PUNTO DE QUIEBRE
Partí de regreso a la isla tan rápido que la habitación dio vueltas alrededor de mí. Mareada, esperé por Ava a que terminara, pero la explicación nunca vino. Ella se arrodilló al lado de James otra vez, murmurando palabras que sólo tenían sentido para él, y me giré.
Sólo había una razón para que Cronos atacara la ciudad de New York cuando tantas otras, Londres, St. Petersburgo, e incluso Beijing, tenían que estar más cerca. Y esa razón era yo.
Esta vez cuando me desvanecí de la cámara de tortura de James, no reaparecí en el Olimpo. En lugar de eso, cuando abrí mis ojos, estaba en el cuarto de Noah otra vez.
Cronos se encontraba en una esquina oscura, como si estuviese esperando por mí. Si no había estado segura por algún tipo de conexión entre nosotros, ahora lo estaba. Él seguía mi pista. Observándome de la manera en que únicamente un Titán podía.
—Tú, bastardo. —Lo empujé tan fuerte como pude, pero por supuesto no hizo ningún bien.
Él miró abajo hacia mí, su barbilla alzada y sus ojos estrechos.
—¿Qué he hecho para merecer esas palabras tan duras? ¿No te he ofrecido todo, y aun así construiste mentira tras mentira?
Apreté mis dientes.
—Fuiste tras mi hogar.
—Tu hogar es el Inframundo, y te aseguro que no tengo ninguna intención de removerte de mi camino de la manera que lo haré con el resto del Consejo. Tendrás la eternidad para permanecer allí con las millones de almas que morirán a mi mano. Quizá, si te comportas, permitiré que te unas a mí en la superficie por un tiempo. Muy parecido al arreglo que actualmente tengo con tu muy viva esposa.
Gélido terror se estableció sobre mí.
—¿Por qué estás haciendo esto? Vine a ti. Iba a mantener hasta el final el trato. No sabía…
—¿No sabías qué? —dijo Cronos con la peligrosa neutralidad que era infinitamente más atemorizante que la ira—. ¿Que tu querida Lena estaba viva?
—No sabía que me seguiría —dije—. No sabía que tenía un plan. Lo siento.
Cronos inclinó la cabeza.
—No, no lo sientes. Sientes haber perdido aquello que pensaste podías mantener oculto. Lamentas no ser la única que estaba dispuesta a sacrificarse por los que ama. Lamentas ser forzada a permanecer viva después de que yo destroce a todos los que te importan. Lamentas haber perdido a tu hijo. Pero no lamentas haber mentido.
Un peso invisible se instaló en mi pecho.
—Tienes razón —dije temblorosamente—. No lamento haber mentido. Pero si lo siento por todas esas personas que van a morir. Y si no hubieses ido tan lejos, también sentiría haberte mentido.
Cronos tocó mi mejilla con el fantasma de afecto.
—Pensé que eras diferente, Kara Danvers. Pensé que entendías.
—Lo hago. Más de lo que tú alguna vez me entenderías a mí. —Un nudo se formó en mi garganta, pero las lágrimas no vinieron. Pedir y rogar no harían ningún bien, pero tenía que haber una manera de arreglar esto. De hacerlo entender—. No mereces esta clase de dolor, pero entonces, tampoco yo. Y menos el Consejo. Y ninguna de las millones de vidas que vas a destruir. La única diferencia entre nosotros y los humanos es la muerte. Incluso ahora, contigo aquí, no hay ninguna diferencia. ¿Puedes imaginarlo? ¿Un final? ¿Un momento cuando dejes de existir? Y las personas que te aman, por lo que ellos pasarán…
—Suficiente —dijo él. Busqué en su rostro por algún destello de emoción, pero no encontré ninguna—. He tomado mi decisión. No te mostraré compasión cuando tú no me has mostrado ninguna. La guerra continuará, y no me rendiré o aceptaré una tregua. He tratado de extender la mano de paz al Consejo, y ellos escupieron en mi rostro. Confié en la única persona que creí me entendía, y resultaste ser la más mentirosa de todas. No tenemos nada más que discutir.
Antes de que pudiera protestar, Cronos desapareció, y mis manos tocaron nada más que aire. Él se había ido, junto con la única esperanza que tenía de preservar a mi familia.
Me quedé en blanco mirando al espacio vacío. Tan pronto como Cronos escapara en el solsticio, esto dejaría de ser una guerra. Sería un baño de sangre.
Tenía que haber algo que no estaba viendo, algo que pudiera hacer para conseguir que cambiara de opinión. ¿Pero qué podía darle ahora que no confiaba en mí? ¿Qué palabras podía decir para arreglar esto?
Un suave borboteo llamó mi atención, y me giré a tiempo para ver a Lena caminar hacia el cuarto del bebé con Noah en sus brazos. Ella definitivamente se había tomado su tiempo para llegar aquí. ¿Se había desviado? Debía haberlo hecho. Silenciosamente recé que no fuera para ver a Jess.
—Aquí vamos —dijo Lena gentilmente—. Estás a salvo aquí.
Caminó a mi lado tan lentamente que parecía estar moviéndose a través de melaza. Con razón le tomó tanto tiempo. Una tortuga podía caminar más rápido. Tras verme, Noah se agitó en sus brazos, y manejé una llorosa sonrisa.
—Hola, bebé. ¿Divirtiéndote con tu mami?
Él borboteó, y Lena sonrió.
—Desearía poder quedarme aquí, también, pero estaré de regreso antes de que la luna desaparezca de tu ventana. Mientras tanto, estoy segura que tu tía Ava estará aquí pronto para hacerte compañía.
Con un movimiento de su mano, la cuna se movió unos centímetros, probablemente a una posición donde Noah pudiese ver la luna. Un sollozo quedó atrapado en mi garganta.
Lena presionó sus labios en la frente del bebé por un largo rato antes de enderezarse.
—Sé bueno —murmuro y miro directo hacia mí—. Tu madre y yo te amamos.
Me congelé. ¿Ella sabía? ¿Esto era una coincidencia? ¿Otro truco de Cronos?
Y te amo a ti. Aunque sus labios no se movieron, el susurro de su voz atravesó mi mente, y contuve el aliento. Justo como Noah, ella sabía que estaba aquí. Ava no había mentido; no le quitó ese amor.
Sé lo que estás haciendo. Empujé las palabras hacia ella, y se giró para ver hacia la cuna de Noah. Y espero que puedas pelear contra lo que Ava te está haciendo sentir, porque una vez que esto termine, nunca te voy a dejar ir otra vez.
Pudo haber sido mi imaginación, pero podría jurar que la vi sonreír. Esto terminará, y estaremos juntas otra vez. Mis pensamientos ahora eran firmes e implacables. Solo quédate conmigo. No dejes que Jess te convenza de ser alguien quien no eres, y todo estará bien. Me aseguraré de ello.
Sin mirar hacia mí, Lena caminó hacia la puerta de la habitación de bebé. Pero mientras se movía cerca de mí, su mano pasó a través de la mía, y esta vez supe que no era un accidente. También yo.
Cuando regresé al Olimpo, el Consejo estaba esperando por mí. Todos lucían cansados y sobrepasado su punto de quiebre, con manchas oscuras debajo de los ojos y la piel pálida que parecía extenderse con demasiado fuerza sobre sus rostros.
—Kara —dijo J’onn. Incluso él lucía agotado—. ¿Tienes noticias?
¿Ahora ellos querían escuchar lo que tenía para decir? Me tragué una amarga respuesta. Ellos había pasado por suficiente esa noche sin tener que lidiar con mi cargado sentido de injusticia, también.
—Jess realmente está torturando a James para mantener a Ava en línea. Ella tiene una habitación llena de armas que creo hizo él, algunas de ellas lucen como armas de prueba antes de que finalmente perfeccionara la daga, y bastantes de ellas están infundidas con los poderes de Cronos por lo que si podemos conseguir llegar lo suficientemente cerca, quizá haya una oportunidad de usarlas y…
J’onn alzó una pesada mano, y por una vez me quedé en silencio.
—Si somos lo suficientemente afortunados para conseguir traspasar las defensas de Cronos, significa que ya hemos ganado. —La nota de inevitabilidad que siempre usaba cuando sea que hablaba de ganar la guerra había desaparecido.
—¿Qué ocurrió durante la batalla de hoy? —dije, y la mitad de ellos miraron a otro lado.
—Cronos estaba más… Concentrado de lo usual —dijo mi madre—. Tuvimos suerte de que ninguno salió herido.
—Él está luchando más fuerte debido a mí —dije, y a través del círculo, Jack bufó.
—¿Siempre es debido a ti, no es así? ¿No podría ser que se está volviendo más fuerte a medida que nos acercamos más al solsticio de invierno, cierto?
—Quizá —admití—. Pero no creo que sea una coincidencia que esto pasara el día después que descubrió que le había estado mintiendo sobre Lena.
Jack frunció el ceño, pero no dijo más nada.
—¿Cómo está Lena? —dijo Sofía—. ¿La viste?
Asentí. ¿Qué harían ellos si supieran que Jess de alguna manera convenció a Lena para que peleara por ella? ¿La tratarían como una enemiga también? Ella quizá todavía me amara, pero el amor no era suficiente para convencer al Consejo de que Lena pelearía contra ellos si Jess se lo ordenará.
—Ella está luchando —dije. Una verdad a medias en el mejor de los casos que una mentira que resultara peor—. No hay mucho que pueda hacer sin delatarse, pero ella todavía está allí.
—Bien —dijo Sofía, acomodándose de regreso en su trono—. Ella no la conoce como nos conoce al resto de nosotros. Le da menos oportunidad de explotar sus debilidades y usarlas en contra de Lena.
Eso era exactamente lo que estaba haciendo, sin embargo. Conocía sus debilidades, sabía que Lena haría cualquier cosa por protegerme a mí y a Noah. Tal vez incluso había pedido a Ava que no le hiciera olvidar su amor por mí para poder acordarse de por qué estaba haciendo esto. O tal vez lo había hecho sólo para poder sentir angustia cuando la besaba y se acordara que suponía realmente el amor.
Perra sádica.
—¿Qué dijo Ava de lo que quería hablar? —dijo J’onn.
—Quería disculparse de nuevo y tratar de explicarlo. —Era la verdad, en su mayor porte—. Ella dijo que Cronos va atacar Nueva York, una vez se escape.
Un murmullo recorrió el resto de los miembros del Consejo y Winn le dijo a Jack:
—¿Necesitamos más pruebas de que él está haciendo todo esto por Kara?
—Cállate —murmuró Jack y Winn le dedicó una sonrisa de satisfacción. Él podría haber querido frotar la nariz de su hermano, pero yo hubiera dado cualquier cosa porque Jack hiciera lo correcto.
—Muy bien, vamos a prepararnos para ese resultado entonces —dijo J’onn, y parpadeó.
—¿Qué pasa si Ava está mintiéndome? —le dije, y J’onn se encogió de hombros con cansancio.
—Entonces estamos perdidos. —Se puso de pie con las piernas temblorosas—. Vayan a descansar y a recuperarse. No vamos a atacar mañana o cualquier otro día hasta el solsticio de invierno.
Jack se levantó con lo que debía pensar él que era indignación, pero se parecía más a un anciano levantándose de un sillón demasiado bajo para sus piernas.
—¿Estamos abandonando?
—Estamos ahorrando nuestras energías y estrategias —corrigió J’onn—. Hemos agotado nuestras posibilidades como ellos, con Cronos usando los escudos de la isla en contra de nosotros. Ahora tenemos que planear un enfoque diferente. —Asintió con la cabeza hacia mí. Kara, me gustaría que te unieras a nosotros.
—¿Yo? —dije, sorprendida, y mi madre dio palmaditas con las manos—. No sé nada sobre la planificación de una guerra.
—Pero has pasado mucho tiempo en presencia de Cronos desde que se fugó y ya no se puede ignorar la validez de tus reclamos —dijo—. Recopilarás la información que puedas durante el día y el Consejo se reunirá cada noche para recibirlo. A menos que alguien tenga alguna otra idea —dijo, mirando directamente a Jack.
Jack se encogió de hombros y no dijo nada.
—Muy bien. Consejo terminado —dijo J’onn, y con un enorme esfuerzo que demostró en cada paso que daba, se dirigió hacia un pasillo que yo nunca había visto.
Los otros miembros del Consejo fueron saliendo de la sala del trono hasta que sólo quedamos Winn, mi madre y yo. A pesar de verse a punto de desfallecer, Winn cruzó el círculo hacia nosotras, llevando una sonrisa de agotamiento.
—Parece que finalmente lo conseguiste —dijo, pasando el brazo alrededor de mis hombros—. Ahora es tu oportunidad de probarte a ti misma.
—Ese es el problema —le dije—. No sé cómo.
Mi madre me acarició los nudillos con el pulgar.
—Lo averiguarás. Mantén tus ojos y oídos abiertos y encontrarás algo.
A pesar de lo reconfortante de su consuelo, ella se olvidaba de una cosa. Cronos me podía ver y, ahora que no confiaba en mí, no tenía ninguna posibilidad de conseguir información de él en el infierno.
Cada día, durante las tres últimas semanas del mes de octubre, me zambullí en mis visiones, con la esperanza de encontrar la más mínima pista que pudiera ayudar en la defensa del concilio. Mis esfuerzos en su mayoría eran pérdidas de tiempo, sin embargo. Jess pasaba la mayor parte de su tiempo a solas, mirando una imagen holográfica de la isla y cualquier estrategia de ella y de Cronos eran un misterio para mí. Pocas veces coincidían en la misma habitación y cuando Cronos hacía aparición en algún lugar cerca de Jess, ella se apresuraba en buscar una excusa para irse.
Al principio pensé que ella estaba enfadada, por la cortante forma de hablarle. Sin embargo, cuanto más los veía juntos, más cuenta me daba de otras cosas. La forma en que su postura se deslizaba cuando estaba cerca. La forma de su voz y el enfoque vacío. No estaba enfadada. Estaba aterrorizada de él.
No la culpo. Sin nadie que se enfrentara a su ambición y determinación, Cronos se hacía más fuerte cada día que pasaba hasta que ni siquiera su forma humana era capaz de sostenerse. Crepitaba en los alrededores y en todos los lugares a los que se acercaba, dejando huellas negras de su estela. A pesar de que me vio, nunca me reconoció. Lo prefería así.
Informaba al Consejo todas las noches hasta que finalmente Jack dijo exactamente lo que temía.
—Está haciéndose más fuerte de lo que esperábamos. Nuestras barreras no aguantarán hasta el solsticio.
Nadie en el Consejo lo cuestionó. Todos sabían que nos estábamos quedando sin tiempo y sin información, estaban dando tumbos a ciegas. Tendrían que adivinar las vías que Cronos usaría para llegar a Nueva York, las formas que podría tener de destruir la ciudad en la que me había criado. Tenían un plan para cada una.
Estaban terriblemente superados en número, sin embargo, Verónica y Maxwell decían que los dioses menores estaban buscando por todo el mundo para traer refuerzos. Winn a menudo se unía a ellos, ayudándoles a encontrar los escondidos de la ira de J’onn, dejándome sola con mi madre y un puñado de dioses estirados hasta el límite. Me mantuve en mí misma, y pronto mis visiones no eran solamente misiones de espionaje. Eran otra manera de evitar el Consejo también.
No me importaban cuantas veces veía a Lena en el palacio de Jess, nunca volvió a revelar que ella sabía que yo estaba allí. Cuanto más tiempo pasaba, más dudaba de ese momento en la guardería, y cuanto más tiempo pasaba Jess con Lena, más parecía hundirse en su hechizo. Cualquier indicio de su desafío se había ido. Lena hacía lo que ella decía, pero Noah estaba siempre con ella, y yo me aferraba a eso con todo lo que tenía. Mi Lena estaba en alguna parte y a pesar de que sería una batalla para ella liberarse cuando llegara el momento, tenía una oportunidad.
A principios de noviembre, cuando Lena mecía a Noah para que se durmiera a la hora de la siesta por la tarde, Jess se apresuró a entrar en la guardería.
—Algo anda mal con Cronos.
En lugar de poner a Noah en su cuna, Lena lo cogió y siguió a Jess. Corrí tras ellos y a través de las ventanas vi una tormenta sobre la isla. Negras nubes se arremolinaban en medio del aire caliente del océano, tapando el cielo azul y truenos retumbaban en el mar, una advertencia del peligro por venir.
Jess subió corriendo las escaleras y atravesó una degradada puerta que daba a la azotea. Lena sostuvo a Noah cerca protegiéndolo de los fuertes vientos, pero a pesar de los gritos de Noah, no entró.
En el momento en el que vi a Cronos en mitad del techo, lo entendí. Esa tormenta no era natural. Su forma ya no podía retenerlo y Cronos era ahora nada más que una esfera brillante de energía.
Repleto de más rayos que nada natural podría producir, la niebla opaca de Cronos se arremolinaba en el centro de la tormenta, como un embudo negro expandiéndose hacia el cielo. Una advertencia. Un mensaje. Una orden.
Ven y pelea.
Instintivamente agarré a Lena. En lugar de reflejar el miedo que Jess mostraba tan abiertamente, su boca formaba una línea sombría y tenía el ceño fruncido con determinación. Cualquier cosa que fuera lo que iba a venir, estaba preparada para ello.
—Ve —dijo, y se volvió para mirarme directamente a los ojos. Te quiero. Advierte a los otros que ha comenzado.
Abrí y cerré la boca dos veces. ¿Qué pasa contigo y con Noah?
Me aseguraré de que esté a salvo. Sólo ve.
A través del aullido del viento, llegué a ella, puse mis dedos a un centímetro de su mejilla. Te amo, también. No olvides quien eres.
A pesar de la masa negra de la muerte que se arremolinaba a menos de veinte metros de distancia, Lena consiguió esbozar una sonrisa. Te diría lo mismo a ti. Se valiente y haz lo que debes.
Mis ojos ardían en el viento, pero mientras me desvanecía en la azotea, no podía apartar la mirada de ella. Por favor, no hagas nada estúpido.
Antes de que pudiera responder, la tormenta desapareció reemplazándose por mi habitación en el Olimpo.
Corrí por el pasillo, olvidándome por un momento de mi capacidad de estar donde tenía que estar siempre que tenía que estar allí. Tenía que correr. Necesitaba gritar, pero no tenía ni voz para otra cosa que las palabras que había estado temiendo.
Irrumpiendo en la sala del trono, me lancé hacia el centro del círculo, ignorando el silencio de la conversación rota. Lo que sea que el Consejo había estado discutiendo, no importaba.
—Es Cronos —dije sin aliento—. Está escapando. Hay una tormenta alrededor de la isla y…
—Lo sabemos —dijo Jack, y yo negué con la cabeza. Él no lo entendía.
—La batalla definitiva… ha empezado.
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Aprendiz de Diosa : la herencia (5ta Parte/ Final)
Mystery / ThrillerDespués de la trampa de Jess, Kara deberá afrontar nuevos retos y pelear por todos los que ama. ¿Será capaz de sacrificar su vida y libertad sólo por amor?