Capitulo Diez

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Zayn, agotado, se metió en la cama y se dijo que esa noche no iría a ver a Allie. Era demasiado mayor para ir todas las noches a rondarla como si fuera un adolescente con las hormonas en ebullición. Tenía más de treinta años y era un ranchero que se levantaba antes del alba y trabajaba hasta después del ocaso. Tenía que descansar si quería poder con las complicaciones de llevar solo un rancho. Gruñó al saber que la edad y el rancho eran unas meras excusas, y bastante malas. La verdad era que estaba asustado, como no lo había estado nunca. Allie empezaba a insinuar que le gustaría algo más permanente que unas horas de placer a escondidas. Entrecerró los ojos, miró al techo e intentó recordar las palabras exactas de la noche anterior. Algo sobre dormir y despertarse a su lado todos los días. Sin darse cuenta, se llevó la mano al corazón. Él quería exactamente lo mismo.

Una mujer, hijos, un hogar. Todo lo que Zayn había deseado siempre. Sin embargo, confió una vez en una mujer y ella le rompió el corazón y se llevó a sus hijos. Se dio la vuelta y se agarró a la almohada como había hecho muchas veces para sosegarse. Pero esa noche encontró poco sosiego y anheló el cuerpo de Allie acurrucado contra el suyo.

No le sorprendía que deseara a una mujer, era un hombre, pero le trastornaba desear a una hasta el punto de pensar sólo en ella durante todo el día. Después de que Perrie lo abandonara, se juró que no volvería a amar a nadie. ¿Amor? ¿Sería eso lo que sentía por Allie?

Fuera estaba formándose una tormenta. Una tan fuerte como la que se había formado repentinamente dentro de él. Oyó el viento que aullaba alrededor de su casa, que agitaba las ramas contra el tejado de hojalata, y sintió lo mismo en lo más profundo de sí mismo. Amor. Esas cuatro letras lo aterraban.

Sin embargo, aterrado o no, quería estar con ella, aunque sólo fuera para abrazarla. Suspiró, se levantó y se puso los vaqueros.

El cielo estaba completamente cubierto y no había ni luna ni estrellas que iluminaran su camino. Zayn no podía ver nada a más de un metro de distancia de la cabeza de su caballo. Los truenos retumbaban en la distancia. Olió la humedad, y supo que cuando llegara la lluvia lo haría con furia. Un rayo cruzó el cielo a suficiente distancia como para no ser amenazador, pero puso el caballo al trote. Se dijo que tenía que estar loco para lanzarse al campo cuando estaba formándose una tormenta, como si fuera un adolescente enamoradizo. Efectivamente, estaba loco, y el motivo de su locura debería estar dormido, si tenía dos dedos de frente. Otro rayo iluminó el cielo lo suficiente como para permitirle ver una figura espectral en la puerta de la cerca. Sonrió al reconocer a Allie. El viento le arremolinaba el borde de su camisón entre las piernas. Zayn se puso al galope. Al llegar a la cerca, paró el caballo y desmontó.

—¿Qué haces aquí? —preguntó a Allie.

Ella, sonriente, se inclinó sobre la cerca y le agarró la cara para darle un beso.

—Esperarte —contestó ella con el pelo agitado por el viento.

Abrió la puerta de la cerca para que Zayn pasara con el caballo. Volvió a cerrarla se agarró al brazo de él para acompañarlo.

—Temía que no vinieras por la tormenta.

—Lo habría hecho en cualquier caso —replico él, que sabía en el fondo de su corazón que era verdad—. Aunque hubiera tenido que construir un arca.

Allie se rió, se puso de puntillas y le dio un beso en la mejilla.

—¿Te importa que deje a mi caballo en el viejo cobertizo que hay junto al garaje? Lo tapara cuando llegue la lluvia.

—No, no me importa.

Fueron al cobertizo, desensillaron al caballo y siguieron hasta el porche. En el momento de pisar el primer escalón, el cielo se abrió por la mitad y descargó unas gotas de lluvia enormes que chocaron contra el techo de hojalata con gran estruendo. Se metieron en el porche entre risas y se abrazaron con regueros de gotas en las caras.

Cásate Conmigo(Zayn Malik)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora