Capitulo 22

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____(tn) despertó a la mañana siguiente al sentir la presencia de Justin junto a la cama con la bandeja del desayuno y una rosa. Llevaba únicamente el pantalón del pijama de seda y la mirada de la joven se posó en el atlético pecho, un pecho sobre el que había dormido casi toda la noche.

—Buenos días —dijo él—. ¿Tienes hambre?

—Estoy hambrienta —admitió ella mientras se sentaba en la cama.

De repente se dio cuenta de que aún estaba desnuda y tiró de la sábana.

—No seas tímida conmigo —Justin le tomó la mano impidiendo que la sábana completara su trayecto ascendente—. He visto y saboreado cada centímetro de tu dulce cuerpo.

Ella soltó la sábana y relajó los hombros. Él se agachó y la besó lenta y prolongadamente.

Una noche de pasión, desayuno en la cama, tiernos besos y dulces palabras.

Si fuera real…

¿Acaso jugaba con ella? ¿Con sus emociones? ¿Cómo podía comportarse con tanto cariño si pensaba de ella que era una mentirosa y manipuladora?

—Ahora mismo te daría lo que me pidieras por tus pensamientos.

Ella pestañeó y se dio cuenta de que él la miraba fijamente. Lo mejor sería que no supiera en qué pensaba.

—Pensaba en lo agradable que es despertarse así —contestó ella con una sonrisa.

Él le acarició el labio inferior con el pulgar y luego la mejilla.

—Desayuna. Tu cita es dentro de dos horas.

Se había olvidado de la cita. Tenía una ecografía programada, junto con un análisis de sangre y debía decidir una fecha para su ingreso en el hospital.

—Voy a ducharme y a afeitarme —él dejó la bandeja sobre las piernas de su mujer—. Tengo que hacer unas cuantas llamadas y luego te llevaré a tu cita.

—Gracias.

—No hay de qué. Ahora te dejaré para que desayunes.

Ella lo contempló alejarse. A pesar del delicioso desayuno que tenía delante, su mente estaba en la ducha de Justin. De haber sido más atrevida, se habría unido a él, pero no se atrevía. Hasta ese momento había sido él quien había iniciado los movimientos. Y eso le había permitido estudiarlo y descubrir más cosas sobre ese hombre que había puesto su vida patas arriba.

Una vez más contempló el deslumbrante diamante que adornaba su dedo corazón. El peso le resultaba extraño. Aún no se había acostumbrado a él, pero se sentía fascinada por su aspecto y también por su significado. En cierto modo era una marca de posesión. Pertenecía a alguien.

Consciente de haberse pasado mucho tiempo soñando, desayunó aceleradamente. Tras ducharse y vestirse bajó a la planta baja donde encontró a Justin, al teléfono, en su estudio.

Al verla junto a la puerta, él hizo un gesto con la mano para indicarle que tardaría un minuto. Sin querer interrumpir, ella decidió esperarlo en el salón. Justin no tardó mucho.

—He contratado a un chef. Llegará esta tarde, a tiempo para preparar la cena de hoy.

—No hacía falta. Te lo dije de broma.

—Al contrario. Fue una idea excelente. Lo que menos necesitas es estar de pie en la cocina y, si tuviera que encargarme yo, me temo que te cansarías de mi limitado repertorio culinario.

—Me estás malcriando —protestó ella sin demasiada convicción.

—Esa es la idea —él sonrió tímidamente y sus ojos emitieron un peculiar brillo, el que siempre reflejaban cuando la miraban a ella—. ¿Estás lista? Deberíamos irnos por si hay tráfico.

Una Aventura ClandestinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora