Capítulo 17

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Querid@s lector@s, feliz bajada de Reyes!!
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LA ÚLTIMA RESISTENCIA

Llegamos  tomadas  del  brazo  al  bosque  de  Perséfone.  En  el momento en que el suelo bajo nuestros pies se movió, me soltó, pero no me importaba. Por primera vez en mucho tiempo, sabía exactamente lo que estaba haciendo.
Agarrando su mano, arrastré a Perséfone entre los árboles, hacia una chica pelirroja rodeada por los animales más mansos que alguna vez había visto. Un ciervo bebé descansaba a su lado, un petirrojo cantando instalado en su hombro y en su regazo acurrucaba una camada de conejos del tamaño de mi puño.
Perséfone entrecerró los ojos.
—¿Quién es?
—Sólo déjame hablar a mí —le dije, y una vez que nos acercamos lo suficiente, dije en voz alta: Hola, Imra.
—¿Imra?  ¿Te  refieres  a  la  primera  chica  demasiado  estúpida  para encontrar la manera de vivir? —dijo Perséfone, y le di un codazo en el costado.
—¡Kara! —El chillido de Imra hizo eco, haciendo la pared de roca en el borde de su vida en el más allá obvia—. ¡De verdad viniste! ¡Pensé que solo estabas tratando de ser amable, pero realmente estás aquí!
—Sí, realmente estoy aquí. —Cuando me arrodillé a su lado para acariciar al cervatillo domesticado, el bosque de Perséfone se fundió en la pradera de dulces flores de Imra—. Por desgracia, no es para ponernos al día.
El rostro de Imra cayó, pero antes de que pudiera enojarse demasiado, Perséfone habló detrás de mí.
—Por casualidad no sabes cómo manejar un cuchillo, ¿verdad? Ella tiró nerviosamente de un mechón de cabello.
—¿Por qué?
—Debido a que Cronos está a punto de destruir el mundo, y el Consejo no tiene  mucha  oportunidad  contra  él  —le  dije—.  Necesitan  ayuda.  Los muertos son los únicos a los que Jess y Cronos no pueden hacer daño, y los del Consejo han conseguido toda una habitación llena de armas que podrían  acabar  con  ellos.  —O  por  lo  menos  con  Jess.  Si  esto  no funciona con Cronos...
Valía la pena intentarlo. Era nuestra única oportunidad.
—¿Y quieren que los ayude? —dijo Imra.
—Queremos que todas las chicas nos ayuden —le dije—. Perséfone no sabe quiénes son, pero esperábamos que tú pudieras hacerlo.
Imra bajó los conejos y se levantó, sacudiéndose la suciedad del vestido blanco que debe haber estado a la altura de la moda ocasional en los años 1920.
—Como suele suceder, no sólo sé quiénes son, sino que mientras Lena estaba tratando de averiguar quién estaba detrás de los asesinatos, incluso me dejó conocerlas. Es una caminata algo larga, pero te puedo llevar allí.
Por fin, un poco de suerte.
—No tenemos tiempo para ir a pie. La batalla está por comenzar —le dije—. Tengo una manera más rápida de viajar, sin embargo.
Con la ayuda de Imra, reunimos ocho de las otras diez chicas. Dos de ellas no  habían  estado  en  las  secciones  del  Inframundo  que  Lena  había asignado para ellas, y se nos acababa el tiempo. Ocho tendría que ser suficientes por ahora.
Me paré delante de ellas, arrastrando mi pie con nerviosismo. Debido a que Imra se quedó a mi lado, vi el prado frente a mí, pero cada vez que una de las chicas se acercaba, el fondo cambiaba a su vida en el más allá en su lugar. Bosques, una playa de arena blanca, un parque de tema vacío, era extraño, pero me obligué a ignorarlo. Siempre y cuando las otras chicas me pudieran ver y verse entre sí, eso era todo lo que importaba.
—Soy Kara —les dije—. La esposa de Lena.
La palabra se sentía extraña en mi lengua, pero obtuvo una reacción inmediata de las chicas. Un murmullo recorrió el grupo, y las que estaban en la parte de atrás empujaron buscando una mejor posición.
—Eso es imposible. ¿En realidad pasaste las pruebas? —dijo una chica con el cabello rizado castaño rojizo—. Como, ¿sobrevivir y todo eso?
Me  mordí  la  lengua.  Por  supuesto  que  pensaban  que  era  una  locura. Jess  las había matado  a todas y  cada una de  ellas. Después de  un tiempo, incluso Lena había pensado que sería imposible que alguien pudiera hacerlo.
—Apenas —les dije—. Tuve suerte.
—No puedo creer que fuera Jess —dijo la misma chica—. La perra me apuñaló por la espalda y me tiró en el río. Pensé que era Winn.
—Sí, bueno, resulta que no eres tan inteligente, después de todo, Anna — dijo una chica de cabello negro en el otro lado del grupo. La parte superior de su cabeza apenas me llegaba a la barbilla.
La primera chica, Anna, bufó.
—Como si tú fueras mejor, Emmy, insistiendo en que Ava estaba detrás de esto.
—Ella se acostó con todos los otros Dioses —dijo Emmy—. No veo por qué no iba a ir tras Lena, también.
—Ya es suficiente —dijo Perséfone—. Dejen hablar a Kara.
Por tercera vez en una hora, expliqué todo lo que estaba sucediendo. Nadie me interrumpió.
—La batalla está a punto de empezar, y nuestros números están disminuyendo —añadí al final. No le preguntaría esto a ninguna de ustedes si no estuviéramos desesperados, pero lo estamos. Necesitamos luchadores.
—No sé cómo luchar —dijo Emmy, y las otras chicas murmuraron su acuerdo. Anna, sin embargo, hizo sonar sus nudillos y se adelantó. El fondo cambió a un jardín que ponía a Versalles en vergüenza.
—¿Una oportunidad para una puñalada a Jess? Cuenten conmigo. Uno menos, siete restantes.
—Puedo meternos en el castillo sin ser detectadas —les dije—. Jess y Cronos no pueden hacerles daño.
—¿Estás segura? —dijo una voz desde el fondo.
—No seas idiota, Bethany —dijo Anna—. Por supuesto que está segura.
—Lo estoy —dije rápidamente—. Se los juro, si hacen esto, no estarán en peligro.
—Es cierto —dijo Perséfone—. Me enfrenté a Cronos y Jess hace un año. Ellos hicieron todo lo posible, pero todavía estoy aquí. Sin un rasguño en mí.
Otro murmullo recorrió el grupo.
—¿También estás segura de que las armas funcionarán? —dijo Emmy.
Dudé. No, no estaba segura. Incluso si una de nosotras se las arreglaba para acabar con Jess, no tenía ni idea de si esto funcionaría en Cronos. ¿Y qué pasaba si ellas no fueran corpóreas en la superficie? ¿Y si fueran fantasmas, como yo lo era en mis visiones?
—Tenemos  que  intentarlo  —les  dije—.  Por  lo  menos,  tenemos  que distraerlos el tiempo suficiente para sacar a Lena de allí. La necesitamos de nuestro lado. El Consejo está fuertemente superado, y si no encontramos una manera de ayudar, caerán. Tal vez no hoy, tal vez no mañana, pero con el tiempo Cronos obtendrá  lo  mejor  de  ellos. De nosotros  —añadí. Y Lena morirá con ellos.
Silencio.  Cambié  mi  concentración  de  un  rostro  a  otro,  en  busca  de cualquier  señal  de  que  estarían  de  acuerdo,  pero  ninguna  de  ellas  se encontró con mi mirada. Antes de que pudiera dar a convencerlas una última oportunidad, sin embargo, Bethany dijo desde la parte de atrás:
—Cuenten conmigo.
—Yo también —dijo Emmy, y una por una, las otras también se ofrecieron de voluntarias.
—Gracias —le dije—. No puedo decirles lo que esto significa para…
Crash.
La tierra a nuestro alrededor tembló, y varias de las chicas gritaron. Imra agarró mi brazo, y todas levantamos la vista hacia el cielo por encima de nosotras. La mayoría de las almas no tenían idea de dónde estaban y pensaban que su vida en el más allá era real, pero las chicas de Lena sabían la diferencia. Sabían que el calor del sol era una ilusión, y que más allá de las nubes esponjosas estaba el techo de una enorme caverna. Y ese era el por qué ellas eran las únicas que nos podían ayudar.
El temblor disminuyó, pero no importaba. La batalla se propagaba por encima de nosotras, y no teníamos tiempo que perder.
—Necesito una pizarra y un marcador —les dije, y varias de ellas me miraron sin comprender. Una pizarra y una tiza entonces.
Nueve de ellas aparecieron a mi alrededor. Ilusión o no, estar muertos tenía sus ventajas.
Dibujé el diseño del castillo de Jess lo mejor que pude, marcando cada ubicación importante, la celda de James, la guardería, la habitación de Jess, con la mayor precisión que pude. En tres minutos, teníamos un plan. Funcionara o no, por lo menos le daría a los otros una oportunidad.
Llevarlas a la superficie sería difícil, pero el enorme agujero en la caverna por donde Cronos había escapado la primera vez seguía allí. Él estaba atrapado en la isla, pero probé la salida dos veces. Podía entrar y salir sin ningún problema.
—Tú primero —le dije a Perséfone. Ella miró mi mano tendida como si estuviera hecha de ácido.
—¿Cómo puedo estar realmente segura de que sabes cómo controlarlo? Pisoteaste mis tulipanes.
Rodé mis ojos y agarré su muñeca. El Inframundo se disolvió, sustituido por las paredes blancas de mi habitación en el castillo de Jess.
—¿Feliz ahora? Quédate aquí.
Perséfone me miró con furia, pero desaparecí antes de que me pudiera insultar más allá de eso.
Llevé de dos chicas a la vez, y en cuestión de un minuto, todas estábamos agrupadas en la sala. Las chicas inquietas, y más de un par de ojos estaban agrandados de miedo mientras un maremoto se estrellaba contra los acantilados protegiendo el castillo.
—Solo apéguense al plan —dije—. Y hagan lo que hagan, no olviden que nadie puede hacerles daño. Ni Jess, ni Cronos, nadie.
—¿Ellos pueden lastimarte? —emitió la voz de Emmy.
—Si hacemos esto, estaré bien —mentí. Nadie podía prometer nada, pero ellas necesitaban escucharlo, y no era mi trabajo decirles la verdad ahora mismo—. No tenemos más tiempo. Confíen en mí. Confíen en sí mismas.
Empujé la puerta para abrirla y me asomé en el corredor, seguida por varios pares de pasos vacilantes. No volví la vista para asegurarme de que todos nos estaban siguiendo. Habían venido; lo mejor que podía esperar ahora era que su valor no le fallara.
El corredor entre mi habitación y la de James estaba sospechosamente vacío. ¿Jess creía que nadie irrumpiría en el Castillo, o tontamente no le importaba? Me arrastré hacia adelante, preparada para cualquier tipo de trampa que ella o Cronos pudo haber puesto, pero llegamos a la habitación de James sin interrupción. La puerta, sin embargo, estaba cerrada con llave.
—Tengo que entrar y conseguir las armas —dije, pero Emmy se abrió paso entre las chicas dando codazos.
—Permíteme.
Sacándose un pasador de su cabello, se arrodilló junto a la perilla de la puerta. Escuché por cualquier señal de que alguien se acercaba, pero cinco segundos más tarde, la cerradura hizo clic al destrabarse.
—Pan comido —dijo Emmy con una sonrisa, y le lancé una sonrisa agradecida. Empujando la puerta, irrumpí en la habitación, esperando que Jess me estuviera esperando. En cambio James estaba sentado encadenado a la silla, rodeado por su taller de armas.
—¿Kara? —dijo, entrecerrando la mirada a través de unos ojos negros. La sangre goteaba por un costado de su rostro de una desagradable herida en su frente. Jess debe haberlo herido recientemente—. ¿Perséfone?
—Hola a ti también, hermano —dijo Perséfone. Detrás de ella, las otras se vertieron en el interior del taller, sus ojos agrandándose ante la vista de James y el arsenal de armas.
Me arrodillé junto a su silla e inspeccioné las cadenas brillantes.
—No puedo tocarlas —dije con tono de disculpa.
—Lo sé —dijo él—. No te preocupes por mí. Ve y encárgate de Cronos.
—No voy a dejarte atrás. Emmy, ¿puedes abrir esta cerradura?
Emmy se separó de los otros y se unió a mí, Perséfone pisando sus talones.
—Esa es más complicada —dijo—. Pero creo que puedo hacerlo.
—Inténtalo.
—Ella  lo  logrará  —dijo  Perséfone—.  Vayan  sin  nosotras.  Sacaremos  a James de aquí.
—Gracias —dije, y Perséfone desechó mi gratitud.
—También son mi familia. Ahora ve.
Un choque de metal contra metal sacudió el mismo aire alrededor de nosotros, y las otras chicas se quedaron en silencio. Respiré hondo. Tiempo de ser una líder.
—Todas  saben  lo  que  se  supone  que  hay  que  hacer  —dije  con  tanta confianza como pude reunir—. Agarren un arma infundida con niebla y vamos a darles un infierno.
Anna soltó un chillido y, empuñando una maza, salió como un rayo de la habitación y subió la estrecha escalera que llevaba al resto del castillo. Una por una, las otras chicas la siguieron, agarrando espadas, varas y otras armas que no pude identificar. Esperé junto a la puerta hasta que sus gritos disminuyeron. Las posibilidades de que ellas tuvieran éxito eran escasas, pero mientras su distracción me diera tiempo suficiente para rescatar a Noah y a Lena, entonces al menos nuestros esfuerzos no serían en vano.
—Parece como que están disfrutando —dijo James pesadamente. Sonrió. Le faltaban varios dientes—. Abre esa cerradura. Quiero unirme a ellas.
—Sí, cierto —dije, y tomé un cuchillo brillante con dientes ganchudos de las armas restantes—. Eres afortunado de estar con vida.
Perséfone me miró.
—Tiene derecho a pelear por su familia, al igual que tú. Ahora deja de mangonear y ve por tu hijo.
Reprimiendo una respuesta, asentí, y un segundo más tarde la guardería de Noah reemplazó el taller a mi alrededor. El trueno retumbó a través del aire. El Consejo tenía que estar cerca.
—Noah  —dije  entrecortadamente,  apresurándome  hacia  la  cuna.  Estaba vacía. Lena no lo dejaría fuera de su vista durante la batalla, pero algo dentro de mí se apagó. Había esperado sacar a Noah de allí y dejarlo a salvo con Adonis  antes de  encontrar  a Lena, pero eso claramente no  iba  a suceder.
Me di la vuelta para marcharme a pie, pero en cambio choqué de frente con un cuerpo caliente y me tambaleé al suelo. Mi maldito corazón casi se paró.
¿Jess había esperado esto? ¿Había estado yaciendo aquí a la espera mientras Cronos distraía a todo el mundo? Sujeté el cuchillo con dientes apretados, completamente preparada para usarlo.
—¿Kara?
No era Jess. Ava.
—¿Dónde está él? —dije, luchando por ponerme de pie. Bloqueó mi salida, sus mejillas pálidas y sus ojos agrandados. Claramente no me esperaba. Bien. Eso significaba que Jess probablemente tampoco.
—¿Noah? —dijo—. Está con Lena.
—¿Y dónde es exactamente eso? Ava se mordió el labio.
—No puedo decirte. Jess te matará.
—No si los saco antes de que sepa que estoy aquí —dije—. A menos que decidas decirle.
—¿Qué? Por supuesto que no —dijo, sorprendida—. Estoy de tu lado.
—Entonces dime dónde están Lena y Noah.
Ella tragó saliva, sus ojos rojos y brillando con lágrimas.
—Nos matará a todos. A mí, a ti, a Lena, a Noah, a James…
—Perséfone y Emmy lo están liberando mientras hablamos —dije—. Él estará bien.
—¿Emmy? ¿Te refieres a la de Lena…?
—Es una larga historia.
Ava vaciló, y al final su expresión se endureció.
—Ven. Te llevaré.
Campanas de alarma sonaron en mi mente.
—¿Por qué debo confiar en ti?
—Porque  una  vez  fuimos  amigas  —dijo—.  Y  porque  me  gustaría  que alguien  me  ayudara  a  proteger  a  mi  hijo  si  nuestras  posiciones  se invirtieran.
Correcto. Había mencionado a su hijo antes, y mientras yo le creyera, parecía muy conveniente que lo trajera a colación ahora.
—Nunca me contaste acerca de él.
—La eternidad es un largo tiempo para cubrirlo entre clases —dijo—. Su nombre es Eros… Eric ahora, supongo. ¿Vienes?
Buscar en el castillo entero cuarto por cuarto tomaría demasiado tiempo, y por todo lo que sabía Lena y Noah estaban refugiados en un lugar donde nunca sería capaz de encontrarlos por mi cuenta. Así que antes de darme tiempo para pensarlo, asentí.
Corrimos a través de pasillos, e intenté ignorar las nubes negras girando a través de las ventanas y el terrible choque de agua contra roca. El Consejo se estaba acercando. Quizá tendríamos una oportunidad, después de todo.
—¿Dónde  están?  —grité  por  encima  del  rugido,  y  Ava  corrió  escaleras arriba, llevándome junto a ella. El cuchillo ganchudo casi se deslizó de mi mano, pero lo abracé contra mi pecho. No podía perderlo.
—En el techo con Jess y Cronos —dijo Ava.
Mi corazón dio un vuelco. Perséfone debía cubrir esa zona, pero ella estaba indudablemente aún con James. Si ninguna de las otras chicas lograba subir hasta allí luego de limpiar sus secciones del castillo, estaríamos solas.
No importaba. Noah y Lena estaban en ese techo, y habría subido allí tan desnuda y mortal como el día que nací si eso significara una oportunidad de salvarlos.
Seguí a Ava sin cuestionarlo. Ella podría estar llevándome hacia mi muerte, pero quería creer desesperadamente que la Ava que conocía y amaba estaba en alguna parte, dispuesta a darlo todo y arriesgar su vida por el bien común. Ella no me habría llevado por el camino equivocado, y tenía que creer que esta Ava tampoco.
La puerta del techo apareció, e inhalé. Lo sabría pronto, de una manera u otra.

Aprendiz de Diosa : la herencia (5ta Parte/ Final) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora