NACIMIENTO
Lena.
Me senté de golpe en la oscuridad. Mi frente estaba mojada con sudor mientras el sueño se desvanecía, pero su grito me envolvió, adhiriéndose a sí mismo en mi memoria.
Otra visión, una de docenas que había estado teniendo desde que dejé el Inframundo hace una eternidad. Esta vez, sin embargo, no estaba viendo a Lena ir sobre su vida como gobernante de la muerte mientras esperaba por mí a que regresara. No estaba de pie sin poder hacer nada mientras Ava le daba a Lena falsas noticias sobre que en África se suponía que estábamos buscando a Rhea.
Finalmente Lena sabía lo que realmente había pasado, y en los minutos antes de que el amanecer rompiera a través de la noche, me aferré a la esperanza de que no era demasiado tarde.
—¿Una pesadilla, querida?
Temblé, y las velas esparcidas a lo largo de mi prisión se encendieron.
Cronos se sentó al lado de mi cama, en la misma silla que él ocupaba cada noche desde el pasado diciembre, cuando desperté con un palpitante dolor de cabeza y recuerdos que deseaba que fueran pesadillas.
Esto no era una pesadilla, sin embargo. Cronos estaba aquí, trabajando lado a lado con la Reina de los Dioses, quien no se detendría ante nada para lastimarme tanto como pudiera.
Él bebé se movió dentro de mí, sin duda descontento con su despertar rudo. No me atrevía a especular si era niño o niña. Si Jess se salía con la suya, quizá nunca lo sabría, y el dolor de cabeza ya era más de lo que podía soportar. Descansé una mano sobre mi hinchado vientre, tan grande que el más simple movimiento me era difícil, y mentalmente traté de tranquilizarlo.
—¿Mi hijo? Por supuesto —dijo Cronos, estirándose hacia mi estómago. Golpeé su mano lejos, y él se rió—. Parece que los juegos están por empezar.
—¿Qué juegos? —Sabía la respuesta antes de hacer la pregunta. Mi sueño, mi visión, era el equinoccio de otoño, y finalmente Lena sabía que yo no estaba.
Un dolor agudo se disparó desde mi espalda hasta mi abdomen, y jadeé. Cronos estaba a mi lado en un instante, exactamente de la manera en que Lena habría estado si estuviese aquí. Y me aparté.
—Jess ha decidido que pase hoy —murmuró, y su voz habría sido confortante si no viniera de él.
—¿Decidido que hoy pase qué? —Luché para pararme y caminar hasta el baño, pero mis piernas no lo soportaron. Las frías manos de Cronos estaban allí para estabilizarme, pero tan pronto como estuve de regreso en la cama, me alejé de él.
—Que tu hijo nazca.
Todo el aire abandonó mis pulmones, y esta vez no tenía nada que ver con el dolor físico. Él estaba mintiendo. Ellos estaban tratando de hacer que entrara en labor de parto antes de que Lena me rescatara, o… o hiciera algo.
Pero mientras me inclinaba hacia atrás mi mano encontró un lugar mojado sobre el colchón, y mi camisón estaba mojado en la parte de mis muslos. Mi fuente se había roto en algún momento de la noche. Realmente estaba pasando.
Nueves meses de espera. Nueves meses de miedo. Nueve meses del tiempo siendo la única cosa interponiéndose entre Jess y el bebé que estaba esperando, y ahora se terminaba.
No estaba lista para ser una madre. Nunca en un millón de años había imaginado tener niños antes de que cumpliera treinta, mucho menos veinte. Pero Jess no me había dado opción, y con cada día que pasaba, el temor dentro de mí crecía más hasta que casi me ahogaba. Jess alejaría al bebé de mí, y no había nada que pudiera hacer al respecto. En cuestión de horas, perdería a mi hijo, el hijo de Lena, a manos de alguien que quería nada más que verme sufrir.
ESTÁS LEYENDO
Aprendiz de Diosa : la herencia (5ta Parte/ Final)
Misterio / SuspensoDespués de la trampa de Jess, Kara deberá afrontar nuevos retos y pelear por todos los que ama. ¿Será capaz de sacrificar su vida y libertad sólo por amor?