y acomodó uno de sus brazos sobre mi cara. Bufando, lo quité y me di la vuelta para no tener que soportar el sol sobre mi rostro. Jack se removió entre las sábanas y tomó mi cintura para pegarme a él.
—Buenos días —susurró en mi oído y segundos después depositó un beso en mi cuello.
—Buenos días —contesté, aún con los ojos cerrados.
—No quiero levantarme —se quejó mientras sus dedos brindaban caricias sobre la piel de mi pierna—. Quiero estar aquí todo el día, así, sin movernos un centímetro —murmuró y bostezó. Sonreí.
—¿No piensas desayunar, almorzar, tomar la media tarde o cenar?
—Tengo mis maneras de saciar el hambre —dijo y largó una tierna carcajada.
—Cállate —dije y reí.
—¿Has visto alguna vez una erección matutina? —preguntó. Eran recién las diez de la mañana y yo ya estaba sonrojada.
—Duérmete, Jack —dije y reí. Se pegó más a mí—. Vas a obligarme a enterrarte mi codo en tu estómago —dije. Rió.
—Malévola —dijo y besó mi cuello nuevamente—. No has dado respuesta a mi pregunta —dijo y siguió con sus besos.
—No, Jack —dije y mordí mi labio inferior.
—¿Tienes los ojos abiertos? —preguntó.
—No, ¿eso viene al caso? —pregunté riendo.
—No —rió—. Solo quería saber —añadió luego—. ¿Sabes? —bajó su tono de voz y habló a mi oído—. Amaría despertar todas las mañanas así.
Mi corazón dio un vuelco y sentí como mi respiración se aceleraba. Capáz era una manera de demostrarme que algo sentía por mí, que algún día podríamos llegar a ser más que una pareja forzada al casamiento.
—Eso fue tierno —dije y abrí los ojos.
Di la vuelta entre sus brazos y quedé de frente a él. Su pelo desordenado le daba un toque hermoso a su perfecto rostro y sus labios humedecidos por su propia saliva, invitaban a darle un beso.
—Ahora sí te veo —sonrió.
—Veo que estás de buenas, Frost —dije. Rió y volvió a rodearme con sus brazos—. De muy buenas —añadí.
—Sí, se llaman ataques de ternura —dijo. Sonreí—. ¿A ti también te dan? —preguntó.
—No lo sé —dije y reí—. Me gusta que estés así.
—Me suena extraño —sonrió. Asentí—. ¿Quieres que salgamos a desayunar? —preguntó.
—¿No querías quedarte en la cama todo el día? —pregunté. Rió.
—Si tú quieres —dijo. Reí—. De todas maneras, yo quería otra cosa —dijo haciendo puchero. Reí.
—¿Y qué quieres? —pregunté. Arqueó una ceja—. No respondas, cerdo —añadí causando una pequeña risa de su parte.
—Desayunemos —dijo y besó mis labios—. Ya, en serio me ha dado hambre y serás tú la que deberás sufrir las consecuencias —sonrió. Se puso de pie y estiró sus brazos.
—Tengo una pregunta —dije. Me observó y se frotó los ojos—. ¿Siempre piensas en lo mismo?
—Desde que te vi —sonrió—. ¡Hey! Vamos a ti también te gusta —dijo y arqueó una ceja—. La has pasado bien el otro día —rió—. Entonces... ¿quieres que pida el desayuno a la habitación en vez de ir a desayunar juntos por las calles de París?
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La Bella y La Bestia (Jelsa) ||Adaptada|| •TERMINADA•
Roman pour Adolescents«¿Quién iba a imaginar que me enamoraría de una bestia?» Qué horror es cuando la persona que más amas es la persona más fría del mundo, Qué horror es que le intentes demostrar tu amor y te saque a patadas de su vida. Qué horror es que tú seas la pob...